La danza de la lluvia

“Ya hemos recibido con alegría el anuncio de miles de millones de dólares de inversiones para los próximos cuatro años»,  pero “esperamos y sentimos que estamos para más”, aseguró el presidente Mauricio Macri en la apertura del “Mini Davos”, la danza preparada para atraer la demorada lluvia de inversiones.

El Centro Cultural Kirchner, vaya ironía, fue el escenario elegido por el Presidente para mostrar la “nueva Argentina” parida el 10 de diciembre del año pasado. Macri se mostró en un ambiente que le sienta bien ante los CEOs de dos mil empresarios e inversionistas de 67 países, que también mostraron su entusiasmo, pero no demasiadas señales concretas de que estén dispuestos a invertir sin tener la garantía de rendimiento para sus dólares.

Por el contrario, en estos momentos son más los dólares que se van que los que entran. En agosto la fuga de divisas ascendió a u$s 1506 millones y en lo que va del 2016,  ya alcanzó los u$s 9000 millones; resultando el doble que en los primeros ocho meses de 2015. Incluso la demanda de la divisa estadounidense de este año ya superó a todo lo que se vendió en 2015 para atesoramiento y formación de otros activos externos.

Macri enumeró los cambios desde que llegó al Gobierno, como la eliminación de las restricciones de capital/repatriación, moneda flotante libre, acuerdo con los Fondos Buitre y acceso con éxito a los mercados de capitales globales, control de la inflación, control del déficit público y eliminación de los impuestos a la exportación. “Este clima favorable para las inversiones, junto con las ventajas comparativas del país y las perspectivas de crecimiento, brindan oportunidades únicas de inversión. Asimismo, un sector privado con niveles bajos de deuda proporciona una plataforma sólida para que la inversión financiera y el consumo estimulen  un crecimiento sostenible  de la economía”, señala el documento repartido entre inversores.

Sin embargo, a la hora de presentar los “datos clave” del país, hay un fuerte contraste entre la “pesada herencia” y el país real.

Como atractivos se cuenta con la tercera economía más grande en la región con un PBI de US $500 mil millones (después de Brasil y México), el segundo PBI más alto per cápita en la región en términos de poder adquisitivo (USD 22.600, después de Chile) y el cuarto país en la región en tamaño de población (43 millones).

También se promueve a la Argentina como el octavo país más grande del mundo con 53 % de tierra cultivable, con ocho yacimientos prolíficos de petróleo y gas y condiciones óptimas para la producción de energías renovables (eólica, solar), además de reservas de metales y minerales sin explotar (cobre, oro, plata, litio, potasio).

Después llegan las “perlitas”: mano de obra de primer nivel, reconocida por sus capacidades técnicas, creatividad y versatilidad y el primer puesto en América Latina en el Índice de Desarrollo Humano, y en Índice de Educación, además de ser el segundo con mayor conectividad de la región (65% de usuarios de internet). Nada mal para ser un país que estaba al borde del caos según el mismo Gobierno.

El ministro de Producción, Francisco Cabrera, indicó que el foro cumplió el objetivo de “consolidar inversiones por u$s 40 mil millones” en el corto plazo, además de impulsar otras por un valor aún no determinado, entre las que se destacan las de Siemens y Dow por más de 10 mil millones. Según la Agencia Nacional de Inversiones y Comercio Exterior, hay unos u$s 33.000 millones para invertir de empresas ya instaladas en el país en proyectos y en rubros variados que estaban a la espera de “mejores condiciones”.

Si esas inversiones se consolidan, el Gobierno se ilusiona incluso con un impacto electoral. En esa línea, comienzan a liberarse fondos para obras públicas y la maquinaria del presupuesto, a ser ejecutada. Especialistas advierten, de todos modos, que si las inversiones se concentran en grandes infraestructuras, no habrá un impacto inmediato en el empleo. Una ruta no genera el mismo número de trabajadores que un barrio de viviendas, aunque la inversión sea mucho mayor.

El “Mini Davos” sirvió para que algunas provincias pudieran mostrarse al mundo. Una de las privilegiadas fue Misiones. El gobernador Hugo Passalacqua participó de uno de los principales paneles el primer día, junto a un puñado de colegas y expuso los atractivos de la tierra colorada, especialmente en el sector industrial que busca su despegue, y en el turismo, actividad ya consolidada pero con múltiples opciones de desarrollo.

Al menos dos empresas mostraron su interés en un posible desembarco en el sector industrial y el Parque de Posadas sería el lugar elegido, con el puerto como imán para la expansión.

Passalacqua recibió ayer en Misiones a Uwe Havermann, representante de la firma suiza de energía, Mayer Burger, que manifestó su intención de fabricar paneles solares e instalar una planta de generación de energía de hasta 10 megavatios. “Los queremos entusiasmar con un doble objetivo: generar energía sustentable y puestos de trabajo”, remarcó al Gobernador.

“Comenzamos las conversaciones con mucha seriedad. Sabemos que no es para mañana, hay un buen camino por recorrer, pero somos optimistas. Nuestra obsesión es generar empleo para la gente”, insistió el mandatario

El turismo, como es lógico, también significó la vidriera misionera y varios CEOs se quedaron fascinados con el verde y la tierra colorada. El atractivo de la naturaleza trasciende cualquier frontera y un grupo japonés pidió carpetas para decidirse a venir a Misiones. El interés alcanza al desarrollo hotelero, pero también al gastronómico vinculado con el rock, según contaron quienes presenciaron las reuniones paralelas que se realizaron entre inversores y los ministros de Industria, Luis Lichowski y José María Arrúa, de Turismo.

«Misiones es una zona limpia y natural, llena de oportunidades” y «todos tenemos la esperanza y las ganas de salir juntos adelante», dijo Passalacqua despupes de exponer en el plenario “Riqueza de las regiones de Argentina” que compartió junto a sus pares provinciales Juan Schiaretti (Córdoba), María Eugenia Vidal (Buenos Aires), Omar Gutierrez (Neuquén), Sergio Uñac (San Juan) y Juan Manuel Urtubey (Salta); y cuyo moderador fue el ministro del Interior, Rogelio Frigerio.

Passalacqua detalló que “tenemos puertos, somos tributarios del corredor bioceánico y la vía fluvial es fundamental para nosotros por eso apostamos a avanzar en esta cuestión porque, además, Misiones es por antonomasia, una zona limpia y natural donde un pino tarda 9 años en crecer cuando en Escandinavia, por ejemplo, tarda 90 años, y eso es un verdadero potencial de inversión», al tiempo que informó que «Misiones es el reservorio ecológico de este país y ademas está rodeada de tantos ríos que la convierte en una meca de las micro energías».

La búsqueda de inversores y capitales es clave en Misiones, donde buena parte de la población es joven. La estructura laboral necesita ampliarse para dar cobijo a cientos de misioneros que se suman año a año, lo que plantea desafíos enormes a todas las políticas públicas. La educación es clave para lograr darle oportunidades y Misiones, después de muchos años de indicadores negativos, exhibe hoy algunas señales de avanzada, logradas casi en silencio y eludiendo los conflictos coyunturales, como el cine en tres dimensiones IMAX abierto a estudiantes y al público, la escuela de robótica que se hará realidad el año que viene y cientos de escuelas creadas para albergar a los chicos hasta en los rincones más alejados de la provincia.  Passalacqua ratificó esa línea en el congreso pedagógico de la Unión de Docentes de la Provincia de Misiones: “Cuando asumí como ministro de Educación en 2004, el 24 por ciento de los chicos de primer grado repetía y esa gran mayoría desertaba. Hoy estamos en menos del 8 por ciento y eso es mérito de ustedes, los docentes, esa corrección no la hizo ningún Gobierno. Mejoramos la estadística a una velocidad de vértigo. Si yo tuviese un peso para dedicar a la educación lo pondría en el Nivel Inicial”, aseguró.

El Mini Davos concentró las miradas de inversores y de los medios. Pero coincidió con una manifestación callejera que mostró las dos Argentinas que conviven bajo el mismo suelo. Por un lado, los CEOs recibidos con los brazos abiertos por el Presidente y su Gabinete. A pocas cuadras del Centro Cultural Kirchner, cientos de productores protagonizaron una masiva protesta en contra de las políticas económicas que son exhibidas como un triunfo por el Presidente. La caída de la rentabilidad de los pequeños productores coincide con una disparada de precios que no llega a la ruralidad, sino que se pierde en las góndolas y los intermediarios.

La yerba es un ejemplo útil para medir la rentabilidad de la producción, con precios bajos para el productor, pero elevadísimos en los supermercados. El yerbatero recibirá 5,10 pesos por el kilo de hoja verde. La canchada valdrá 19,20 pesos. Un paquete en el supermercado está por encima de los 60 pesos. El precio fijado por el Instituto Nacional de la Yerba Mate sigue dando que hablar, ya que no era lo que habían pedido de los productores que con este valor apenas logran cubrir sus costos y está por debajo de lo que estaba dispuesta a laudar la Nación, que estimaba el precio de la hoja en al menos 5,60 pesos. Los representantes de los productores en el directorio, aceptaron subrepticiamente algo que deberán explicar a sus propias bases.

El verdurazo fue el segundo grito de desesperación de los productores después del frutazo. Regalaron miles de kilos de verduras que fueron recibidos por cientos de personas en la Plaza de Mayo.

El reclamo, al igual que el de los productores de frutas, tiene una base sencilla. Los costos se dispararon por la devaluación y los sucesivos tarifazos, y la rentabilidad cayó al suelo.

Los datos son elocuentes: según el Centro de Economía Política Argentina, el alquiler de una hectárea costaba el año pasado 2.500 pesos al mes. Este año, 4.500. El gasoil para un tractor, 20 litros al día, costaba 4.724 pesos y ahora 6.212. La energía eléctrica, con tres mil kilowatts/bimestre, 1.200 pesos. Ahora, 4.700. Sumando otros insumos, los costos de producción representan prácticamente el doble que hace un año. A eso se suma la caída del consumo.

Esa caída del consumo también incidió en la baja de la inflación, celebrada por el Gobierno como el primer gran logro del segundo semestre. Por primera vez desde que asumió Macri la inflación fue cercana a cero en las zonas medidas por el Instituto Nacional Estadística y Censos. Casi cero sin el tarifazo en el gas, cuyos valores recién ahora se discuten en audiencia pública. Finalmente, el aumento no será menor a 203 por ciento para los usuarios residenciales y de 500 por ciento para las empresas, lo que nuevamente se volcará a los precios para cubrir los costos. Es decir, pretender que la inflación bajó sin mostrar estos datos, no se ajusta a la realidad.

Si el tarifazo no hubiera sido frenado por la Corte, el nivel cercano a cero no existiría. Si el Gobierno logra estabilizar la inflación en valores bajos, podrá si celebrar en el mediano plazo y la sociedad respirará aliviada después de varios años. Quedará, eso sí, resolver el empleo perdido.

El Mini Davos exitoso no garantiza que la lluvia de inversiones sea inmediata. Mientras tanto se acentúa el déficit fiscal y crece el endeudamiento público a niveles muy superiores a los del año pasado. El blanqueo fiscal, pese a ser un buen negocio para los evasores, apenas si arrancó y el entusiasmo mutó en un pronóstico reservado. El ajuste de las jubilaciones, utilizado como argumento para justificar el blanqueo de la AFIP resultó en unos magros aumentos que lejos están de empatarle a la inflación de los últimos meses.

La promesa de cambios en el impuesto a las Ganancias también se demorará por lo menos hasta el año que viene y serán mucho más leves que la promesa de eliminarlos. Es raro hasta como lógica política electoral. Pero el ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay ya anunció que el gravamen seguirá por lo menos hasta 2019 y los cambios del año que viene apenas empatarán con la inflación oficial estimada en 17 por ciento –meta difícil de cumplir-.

Si la suba de precios es superior, habrá una mayor pérdida del poder adquisitivo. Ganancias es, a diferencia de las promesas de campaña, una fuente de recursos para el Estado que sirve para atenuar la caída de recursos que significó eliminar retenciones a las producciones pampeanas y reducir lo que se le retenía a los sojeros, a quienes si se le cumplieron las promesas de campaña.

Mientras tanto, las economías regionales siguen esperando un auxilio desde la Nación y soportan enormes fugas de divisas hacia las fronteras o la competencia de productos importados. Misiones es una de las que padece las asimetrías, con al menos la mitad de la masa salarial del Estado yéndose mes a mes a Paraguay o Brasil. A eso se suma ahora la llegada de “tours” de compras desde otras provincias. Colectivos llenos se cuentan por decenas en la frontera.

La ley Pymes, vendida como tabla de salvación para las pequeñas empresas y especialmente para el interior todavía no se reglamentó, pero hasta sus promotores de la alianza Cambiemos, como el radical Luis Pastori, admiten ahora que quizás no haya nada. El diputado nacional también reconoció que un ITC diferenciado para los combustibles en Misiones, “genera resistencia en algunos sectores del Gobierno nacional”.

En julio, mientras el Congreso debatía la ley de apoyo a las Pymes,  los referentes provinciales de Cambiemos anunciaron con bombos y platillos que habían logrado incluir un artículo que posibilitaría la instrumentación de medidas concretas para que las economías de zonas de frontera, como la de Misiones, pudieran acceder a beneficios especiales para reducir asimetrías impositivas o de costos respecto a sus vecinos.

Pastori ahora promociona otro “logro”: la eliminación de los denominados superpoderes que tenía el Presidente para modificar el Presupuesto. El cambio se hará de manera gradual y desaparecerían recién en 2019, cuando vence el mandato de Macri.

La suerte de la alianza en Misiones está atada, claro está, a lo que suceda en la Nación. Por eso los dirigentes del PRO se muestran comprometidos con lograr algunas soluciones para la provincia, incluso compartiendo cartel con el mismo Gobernador, como ocurrió estos días con Alfredo Schiavoni, quien acompañó a Passalacqua a una firma de acuerdos para recibir fondos de viviendas.

En cambio, lejos de la gestión local y nacional, el radicalismo, desdeñado por el macrismo en casi todas las jurisdicciones, pero especialmente distanciado en Misiones, donde hay pocas coincidencias ya comenzó los aprestos electorales.

Por primera vez en mucho tiempo la UCR eludió las internas para elegir a sus autoridades partidarias y ungió al joven concejal Francisco Fonseca como reemplazante del veterano Hernán Damiani. Fonseca se propone una gestión mucho más “activa” en la defensa de las banderas partidarias dentro de Cambiemos y que los jóvenes asuman un protagonismo mayor en la alianza. Los más “viejos”, en cambio, advierten que no cederán espacios en el reparto de cargos en las elecciones partidarias del año que viene, cuando algunos buscarán su continuidad. Como elemento de campaña, hay un elemento en común: la UCR y el PRO proponen reformar la Constitución para ponerle límites a las reelecciones de diputados, intendentes y concejales. El macrista Jorge Ratier Berrondo apunta al artículo 84, que define los mandatos legislativos. El radical Gustavo González, quiere reformar otro artículo mucho más significativo: el segundo, que sostiene que “la soberanía reside en el pueblo, del cual emanan todos los poderes”.

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