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Medios nacionales destacan el Da Vinci, “el robot más avanzado del mundo” del hospital Madariaga

El diario La Nación escribió un artículo sobre las intervenciones que realizan cinco médicos con la mano metálica “del extraordinario Da Vinci” del hospital escuela de agudos Ramón Madariaga.

Hospital Escuela de Agudos Dr. Ramón Madariaga es el centro referente de salud pública de la provincia de Misiones. Ubicado frente al Río Paraná, es el edificio mayor de los dieciséis que conforman el Parque de la Salud, un predio dedicado a la sanidad que además ofrece un hospital pediátrico y otro materno a punto de ser inaugurado. Hasta este centro de alta complejidad llegan más de 50.000 pacientes por mes de esta provincia, de las linderas y también del Paraguay.

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Una vista aérea muestra su forma perfecta de hélice de tres aspas. Desde adentro, su centro espiralado permite, con sólo levantar la vista, ver la zona de consultorios externos, la capilla, el bar, la habitaciones y las oficinas administrativas. En el último piso están los quirófanos. Allí, todos los martes y jueves un grupo de cirujanos misioneros realizan intervenciones ginecológicas y urológicas con el robot más avanzado del mundo. «Mientras hacía mi residencia, hace siete años, en Florencia Varela, un cirujano nos contó sobre estos robots que en los Estados Unidos ya eran furor, y recuerdo pensar ojalá algún día pueda ver uno», cuenta el ginecólogo David Rywaka (37), jefe del Servicio de Robótica del Hospital, en referencia al robot Da Vinci, un instrumento quirúrgico que permite realizar cirugías mínimamente invasivas y que dota de múltiples beneficios al paciente y al cirujano. Como una cirugía laparoscópica, pero mucho más avanzada, a través de pequeñas incisiones en el paciente se colocan tubos finos y flexibles por los que ingresan cuatro brazos robóticos que emulan con precisión milimétrica los movimientos que un cirujano realiza sobre una consola, a unos tres metros del paciente. No sólo la emulan, la mejoran y permiten realizar movimientos, cortes, suturas, extracciones e imágenes que no se pueden lograr de ninguna otra manera.

El trío de cirujanos robóticos del hospital se completa con el ginecólogo Néstor Tappari (49) y con el jefe del Servicio de Ginecología, Juan José Carmona (62), quien, con más de 30 años en la institución, es el que mayores cambios en la atención ha experimentado y por eso remarca la importancia de contar con esta innovación: «Ofrece mayor precisión y mucho menor sangrado, la recuperación es casi inmediata, no hay dolor, esto es tener el gold standard mundial. Lo sabemos y por eso no podemos fallarle a este hospital».

Para Rywaka, ellos tres son familia. Se nota su complicidad y una escucha fraterna mientras presentan su trabajo entre mate y mate. «Estamos todo el día juntos, y representamos a tres generaciones y eso nos aporta tres miradas distintas de las que aprendemos y nos alentamos. Las pacientes son muy humildes y poder darles esto es fantástico. Esto es lo lindo del hospital público», continúa. Juntos han llevado a cabo más de 180 intervenciones con el robot en los últimos dos años, a las que se suman otras ochenta intervenciones del equipo de urología.

Que quien opera es un humano y no la máquina no es algo obvio para las pacientes ni para muchos colegas que aún creen que el robot es programable.

-Más de uno cree que le damos play y nos ponemos a armar un mate -se ríe Rywaka.

-Me preguntan mucho cómo puede ser que tengamos esto en Misiones. Más de uno cree que nos colgamos de las lianas -dice Tappari.

En el país hay cinco robots Da Vinci. Dos en el Hospital Italiano, uno en el Complejo Médico Policial Churruca, otro en el Hospital de Trauma y Emergencias Dr. Federico Abete-Malvinas Argentinas (en desuso) y éste en Posadas. Sólo diecisiete cirujanos cuentan en la Argentina con una certificación válida para operar con el robot, tras haber pasado por una capacitación que incluye trabajo en simuladores, horas de estudio de videos, operación en animales, capacitación en el exterior y, finalmente, una serie de intervenciones asistidas por un experto internacional que los acompaña en sus primeros procedimientos.

La dificultad para su masificación es que aún resulta muy costoso. En 2012, el hospital Madariaga invirtió ocho millones de pesos en su adquisición y hoy un equipo ronda los dos millones de dólares. Pero los beneficios impactan también en los costos de la institución. Una operación a cielo abierto (con corte en el abdomen) llevaba hasta cinco días de postoperatorio y riesgo de posibles infecciones; con la opción laparoscópica son unos tres días. Con el Da Vinci, en menos de 24 horas muchas pacientes pueden regresar a sus casas. El costo de internación está bajando mucho gracias a esto. «Esto es fundamental porque muchas dejan a sus hijos con un vecino, toman hasta tres colectivos para llegar y te cuentan que acceden a operarse porque pueden volver pronto con su familia», describe Rywaka.

 

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