“El mundo siempre te espera con los brazos abiertos”

Marina Bianco, la misionera que decidió abandonar su zona de confort, la vida de oficina y los horarios para ir detrás de un sueño: vivir de viaje.

Marina es abogada, durante mucho tiempo fue una chica de oficina abocada al trabajo y a las responsabilidades cotidianas, sin embargo su interés por los viajes siempre se manifestó. No  le alcanzaban los 15 o 30 días de vacaciones que le concedía su vida laboral por año y tampoco le cerraba la idea de ahorrar 365 días para luego salir de vacaciones y en 20 días dilapidar todo lo ahorrado, sumado a que el tiempo de “vacaciones” le resultaba muy poco. Su adicción por los viajes siempre se manifestó, lo que faltaba era asumirla y tomar una decisión.

En una entrevista hecha para Perú Travel Team, Marina confiesa que no fue una decisión que tomo de un día al otro. Sino que fue un proceso. No es fácil dejar el trabajo, salir de viaje sola, alejarse de una familia y de las comodidades que brinda una casa. Pero luego de haberlo meditado, conversado con personas que hicieron lo que ella anhelaba hacer tomo coraje, renunció a su trabajo, dejó su departamento y salió.

El primer destino fue Bolivia, estuvo en los carnavales de Oruro, Potosí, Uyuni, Villa Tunari, La Paz, Coroico, Copacabana, la Isla del Sol y luego cruzó a Perú. Estuvo en las islas flotantes de Puno, Arequipa, el Valle Sagrado, Machu Pichu, Puerto Maldonado, estuvo un mes en el Amazonas y al día de hoy ya lleva 7 meses de viaje.

Marina abrió un blog llamado Adicción por los Viajes donde comparte experiencias y sensaciones de los diferentes lugares que visita. La idea del blog comenzó simplemente como un medio para aplacar la soledad y mantener la comunicación. Pero la idea es que éste se convierta en un medio para generar ingresos y poder seguir viajando.

En cuanto a la forma de sostener económicamente un viaje eterno, Marina  afirma  que realiza voluntariados, estos consisten en trabajar  a cambio de techo y comida. Otra enseñanza de estos 7 meses de viaje es  tratar de vivir como si fuera del lugar. Amoldarse a las costumbres locales hace que sea mucho más barato un plato de comida. “Se gasta mucho menos viajando que viviendo en una ciudad”.

 

A continuación una anécdota de viaje imperdible que Marina desde Perú compartió con MisionesOnline:

 

Al Amazonas casi sin querer

“El tiempo es dinero” pensó Marina cuando entró a su cuenta de home banking y vio que sus ahorros habían disminuido a menos de la mitad, lo mismo constataron sus compañeros de viaje cuando se pusieron a hacer números. Un problemón porque sus ganas de viajar y conocer aumentaban en cada kilómetro que hacían y porque ninguno de ellos quería volver  a trabajar, o si pero de algo que le guste y no les quite tanto tiempo para poder seguir conociendo el lugar en el que estaban en ese momento. “Unos vivos bárbaros”, diría su papá. Pero es lo que Marina y sus compañeros de viaje deseaban.

Se les ocurrió ofrecer en hostels asesoramiento en redes sociales, fotos y videos a cambio de alojamiento y comida. La idea quedó ahí, como si fuera que hubiesen soñado en voz alta nada más que eso. Mientras tanto vivieron de ahorros estirando como chicle cada centavo. Dos meses después, llegaron a Puerto Maldonado, una ciudad peruana en la frontera con Brasil. Estaban cerca de la reserva Tambopata, una de las áreas más preservadas de la Amazonía peruana. No podían no ir. Para llegar a la reserva Tambopata hay que viajar 4 horas en barco y no se puede realizar tal recorrido sin un guía local. Eso costaba dinero, justo lo que no tenían.  De lo contrario la opción de mandarse solos podría costarles la vida, basta con conocer algunas de las historias que guarda el Amazonas de turistas y curiosos, como la holandesa que se perdió en la selva o en gringo que fue devorado por un caimán. No les quedaba otra, para conocer la selva tenían que trabajar.

Se acercaron a un eco lodge ubicado cerca de la selva a ofrecer voluntariado, es decir trabajo a cambio de hospedaje y comida. Pero solo les ofrecieron trabajos de jardinería, limpiar baños, ordenar cuartos y minúsculas posibilidades de hacer lo que querían hacer: conocer la selva.

Conocieron a Aldo, el encargado del eco lodge quien rápidamente le dijo que siempre eran bienvenidos los trabajos de jardinería y que desde luego tomaba su oferta de voluntariado. Los chicos se miraron entre ellos. No querían trabajar de eso. Aldo les dijo que en breves tenía una reunión con un especialista en marketing, que estaban diagramando estrategias para captar público joven para hacer turismo en el Amazonas. Marina se iluminó y dijo “yo puedo darte una mano con las redes sociales, tengo un blog de viajes, mas de 6 mil seguidores en Facebook y en Instagram, sé lo que busca el público joven y ellos, pueden sacar fotos y hacer videos para generar material”, instantáneamente la forma en que Aldo veía a estos 3 chicos se modificó.

Llegaron para trabajar como jardineros y terminaron teniendo una reunión de profesionales. Aldo levanto el teléfono y le dijo a su socio “tengo una propuesta interesante”. El encontró lo que necesitaba y ellos encontraron a quien necesitaban.

 

 

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