Dilma Rousseff: «no digo adiós, digo hasta pronto»

 

«No digo adiós, digo hasta pronto», afirmó esta tarde Dilma Rousseff, llorando, en su primera declaración pública luego de ser destituida como presidenta de Brasil en un juicio político que volvió a calificar como un «golpe de Estado».»Decidieron por la interrupción del mandato de una presidenta que no cometió crimen. Condenaron una inocente y consumaron un golpe de Estado», lanzó visiblemente golpeada en una transmisión que compartió en vivo en su cuenta de Facebook.

 

A través de un comunicado difundido por las redes sociales, la ex mandataria brasileña señaló:

«Decidieron la interrupción del mandato de una presidente que no cometió ningún crimen. Condenaron a una inocente y consumaron un golpe de Estado».

 

«Acaban de derrumbar a la primera mujer presidente de Brasil, sin ninguna justificación constitucional para el juicio político», afirmó. Y se dirigió a sus seguidores: «En este momento no voy a decirles adiós. Estoy segura de que puedo decir ‘hasta pronto'».

 

A continuación, el pronunciamiento completo de Dilma Rousseff tras su destitución:

 

«Hoy, el Senado Federal tomó una decisión que entra en la historia de las grandes injusticias. Los senadores que votaron por el impeachment escogieron lastimar la Constitución Federal. Decidieron por la interrupción de un mandato de una presidente que no cometió crimen de responsabilidad. Condenaron a una inocente y consumaron un golpe parlamentario.

 

Con la aprobación de mi apartamiento definitivo, políticos que buscan desesperadamente escapar del brazo de la Justicia tomaron el poder unidos a los derrotados en las últimas cuatro elecciones. No llegan al Gobierno por el voto directo, como yo y Lula hicimos en 2002, 2006, 2010 y 2014. Se apropian del poder por medio de un golpe de Estado.

 

Es el segundo golpe de Estado que enfrento en mi vida. El primero, el golpe militar, apoyado en la truculencia de las armas, de la represión y la tortura, se me presentó cuando era una joven militante. El segundo golpe parlamentario, acontecido hoy, a través de una farsa legal, me derriba del cargo para el que fui elegida por el pueblo.

 

Se trata de una clara elección indirecta, en la que 61 senadores sustituyen la voluntad expresada por 54.500.000 votos. Es un fraude, contra el que todavía vamos a recurrir a todas las instancias posibles.

 

Sorprende que la mayor acción contra la corrupción de nuestra historia, como consecuencia de medidas adoptadas y las leyes promulgadas a partir 2003 y profundizadas en mi gobierno, lleven justamente al poder a un grupo de corruptos investigado.

 

El proyecto nacional progresista, incluyente y democrático que represento está siendo interrumpido por una poderosa fuerza conservadora y reaccionaria, con el apoyo de una prensa partidista y venal. Se capturarán las instituciones del Estado para ponerlas al servicio del más radical liberalismo económico y el retroceso social.

 

Acaban de derrumbar a la primera mujer presidente de Brasil, sin ninguna justificación constitucional para este juicio político.

 

Pero el golpe no se acaba de cometer contra mí y mi partido. Este fue sólo el comienzo. El golpe golpeará indistintamente cualquier organización política progresista y democrática.

 

El golpe está en contra de los movimientos sociales y sindicales y contra los que luchan por los derechos en todas sus acepciones: el derecho al trabajo y la protección de las leyes laborales; derecho a una jubilación justa; derecho a la vivienda y a la tierra; derecho a la educación, la salud y la cultura; derecho de la juventud a protagonizar su historia; derechos de los negros, los indígenas, la población LGBT, mujeres; derecho a hablar sin ser reprimido.

 

El golpe es contra el pueblo y contra la nación. El golpe es misógino. El golpe es homofóbico. El golpe es racista. Es la imposición de la cultura de intolerancia, los prejuicios, la violencia.

 

Les pido a Brasil y los brasileños que me oigan. Hablo a los más de 54 millones que votaron por mí en 2014. Hablo a los 110 millones, que apoyan la elección directa como forma de elección de presidentes. Hablo fundamentalmente a los brasileños que, durante mi gobierno, superaron la pobreza, alcanzaron el sueño de la casa, comenzaron a recibir atención médica, entraron en la universidad y dejaron de ser invisibles a los ojos de la nación, pasando a tener derechos que siempre les fueron negados.

 

La incredulidad y el dolor que nos golpean en momentos como éste son malos consejeros. No desistan de la lucha.

 

Oigan bien: creen que nos ganaron, pero están equivocados. Sé que todo el mundo va a luchar. Habrá contra ellos la oposición más firme, incansable y llena de energía que un gobierno golpista pueda tener.

 

Cuando el presidente Lula fue elegido por primera vez en 2003, llegamos al gobierno cantando juntos que nadie debía tener miedo de ser feliz. Por más de 13 años, llevamos adelante con éxito un proyecto que promovió la mayor inclusión social y reducción de las desigualdades de la historia de nuestro país.

 

Esta historia no termina así. Estoy segura de que la interrupción de este proceso por el golpe de Estado no es definitiva. Volveremos. Para continuar nuestro viaje hacia un Brasil donde el pueblo es soberano.

 

Espero que sepamos unirnos en defensa de las causas comunes para todos los progresistas, independientemente de su afiliación partidaria o posición política. Propongo que luchemos todos juntos contra el retroceso, en contra de la agenda conservadora, en contra de la extinción de los derechos, por la soberanía nacional y el pleno restablecimiento de la democracia.

 

Dejo la presidencia como entré: sin haber incurrido en ningún acto ilegal; sin haber traicionado ninguno de mis compromisos; con dignidad y llevando en el pecho el mismo amor y admiración por los hombres y las mujeres brasileñas y la misma voluntad de seguir luchando por Brasil.

 

Viví mi verdad. Di lo mejor de mi capacidad. No huí de mis responsabilidades. Me emocioné con el sufrimiento humano, me conmoví con la lucha contra la pobreza y el hambre, combatí la desigualdad.

 

Me embarqué en buenas peleas. Perdí algunas, gané muchas y, en este momento, me siento inspirada en Darcy Ribeiro para decir: no me gustaría estar en el lugar de aquellos que se consideran vencedores. La historia será implacable con ellos.

 

A las mujeres brasileñas, que me cubrieron con flores y afecto, les pido que crean que se puede. Las futuras generaciones de brasileñas sabrán que la primera vez que una mujer ocupó la Presidencia de Brasil, el machismo y la misoginia mostraron sus caras más feas. Hemos abierto un camino de una sola vía hacia la igualdad de género. Nada nos hará retroceder.

 

En este momento, no voy les voy a decir adiós. Estoy segura de que se puede decir «hasta dentro de poco».

 

Concluyo compartiendo con ustedes una maravillosa inspiración del poeta ruso Maiakovski:

 

«No estamos contentos, por supuesto,

Pero ¿por qué razón deberíamos estar tristes?

El mar de la historia es agitado

Las amenazas y guerras, habremos de atravezarlas,

Las romperemos por la mitad,

Cortándolas como corta una quilla»

 

Un fuerte abrazo a todos los brasileños, que comparten conmigo la creencia en la democracia y el sueño de la justicia.

 

 

 

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