Productores urbanos de Eldorado cultivan y venden hortalizas a verdulerías y en los barrios de la ciudad

En espacios reducidos y zonas urbanas es posible cultivar hortalizas, no solo destinadas al autoconsumo sino también para la venta a verdulerías y casas particulares. Así lo demuestran Carlos Paredes, Ramón Ibarra y Mario Ozak, quienes sin contar con grandes extensiones de tierra plantan hortalizas y la comercializan en las verdulerías y los barrios de Eldorado. Con esta actividad,  los tres mantienen sus hogares y viven bien. En los dos últimos años reciben la asistencia técnica e insumos de parte del Instituto de Fomento Agropecuario e Industrial (IFAI).

Empezaron con una huerta en sus casas, luego buscaron terrenos cercanos a sus viviendas para ampliar la producción. Paredes, quien vive en el barrio en el barrio 1 de Mayo de Eldorado, se inició en la actividad hace 16 años, con una huerta en el fondo del patio de su vivienda. Cuando comenzó a tener más demanda, debió buscar un lugar para aumentar su producción. Solicitó permiso al dueño del terreno ubicado frente a su casa  y pasó a cultivar allí desde hace diez años.

Armó numerosos canteros donde plantó repollo, perejil, cebollita, lechuga, rabanito y acelga, aunque el fuerte de su producción es la lechuga, que la produce todo el año. “Vendemos en los barrios de Eldorado y hoy mi familia vive solo de la huerta. Yo trabajo con mi amigo Ibarra, que se sumó este año. Antes estaba solo, ahora agrandé la huerta y sumé a un compañero”, comentó Paredes.

Por ahora no tiene sistema de riego ni invernáculos, los cultivos están al aire libre. El próximo paso es adquirir una bomba para extraer agua de una laguna cercana y armar un sistema de riego. “Es posible producir verduras sin invernáculo, aunque creo que aumentará la producción si tengo eso. Hoy el riego lo hago en forma manual, con manguera y agua potable de la red de mi casa. Esto lo hago todo los días junto a mi compañero”, comentó Paredes. “Queremos ampliar más, por eso esperamos que salga el Mercado Concentrador en Eldorado”, manifestó.

Entre Paredes e Ibarra se dividieron las tareas, mientras uno se encarga de los cuidados de la huerta por la mañana el otro sale a vender. Como Ibarra se considera un verdadero vendedor de la calle, es quien temprano arma dos cajones con verduras y las carga en su bicicleta. A las dos horas regresa a reponer la mercadería. Después del mediodía, Ibarra se suma al laboreo de la tierra. Al recordar como empezó Ibarra relató: “Yo vine de paseo a visitar a Paredes y él me dijo ¿querés darme una mano? Yo le dije que sí, como soy vendedor de la calle, vendo chipa, frutas y lo que venga. Le di una mano. Hasta ahora estamos siguiendo. Desde las 6:00 hasta las 12:00 vendo las verduras.  A las 12:30 vengo a la chacra hasta las 19:00”.

Al principio, Ibarra recorría las casas de los barrios aledaños de donde cultivan. Desde hace unos meses tiene un puesto fijo en el acceso a la Escuela Agrotécnica, cerca de la avenida San Martín. “Gracias a Dios no nos falta nada. Ahora quiero dedicarme solo a esto, me gustó y quiero seguir. En una época tenía una huerta familiar, pero nunca una experiencia como esta”, expresó.

 

Bajo invernáculo

Otro de los agricultores que supo aprovechar el poco espacio que tenía en su terreno es Mario Ozak, de 9 de Julio. Cuenta con varios invernáculos donde tiene rúcula, lechuga y cebollita de verdeo. Allí se instaló hace dos años, después de haber tenido un accidente. Sin experiencia previa en cultivo bajo invernáculo, comentó: “me largué a hacer y resultó. Compré las semillas en una agropecuaria, después el IFAI me trajo otras variedades”.

A través de un amigo consiguió la madera, y con el IFAI, los plásticos para cubrir los invernáculos. Solo levantó las estructuras y sembró variedades de hoja. La mayoría de la producción la comercializa en Eldorado. “La rúcula llevo a vender a Eldorado, entrego todo en las verdulerías. Acá casi a diario la gente viene a buscar. Lo mejor y lo que más sale es la cebollita de verdeo, la rúcula y la lechuga. En verano la chaucha y la mandioca”. Hoy Ozak solo vive del cultivo de las hortalizas, “prácticamente tengo ingreso de dinero todos los días”.

Durante una recorrida que realizó hace unos días, el presidente del IFAI, Ricardo Maciel, destacó la labor de estos tres agricultores. “Lo que antes era una huerta familiar, en el fondo de la casa, hoy es una producción al mayor”, afirmó. Observó además que “estas dos experiencias que vimos no son agricultores con disponibilidad de tierra, sino productores insertos en una zona urbana que nos demuestran que -con poca extensión de tierra y con ganas de trabajar- pueden generar producción para el autoconsumo y salir a comercializar”.

“Lo hacen en terrenos urbanos, usando agua de la red de agua potable. A medida que aumenta la producción, como es el caso de Paredes, para generar un salto, necesita un sistema de riego. Desde el IFAI estamos coordinando las necesidades que tienen y ver cómo podemos asistirlos. Son productores que de manera constante se capacitan”, remarcó Maciel. La experiencia de Ozak, Paredes e Ibarra demuestra que en la ciudad también se puede cultivar alimentos para la venta.

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