Secuestro del comerciante chino: una trama de ambición, traición y mucho dinero en juego

– Y el asado, ¿qué onda? ¿qué hicieron?
– Se escapó y se pudrió to (sic)

El “asado” era el comerciante Weihan “Daniel” Wu (25), secuestrado entre la noche del martes 16 y los primeros minutos del miércoles 17 de agosto de este año en el Acceso Oeste de Posadas. Esta es la historia completa del primer secuestro extorsivo de la historia criminal de Misiones, que tiene como telón de fondo una trama de ambición, traición y mucho dinero en juego.
Por el hecho, hasta ahora, hay cinco procesados con prisión preventiva. Uno de ellos es un conocido integrante de la comunidad china de Misiones, Lin Shihua, que tiene supermercados en Candelaria y Santa Rita; otro es su mano derecha y socio, Alejandro Senesoopha, de origen laosiano pero cercano a los chinos, y el resto allegados de ambos.
El domingo previo al secuestro, Senesoopha estuvo pescando en Ituzaingó con Daniel Wu. Y el día del hecho él y Shihua acompañaron al padre de la víctima en esos momentos de dramatismo e incertidumbre, cuando los captores llamaban por teléfono para acordar el rescate y dar pruebas de vida del joven. Se cree que más que consolar al padre de Daniel, ambos pasaban datos a los secuestradores sobre lo que ocurría en la casa de los Wu, donde durante horas se hicieron esfuerzos desesperados por conseguir el dinero que pedían los malvivientes. Hubo muchas más llamadas de las que en su momento trascendieron a la prensa. Primero se pidió 500 mil dólares, después 250 mil de la misma moneda. Horas después, cuando el pago del rescate se había frustrado, la pretensión se ubicó en el millón de pesos.
Además de Alejandro Senesoopha, está preso su hermano Fernando, el soldado voluntario Maximiliano Nicolás Penayo y Adam “Apy” Rojas. Penayo era allegado de Sishua y de Ale Senesoopha.
Para los investigadores, Penayo era quien le conseguía “chicas” a Sishua, un oriental que pasaba horas en los casinos y que hacía culto de la noche con distintas jóvenes a las que pagaba por sexo.
Rojas, en tanto, según la declaración de sus conocidos, “trabajaba para los chinos”, también les conseguía chicas y “consumía y vendía cocaína”, según declaró una amiga suya. A esa muchacha le confesó que “secuestramos a un chino y se nos escapó”. Esa joven añadió ante la Justicia que “Api” estaba asustado y le pidió que si la Brigada de Investigaciones de la Policía lo buscaba, ella dijera que habían pasado la madrugada del 17 de agosto juntos.

Contacto telefónico entre los imputados.

La causa instruida en el Juzgado Federal de Posadas lleva el número FPO6238/2016. Incluye un minucioso e importante trabajo de investigación de la Dirección de Delitos Complejos de la Policía de Misiones y las pericias, con tecnología de punta, que llevaron adelante los expertos de la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas del Poder Judicial (Saic). Esos peritos pudieron rescatar todas las conversaciones vía Whatssapp que tuvieron los protagonistas de este suceso.

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La casa donde estuvo cautivo el comerciante.

El fin
La jueza Federal María Verónica Skanata sostuvo en el auto de procesamiento que el fin económico empujó a los autores del secuestro. Esta es la principal hipótesis, pero llama la atención que ninguno de los principales sospechosos, como Shihua y Ale Senesoopha, tenían problemas de dinero. Es más, solían ostentar que plata no les faltaba. Entre ambos había una amistad de hierro.
De acuerdo con la reconstrucción que hizo la Justicia, Daniel Wu fue contactado por una mujer vía Whatssapp. Ella dijo llamarse Yesi y le pidió un encuentro al comerciante, de quien dijo era su clienta. Le mandaba fotos semidesnuda y le decía que podían verse luego de que el marido de ella fuera a trabajar. Esto le contó el propio Wu a un proveedor con el que tenía amistad y que declaró en la causa.
La noche del 16 de agosto, Wu arregló con esa mujer, a la que no conocía, levantarla cerca de la Placita del Puente. Lo hizo pasadas las 23.30 y ella le dijo que fueran al Acceso Oeste. En esa zona de Posadas, el comerciante no encontró sexo, sino a dos secuestradores armados que tenían el rostro cubierto con máscaras de mono.
Daniel fue llevado a una casa del barrio San Isidro. Esa vivienda había sido alquilada por Penayo un mes antes, a instancias presuntamente de sus amigos orientales Sishua y Ale Senesoopha, sobre todo de este último, quien habría puesto diez mil pesos para sellar la operación, que incluyó un contrato hecho en una escribanía del centro posadeño.
Penayo declaró que todavía no se había instalado en esa casa, que pretendía hacerlo y que ni siquiera habían pagado el primer mes de alquiler cuando sucedió lo del secuestro. Eso sí, admitió que en julio le ofreció a un capitán que es superior suyo que guardara el equipo militar de este en esa residencia, que al momento de ser alquilada ya tenía instalado un sistema de videocámara.

El cautiverio
“Lo meten en una pieza y le sacan el celular y todo lo que tenía encima. Lo dejaron en una cama y al lado había un placar de color claro. Nunca lo cambiaron de lugar. No le dejaban ir al baño, sólo le daban agua. Se tuvo que hacer sus necesidades encima del colchón donde estaba”, así se describe en el expediente el sitio donde alojaron a Daniel.
Durante su cautiverio, el comerciante habló dos veces con su padre como prueba de vida. Le dijo a Antonio Wu que si pagaban el rescate iba a ser liberado.
El papá de Daniel se llama Jinmu, pero le dicen “Antonio”, para facilitar las cosas. El hombre tiene un supermercado en la avenida Alem y es muy respetado por los miembros de su comunidad. Fue él quien recibió las primeras llamadas extorsivas y el que juntó, con la colaboración de un tío que tiene otro comercio, 300 mil pesos. El hombre estaba desesperado y se quebró varias veces. Una de ellas fue cuando se enteró de que la noticia ya estaba en los medios de prensa. Gritó con terror que “ahora sí que no voy a recuperar a mi hijo nunca más”.
Otro de los que recibió llamadas de los captores fue Pin Li, un comerciante que tiene un super en Catamarca y 25 de Mayo, y que es amigo de la familia Wu. En la casa de este hombre, la noche del secuestro, se hacía un asado, en el que estuvieron, entre otros, Ale Senesoopha y Shihua.
Pin Li fue anoticiado por Antonio Wu del secuestro y con todos los que lo acompañaban fue a la casa del hombre para darle apoyo. Allí estaba cuando su celular sonó y él se sorprendió al escuchar a los secuestradores. Después ató cabos y entendió que era imposible que los malvivientes supieran que él estaba con Antonio sin que entre los presentes estuviera algún cómplice de los captores.
En su declaración ante la Justicia, Pin Li volcó sus sospechas hacia Ale Senesoopha. Pin Li es prima de la mujer de Shihua.
Antonio Wu dejó los 300 mil pesos cerca del hipódromo, pero nadie pasó a buscarlos. Había una razón de peso: los secuestradores sabían que la Policía estaba al tanto y que hombres de la Dirección de Investigaciones Complejas estaban diseminados por la zona.
¿Qué hubiera sucedido si Daniel no se escapaba de la casa donde lo tenían cautivo? Imposible saberlo. Corría serio riesgo, porque si reconocía a los captores, podía terminar muerto.
Daniel dijo que en un momento se hizo silencio en la casa y él pudo zafarse de la cinta con la que lo habían maniatado. Ahí abrió la persiana y salió de la vivienda por una ventana. Saltó un muro y gracias a que corrió por distintos techos llegó a una residencia, donde un chico y su padre le dieron asilo. Desde allí avisaron a la Policía.

Declaración de Daniel.

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Shihua, al momento de ser llevado al Juzgado Federal de Posadas.

La camioneta Suzuki Vitara del comerciante había sido encontrada poco antes abandonada en el Acceso Oeste.
Cuando en la casa de los Wu llegó la noticia de la liberación de Daniel hubo gran algarabía. Muchos compatriotas le hacían el aguante a Don Antonio, entre ellos Shishua. Como todos quisieron ir de inmediato hacia la zona de San Isidro, la Policía les pidió que no lo hicieran. Solo Antonio podía hacerlo. Sin embargo, otro de los presentes hizo caso omiso de la sugerencia y partió. Era Shihua. Fue el primero en ser detenido, horas más tarde por el secuestro.

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