Confesó el prefecto detenido por el crimen de su sobrina: «Discutimos y la maté»

El suboficial detenido por el asesinato de Gabriela Villaroel, en el barrio porteño de Villa Lugano, se autoincriminó cuando declaró en la comisaría y le dijo a la Policía que tenía una relación amorosa con ella y, por eso, estaba separado de su mujer, tía materna de la víctima.
«Yo sé dónde está Gabriela y está muerta. Discutimos y la maté», dijo ayer el cabo segundo de la PNA Néstor Fabián Quintana (29), cuando se autoincriminó ante los detectives de la comisaría 48va. de la Policía Federal de la ciudad en una confesión que sólo tendrá validez judicial si la repite mañana en su indagatoria ante la jueza de la causa, Elizabeth Paizán.
La autopsia confirmó hoy lo que ayer ya habían visto los médicos policiales que realizaron el levantamiento del cuerpo y se estableció que la causa de la muerte de Villarroel (18) fue una «asfixia mecánica», mediante estrangulamiento, y que no tenía signos de ataque sexual, según reveló a Télam uno de los investigadores.
Pero los expertos del Cuerpo Médico Forense también le aportaron a la jueza Paizán un dato que puede ser de utilidad para reconstruir las últimas horas de la víctima.
Es que, si bien hay que esperar estudios complementarios, los forenses estimaron la data de muerte en las 48 horas antes a la autopsia, es decir, que la chica fue asesinada durante la mañana del domingo, lo que indica que estuvo con vida un día y medio desde su desaparición el viernes por la tarde.
En su confesión policial, Quintana dijo que tenía «una relación» oculta con su sobrina y que incluso por ese motivo en diciembre último se había separado de su esposa, que es una de las hermanas de la madre de la víctima.
El imputado también explicó que había alquilado la habitación de la calle Zelarrayán 5336 donde ayer fue hallado el cadáver, porque en ese sitio tenía los encuentros clandestinos con su sobrina.
Un jefe policial explicó a Télam que empezaron a investigar a Quintana a partir de un dato aportado por vecinos respecto a que había sospechas de que la chica y su tío tuvieran algún tipo de relación.
Por ese motivo, Quintana ayer fue llamado a declarar por los efectivos de la comisaría 48 de la PFA y tuvo que enfrentar a los efectivos en tres oportunidades por sus constantes contradicciones e incongruencias.
«Cada vez que daba una explicación, metía la pata y terminó confesando y diciéndonos dónde estaba el cuerpo», dijo a Télam una fuente policial.
Según los investigadores, Quintana primero se puso nervioso cuando no supo explicar cuándo fue la última vez que había estado con Gabriela.
Luego se le pidió su teléfono celular para volver a llamarlo, y dijo que se lo habían robado en el barrio de La Boca y que también le sacaron 5.000 pesos, en un supuesto asalto que él denunció en la comisaría 24a.
Cuando se le preguntó de qué cajero había retirado el dinero, no pudo precisarlo, detallaron los voceros.
A pesar de las dudas, los policías lo dejaron ir y se volvieron a encontrar con él una hora después en la casa de la madre de la víctima.
Posiblemente ante la presión que ya había sobre él por sus constantes contradicciones, el hombre se presentó espontáneamente en la comisaría y pidió hablar directamente con el jefe de la dependencia, a quien le confesó el crimen y dijo dónde estaba el cadáver.
Esta mañana el padrastro y una tía de Gabriela aseguraron a la prensa que el tío «confesó» ante los investigadores haber asesinado a su sobrina.
«Confesó él, se quebró en la comisaría», afirmó esta mañana Lidia, la tía de Gabriela, quien agregó que la joven y su tío se llevaban «bien, tenían una relación de tío y sobrina» y precisó que no le informaron a la familia cómo había ocurrido el crimen: «La policía nos dijo que la mató, nada más».
Quintana «se sentía acorralado y por eso se entregó», dijo ante la prensa otra tía, de nombre Margarita.
El cadáver de la chica fue hallado ayer pasadas las 18 en la pensión donde el tío alquilaba una habitación, en la calle Zelarrayán, entre Fonrouge y Larraya, a cuatro cuadras de donde había sido vista por última vez.
Hasta allí llegaron los investigadores de la comisaría 48a, y encontraron el cuerpo dentro de unas bolsas negras de consorcio, perfectamente embalado para ser descartado.
Gabriela había sido vista con vida por última vez el viernes alrededor de las 18, cuando salió con su hermana rumbo a un cíber, aunque dos cuadras antes, en la esquina de Somellera y avenida Larrazábal, dijo que iba a quedarse esperando a su novio de 20 años.
Sin embargo, el muchacho nunca se encontró con ella, llamó a la madre de Gabriela y, tras no lograr contactar con la joven, radicaron la denuncia en la comisaría 48va. y se inició la búsqueda.
Durante todo el fin de semana, los familiares de Gabriela realizaron varias marchas pidiendo a los vecinos que los ayudaran a encontrar a la joven.
Voceros judiciales confirmaron a Télam que la jueza Paizán le tomará a Quintana declaración indagatoria mañana en el Juzgado de Instrucción 20, en el quinto piso del Palacio de Tribunales.

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