Vea los goles de la eliminación de Boca de la Libertadores

En la Bombonera cayó derrotado 3 a 2 ante Independiente del Valle y se quedó afuera de la competencia. el equipo xeneize no estuvo a la altura de las exigencias, Tevez no pudo salvarlo y hasta le hicieron dos goles en un minuto.

 

 

El impasse por la Copa América no resultó la plataforma que Boca necesitaba para recargar energías. Hoy, en definitiva, le revuelve las tripas. La máquina de generar ansiedades frente al gran objetivo que lo obsesiona desde hace años, la Copa Libertadores, lo terminó por traicionar. La mejor síntesis entre ambos extremos se concentra en la imagen de Guillermo Barros Schelotto, que pasó de un gran entusiasmo en la previa del viaje a la altura de Quito para el primer cruce con Independiente del Valle a enojarse con un periodista en la conferencia anterior a la revancha en la Bombonera por la palabra «obligación». La presión por ganar estuvo siempre en Boca y quedó más en evidencia cuando las puertas del fixture la brindaron una posibilidad menos compleja de lo que podría haber sido. Pero no lo aprovechó y la reacción del Mellizo lo asfixió. En otro momento, hubiera mirado para otro lado sin prestarle demasiada atención a algún gesto que no le gustaba. Pero quizás aquello era una premonición de los nervios internos que le explotaron anoche en la cara. Porque ayer en la Bombonera, cuando se suponía que todo podía resultar perfecto, el deseo de volver a conquistar la cima de América se transformó en una eliminación que a futuro lo atormentará como una pesadilla.

«Volver a Japón», la propuesta en la plataforma de Daniel Angelici cuando todavía no era presidente de Boca, en 2011, es un ruido molesto a esta altura. Porque esa idea era la que motivó el regreso de Carlos Tevez en 2015, la razón del despido de Rodolfo Arruabarrena en 2016 y la llegada de un ídolo como Guillermo Barros Schelotto para el banco, justo uno de los futbolistas xeneizes más ganadores de la historia, con 16 vueltas olímpicas, cuatro de ellas en Libertadores. Anoche no lo pudieron salvar de un papelón impensado con una caída por 3-2.

Los dirigentes, con cada inversión millonaria en los libros de pases, mostraban su desesperación por conquista la Copa Libertadores. Llegaron Darío Benedetto, Fernando Zuqui, Walter Bou y Santiago Vergini… Pero tampoco resultó y ahora todo ese material será más observado que nunca. Angelici recurrió a todo lo que tuvo a su alcance para poder cumplir con su propuesta de campaña, pero sigue sin servirle semejante billetera.

El mandamás xeneize, como nunca antes, caminaba por los pasillos de la Bombonera confiado, intuyendo que esta vez sí se le daría: su optimismo estaba centrado en que Tevez (al no ser convocado por Martino) había podido hacer una gran pretemporada y también en Guillermo. Angelici se apoyó mucho en el liderazgo del Mellizo dentro y fuera de la cancha y anoche el equipo no dio la talla respecto a lo que esperaba el presidente y mucho menos respecto a lo planificado por el entrenador. Boca se desdibujó, con la desatención en el primer tiempo que le costó el empate en los pies de Caicedo y cuando comenzó la segunda etapa terminó por desnudar a un equipo sin el carácter necesario para ser campeón de América. Le hicieron dos goles en un minuto (Cabezas y Angulo). Inexplicable.

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Lo de Tevez es un caso especial. Pocos regresaron en plenitud como él. El Apache lo hizo con la idea de devolverle a Boca el protagonismo que había perdido desde la salida de Riquelme. Potenció el idilio con la gente con el bicampeonato de 2015, el torneo local y la Copa Argentina, pero él sentía, como todo Boca, que el gran objetivo era la Libertadores. Anoche se dio un golpazo. Uno que sin duda no esperaba. Tuvo una buena serie con Cerro Porteño, haciendo un gol de cabeza en Paraguay y asistiendo a Lodeiro en la victoria 2-1; también abriendo el desquite en la Bombonera, con un penal. Ante Nacional fue más terrenal y en Quito se soltó recién en los últimos 20 minutos. Anoche, cuando el equipo lo necesitaba más que nunca, lo suyo fue más ganas que juego y resultó intrascendente. Nunca impuso sus condiciones en el partido y Boca lo sufrió demasiado.

 

A Guillermo, la chance de levantar la Copa como DT de Boca le llegó en el momento menos pensado y se le escurrió de la misma manera. El Mellizo había dicho «de acá a junio va a ser así», tras asumir en un contexto bastante adverso (un grupo caído anímicamente y con sus primeros dos partidos ante River y Racing, casi sin tiempo para entrenar) a ver que, de repente, un par de decisiones lo podían empujar hasta el receso victorioso. Y así fue. Pero así como logró una cosa, anoche vio cómo le explotó todo en la cara. Sabía que la lupa tendría más aumento tras la Copa América, cuando realmente le iba a poder dar una mayor impronta al equipo, entre los refuerzos y las largas semanas para trabajar en lo físico y táctico. No pudo hacer nada de lo que esperaba y sin duda que lo que sucedió en la noche negra de la Bombonera lo cargará de inseguridades para lo que vendrá. Más allá de los méritos en el recorrido de Independiente del Valle para llegar donde llegó y del enojo previo de Guillermo, Boca sabía que tenía la doble presión ya no sólo de llegar a la final de la Copa Libertadores, sino también de sobreponerse a la exigencia de ser el favorito en la serie. No pudo superar ninguna de las pruebas que tuvo por delante. Los xeneizes no estuvieron a la altura de las exigencias y el trompazo recibido le traerá consecuencias

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