Argentina en serio riesgo de balcanización

Balcanizar significa disgregar un país o una región en partes enfrentadas, generando odios profundos que impidan la reunificación, configurando con ello un escenario geopolítico marcadamente conflictivo y de muy difícil solución.
Como heredera del Virreinato del Río de La Plata, la República Argentina sufrió importantes pérdidas de territorios, con los que de habernos mantenido unidos en una confederación de carácter federal, hubiéramos configurado un país de enormes dimensiones, y con una potencialidad mucho mayor que la que cada uno de los cuatro Estados tenemos separadamente. Eso aplicable a las cuatro
naciones en que nos hemos desgajado, básicamente por la insidiosa influencia británica como por los egoísmos portuarios y otros accionares de dirigencias miopes o egocéntricas sin criterio de grandeza.
Varios factores se conjugaron para consumar esa precoz balcanización.
 El accionar egoísta, miope y centralista, de los portuarios que solo apuntaban a sus intereses personales y grupales, carentes de todo sentido de grandeza.
 El accionar sutil pero poderoso de la hábil diplomacia británica, experta en acciones conducentes a su máxima imperial de “divide y reinarás”.
 Vinculado a lo anterior, el precoz e innecesario endeudamiento muy oneroso, al cual nos sometió la minoría anglófila, personificada en el agente británico que fue Bernardino Rivadavia, pero que contó con su influyente círculo de liberales a ultranza, que siguió cometiendo sibilinas acciones antinacionales cuando su mentor o inspirador ya había sido expulsado del poder, por el pueblo indignado. A eso se sumó la poderosa influencia que desde nuestros comienzos tuvo la poderosa Banca británica, que incluso ató de manos a caudillos patrióticos, como Manuel Dorrego.
 Los ataques directos o encubiertos que debimos enfrentar, estos últimos apoyando a diversos agresores y secesionistas, los que fueron repetidamente perpetrados por Francia y Gran Bretaña, las dos mayores potencias del siglo XIX.
 El expansionismo del Imperio del Brasil, con sus constantes presiones y ocupaciones en las fronteras.
 Las prédicas y acciones de intelectuales unitarios, cuyas indudables inteligencias estuvieron en forma miope o directamente traidoras, orientadas al achicamiento del territorio nacional. Los más conocidos de esos intelectuales que pusieron sus inteligencias y sus plumas al servicio del achicamiento territorial, fueron Sarmiento, los hermanos Florencio y Juan Cruz Varela, Esteban Echeverría, José Mármol y Juan Bautista Alberdi.
Este último fue el único que se retractó en sus años postreros.
 Las acciones de militares muy confusos o directamente traidores a los Intereses Nacionales, como Lavalle, Urquiza, Paz y otros.
 Dirigencias mediocres, o miopes de miras, o deseosas de mantener sus pequeños feudos de poder localista estrecho, que debilitaron el que debió ser sólido poder de conjunto, para oponerse a influencias extranjeras negativas; lo que generó mandamases reducidos a ser absolutistas locales pero en política exterior dóciles mandaderos de las potencias de turno; o los que osaron rebelarse en soledad (como Solano López) sin el respaldo del Poder Confederal previamente abortado, en muchos casos provocaron a la postre agresiones mayores del liberalismo rampante y estructural, para destruir toda idea de accionar independiente de las presiones de las
grandes potencias de la época.
Ya pacificada Argentina e institucionalizada a partir de “orden conservador” impuesto desde 1862, por la inercia o desinterés del centralismo portuario, no cesaron las pérdidas de territorios, ante sucesivos laudos arbitrales que nos fueron desfavorables; lo cual preocupó poco o nada a la oligarquía campera pampeana en el poder casi sin solución de continuidad. Oligarquía para la cual lo único importante eran sus negocios y sus crecientes utilidades, favorecidas por el contexto internacional de la segunda mitad del siglo XIX, y para la cual el único territorio importante era (y sigue siendo) la Pampa Húmeda y poco más.
Es de enfatizar que el liberalismo es la doctrina del colonialismo
autoaceptado por las élites ultraconservadoras portuarias de Argentina, dándoles el libreto falaz con el cual perpetuarse en el poder, sin importar que sea a costa del subdesarrollo crónico y la dependencia de Argentina respecto a los poderes financieros mundiales y las potencias hegemónicas de turno.
La única fuerte excepción en el medio siglo del régimen  conservador oligárquico fue el accionar firme y decidido del dos veces presidente Julio Argentino Roca, quien a pesar de surgir del riñón del conservadurismo liberal (de cuyos falaces principios nunca renegó), tuvo claro sentido de lo nacional. A su decisión le debemos la posesión efectiva de La Patagonia, el Gran Chaco
Argentino, y la Provincia de Misiones; así como otros logros de institucionalización, muy importantes, y el no menor mérito de haber desplazado del poder al mitrismo, portuario, centralista y cerradamente unitario. Omito explayarme en esto, en mérito a la brevedad. En menor escala, también cabe rescatar a Carlos
Pellegrini, de ese poco más de medio siglo (1862-1916) del régimen oligárquico que careció de visión de grandeza nacional, cerrándose al mediocre rol de país estancia subordinado explícitamente al poder económico y político británico.
No ampliaré –en mérito a la brevedad- conceptos referentes al centralismo excluyente, que siguió en décadas posteriores ignorando las fronteras y careciendo de una doctrina geopolítica argentina, con los perjuicios consecuentes para nuestro país.
El régimen oligárquico liberal pro británico, se reeditó en el período que Jauretche, con su filosa pluma e insobornable pensamiento, bautizó como “la década infame”. Para eso no solo contó con las estructuras del ultra conservadurismo (partidos políticos herederos del infame unitarismo, socialmente insensibles y excluyentes, incluso con dejos claros de racismo “a la criolla”); sino también con los apoyos desde la pseudo izquierda del socialismo justista (Juan B. Justo y seguidores), oligárquico, anti industrialista, centrado en los inmigrantes gringos y excluyente de los argentinos del interior profundo. Se sumaron al conservadurismo más recalcitrante, deseosos de su cuotita de poder y prebendas, sectores alvearistas del radicalismo, quienes tiraron por la borda todo atisbo de los señeros principios doctrinarios y patrióticos de Yrigoyen. También integraron la
rosca del poder en esos oscuros años del Pacto Roca Runciman y otras aberrantes entregas de soberanía y dignidad nacional, sectores liberales de las Fuerzas Armadas, personificadas en el General acuerdista Agustin P. Justo, el de la mascarada de la amplia sonrisa perenne con la cual persiguió y/o encarceló (o avaló esas viles acciones) a patriotas civiles y militares, precisamente por el
“delito” de ser patriotas, como Yrigoyen, Mosconi, Baldrich, y otros. Mientras, la geopolítica nacional era oficialmente olvidada, y las fronteras relegadas. Por caso, la Mesopotamia, a la que se condenó al aislamiento y el subdesarrollo, por una miope concepción de la Defensa Nacional.
Más acá en el tiempo, llegando a nuestros días, varios momentos de quiebre y de restauración del liberalismo rampante, han sido 1955, 1962, 1976 y 2015; y no por casualidad a partir de esos momentos históricos se acentuaron los riesgos de balcanización, en algunos casos por el debilitamiento del Estado, subyugado a los poderes corporativos transnacionales; y en los dos últimos por actuar semi embozada pero claramente nuevos actores al servicio de los odios y la disolución nacional.
Desde los años ’90, la amenaza no es “solo” el achicamiento territorial por descuido de las fronteras. Ahora el riesgo concreto es la total balcanización, promovida por el neoliberalismo como herramienta de la globalización a ultranza; buscando que nos transforme en pequeñas republiquetas impotentes, dóciles y maleables por parte de las potencias neocoloniales, y del poder financiero transnacional.

 

La crisis terminal de 2001-2002

Si bien el terreno de la disgregación nacional fue preparándose lenta pero sistemáticamente al menos desde 1955 (con el golpe de Estado armado y promovido por Gran Bretaña), a partir del golpe de 1976 los tiempos fueron acelerándose, lo cual como es usual, no fue advertido por sectores civiles y militares que –en muchos casos supuestamente bien intencionados-, resultaron incapaces de analizar desde una clara visión geopolítica, el contexto y las medidas que iban perpetrándose…o fueron directamente cómplices de esas acciones.
La Doctrina de la Defensa Nacional, herencia clara de la Ley Riccheri, fue suplantada por la doctrina de la seguridad nacional, impuesta desde EEUU a toda Íbero América; lo cual significó transformar las fuerzas armadas para la defensa, en meras fuerzas de ocupación, no entrenadas mi mental ni fácticamente para la defensa, que debería ser siempre su rol principal y preponderante. En la Guerra del Atlántico Sur pagamos caras las consecuencias de ese desatino. Pero tan profunda es la colonización cultural, que a más de tres décadas no se hizo el profundo replanteo estratégico imprescindible, ni varió un ápice la mentalidad de buena parte de los retirados, que siguen inmersos en perimidos esquemas de los años ’70 y no son capaces de entender el concepto amplio e integrador de “soberanía”, agotándose en las formalidades del himno y la bandera, negándose a abrir la mente a conceptos claros y bien fundamentados de estrategia y de geopolítica nacional. Confusiones o ignorancias que también abarcan a amplios sectores de la población. Eso se agravó con la nefasta reforma de planes educativos, aprobada en el alfonsinato, que siguió sin cambios hasta 2005, y que al vaciar de contenidos, produjo varias camadas de egresados con notables carencias en Matemática, Lengua (castellano –muchos docentes y profesionales no saben redactar ni una simple nota-), Historia y Geografía. Gente muy ignorante –civiles y militares-, es más proclive a aceptar cualquier aberración, como la disgregación nacional.
Por supuesto no cabe soslayar el accionar guerrillero, disolvente y violento, que formó la segunda manopla de las tenazas con la cual se nos sumió en el estado de virtual guerra civil, “sugerido” por el británico Harry S. Ferns como única alternativa para anular los notables avances socio económicos logrados por Argentina, que cuatro veces nos pusieron en el umbral del desarrollo; avances que
nos alejaban del rol de colonia dócil del viejo imperio, al cual nos habían relegado los retrógrados sectores político-económicos ultra conservadores, que nos manejaron durante más de las 3/4 partes de nuestra existencia, y que son causantes principales del subdesarrollo crónico, de ningún modo acorde a nuestras enormes potencialidades.
El siniestro “proceso” (1976-1983), con la excusa de la existencia real de violencia guerrillera, puso a las retrógradas y  económicamente genocidas transformaciones económicas rápidamente perpetradas, bajo el amparo de las bayonetas, transformadas estas en custodios de la implementación del neoliberalismo en Argentina, que incongruentemente buscaba reeditar el liberalismo a ultranza que se enseñoreó en nuestro país por acción del mitrismo y sus continuadores (1862-1916); liberalismo decimonónico en versión acriollada, que en aquel medio siglo largo dilapidó una excepcional y prolongada coyuntura mundial, favorable a nuestras exportaciones de materias primas, con cuyas divisas bien se hubiese podido construir la estructura industrial y tecnológica, con la cual transformarnos en una real potencia económica, en vez de esa estructura semi colonial en la cual operábamos como granja principal para abastecer a la industria extranjera, básicamente británica.
Pero el plan aplicado desde 1976 por Martínez de Hoz y sus continuadores (que habría sido pergeñado por Mariano Grondona, cerebro al servicio de la oligarquía desde 1955), custodiado por la cerrazón mental crónica de los Videla y similares (que el patriota Dr. Julio C. González califica como “entes biológicos”, claramente asimilándolos a otros organismos descerebrados, como las amebas), iba más allá. Con la excusa (o motivo real) que el movimiento obrero peronista tiene su principal base de sustentación en la industria y en los servicios públicos, buscó el  desmantelamiento industrial total, la destrucción de los entes tecnológicos (o su jibarización acentuada), y el desguace de todas las empresas y entes estatales de servicios públicos; para con ello destruir al sindicalismo argentino…claro está que el objetivo central era desindustrializar a Argentina, para volver a los “buenos tiempos” del país estancia, con patrones omnipotentes y peones “de pata ‘l suelo”, de los “años dorados” de la todopoderosa oligarquía campera, reforzada ya con las nuevas oligarquías financiera, importadora e intermediaria. El debilitamiento del país, nunca les importó. De eso a la balcanización, hay solo un paso.
El plan económico aplicado desde 1976 no tuvo plazos, tuvo objetivos, y fue siniestramente “bien” pensado y ejecutado. Las tareas de ablande de la opinión pública (tan advenediza, tan superficial y fácilmente manipulable, sobre todo en sectores “despolitizados” –léase acomodaticios o muy superficiales-) de la voluble clase media, calaron hondo; y esas tareas psicológicas de zapa, fueron metódicamente perpetradas por los mercenarios de la comunicación al tanto por cuanto y catedráticos cómplices o complacientes; estando a la orden del día el desprestigio sistemático de las empresas del Estado y de todo lo estatal; e incluso más aun, atacando y “poniendo sospechas de ineficiencia” a toda la producción industrial nacional. Por supuesto, que en el marco severamente represivo de esos años, cualquier opinión en contrario, por más bien fundamentada o moderada que fuera, era rápidamente catalogada de “subversiva”, lo cual implicaba
automáticamente el riesgo de engrosar las listas de desaparecidos, o de muertes “accidentales”, como las del dirigente de Luz y Fuerza Oscar Smith, y del muy querible cantautor Osvaldo Cafrune, entre muchas otras.
En el marco del desprestigio conceptual a todo lo estatal, el accionar neoliberal fue demoledor para desarticular financieramente a todas las empresas y entes estatales, y con ello impedirles desarrollar ninguna tarea mínimamente eficiente. Se obligó a nuestras empresas a asumir deudas externas, cuyas divisas eran remitidas directamente al Ministerio de Economía de la Nación, para enjugar los enormes déficits fiscales que eran no solo incapaces de achicar, sino que los aumentaban desaprensivamente, en aquellos siniestros años de plomo, en los que opinar críticamente podía ser suicida. Los brutales endeudamientos, totalmente desproporcionados e innecesarios, llevaron a déficits abultadísimos e inmanejables a las empresas estatales, que fueron la antesala y la excusa para las posteriores privatizaciones salvajes, las que fueron perpetradas ya en los años de la “partidocracia cleptocrática” de entre los años 1983 y 2001, cuyo período crítico y tristemente célebre fueron los años ’90 (’89-’01).
Mientras que el irracionalmente creciente endeudamiento externo nos ponía en situación de extrema dependencia de la Banca transnacional –con todas las presiones consecuentes, como las visitas de los “virreyes” financieros del FMI, eternos recetadores de medidas recesivas-, la desarticulación de la economía nos dejaba a los argentinos sin trenes, con restringidos y deteriorados servicios aéreos, sin nuevas rutas ni menos aun autovías, con escuelas con contenidos degradados y con las escuelas técnicas virtualmente desaparecidas o muy vaciadas de materias técnicas, con servicios sanitarios deficientes, con desocupación creciente y salarios a la baja acentuadamente, con la emigración como aparente única “solución” para científicos, profesionales y trabajadores comunes, con miseria creciente, y con la diáspora de las economías provinciales excluidas del núcleo central de la Pampa Húmeda empobrecidas y sin futuro aparente; en un contexto siniestro y desalentador, que se completó con la “rendición incondicional” pactada por Menem-Di Tella ante Gran Bretaña, que significó el desarme sistemático y el poder de veto británico ante cualquier intento de compra de equipamiento para nuestras “Fuerzas des-Armadas” y el desguace de Fabricaciones Militares y el freno total a las construcciones de aviones, barcos y submarinos; las que para completar no se sacudieron el lastre de la ideología liberal tan asumida en diversos de sus estamentos…incluso manteniendo la enfermiza anglofilia que siguen demostrando partes de las altas oficialidades de la Marina…tal lo prueban al menos dos libros editados después de la guerra (*).
Fue en esos años, en los que muchas aberraciones conceptuales fueron acuñadas para avalar los desmanes socio económicos neolibe rales, y sus consecuentes presiones a nuestra balcanización.
– Se pasó a llamar “gasto público” a toda erogación presupuestaria, sin diferenciar las partidas de inversiones genuinas –por caso de obras públicas- de los meros gastos corrientes. Esa felonía conceptual se refuerza con la supuesta “necesidad” de “reducir el gasto público”, negándose el rol dinamizador del presupuesto en su rol contracíclico, como lo demostró el keynesianismo, y como lo experimentó Argentina para salir de la crisis terminal de 2001/2002.
– En vez de “economías provinciales” se pasó a usar el difuso concepto de “economías regionales”, del cual no por casualidad se excluyó a la región central de la Pampa Húmeda, única privilegiada del conservadurismo rampante.
– Complementariamente con lo precedente, se comenzó a utilizar el agresivo y degradante concepto de “provincias inviables” para englobar a todas las excluidas del núcleo agro ganadero tradicional. Y de lo inviable a lo descartable solo hay un pequeño paso, que conduce a la pasiva desarticulación territorial.
– Al final de esos siniestros años, a la par que se repetía que la deuda externa era impagable (pero nadie cuestionaba ni a los que la contrajeron como funcionarios-comisionistas ni a los prestamistas que la permitieron crecer descomunalmente); y a la par se repetía que la única salida posible era canjear deuda por territorios. Una infamia, que incluso dos viejas (literalmente) conductoras de TV promocionaban como que “no hay alternativas”, postura acorde a su revulsivo conservadurismo, elitismo excluyente y a otras acciones “non sanctas” (como fraguar la compra de un costoso auto por parte de un discapacitado insolvente, para comprarlo sin impuestos, tal como perpetró “La Susi”), y un sinnúmero de actitudes retrógradas y oligárquicas de “Mirtha”. Todo eso  conducía a la desintegración territorial.
Ese severísimo contexto de caos económico y descontento social creciente, nos llevó a la crisis terminal de fines de 2001, que puso en jaque a la gobernabilidad, situación en la cual el establishment apostaba a una supuesta “solución” solo después de una feroz guerra civil que consideraban no solo inevitable, sino seguramente también “necesaria”, después de la cual la balcanización en media docena de republiquetas dóciles y muy manejables por el poder transnacional, era la consecuencia final. Esto, que a muchos “bien pensantes” les parece una rotunda exageración, no solo tuvo muchos indicios muy claros, sino que incluso lo escuché en una expresión “off the record” de uno de los que actuaron en tareas gubernativas cuando se intentaba recomponer el caso post 2001.
Completando el cuadro de disgregación, las acciones de zapa de diversas ONGs y Fundaciones británicas, europeas y de EEUU (pseudo ecologistas, ultra indigenistas, derecho humanistas y otras), sumaron sus crecientes y poderosamente financiadas campañas, en las que con sutiles mensajes promueven la aceptación del subdesarrollo crónico, la pérdida total de valores nacionales y el descerebramiento masivo, para el cual están tan preacondicionados muchos sectores de las clases medias, con muy deficientes formaciones a consecuencia de la antes citada reforma educativa, y del martilleo constante de los medios de comunicación corporativos, amén en muchos caso del copamiento del ámbito académico por personeros del neoliberalismo rampante y acomodaticios varios.

 

La preocupante situación actual

La vuelta del neoliberalismo salvaje (*), por segunda vez mediante elecciones, pero por primera vez con un gobierno que anticipadamente dio claras e inequívocas señales de sus intenciones, y que pese a ello fue apoyado por amplios sectores sociales medios y bajos a los que inmediatamente perjudicó acentuadamente, seguramente pasará a ser un caso de estudio no solo en los anales políticos, sino también sociológicos y psicológicos masivos; un caso testigo de masiva colonización y manipulación mediática ejercida a escala masiva y demoledora, como sin duda lo hicieron y siguen haciendo los medios de comunicación masivos y los opinadores varios al servicio del establishment.
La severísima destrucción socio económica que diversos indicadores macro demuestran palpablemente, así como el aumento de la miseria, la desocupación, los cierres de empresas y el resurgimiento de prácticas indicadoras del deterioro general, tienen sin duda relación directa con la desintegración del poder geopolítico argentino, lo cual afecta negativamente los riesgos latentes de balcanización.
De hecho, el neoliberalismo tiene por finalidad central debilitar a los Estados – naciones, sobre todo los excluidos del grupo de las megas potencias tradicionales, las que pueden definirse como el G 7 más la UE más las potencias anglosajonas asociadas a la Commonwealth. Y debilitar a los Estados, ejes rectores e integradores políticos de las naciones, es facilitar el camino hacia la balcanización. Eso sucede actualmente en Argentina. Pero no es todo.
Si bien el saldo de la suma algebraica de las acciones de gobierno de los precedentes doce años de economía keynesiana (con fuerte intervención activa del Estado) en Argentina, de acuerdo a diversas y contundentes variables socio económicas a niveles macro, es claramente positivo, ello no obsta para que hayan quedado materias pendientes importantes en lo geopolítico (amén de otras), e incluso que existieron errores, algunos muy serios, cuyas consecuencias hoy se suman al virtual desmadre actual, que evidencia deterioro serio en el ejercicio real de la soberanía, y en el preocupante aumento de factores que de progresar, llevan camino a la balcanización.
En breve síntesis, seguramente incompleta, de errores y omisiones incurridos en el período 2003/2015, que facilitan el proceso de desguace nacional, “dictado” por los grandes factores del poder global, pueden citarse los siguientes.
 La fuerte y creciente inserción de las ONGs transnacionales, muchas de ellas británicas, “ecologistas”, “indigenistas”, “derecho humanistas” y otras similares; en vastos sectores de “progresistas” teóricos, pero carentes de Formación Nacional y de nociones claras de geopolítica mundial, desconociendo por tanto el accionar de esos entes en el marco de las “guerras blandas” que se libran en el día a día cultural y comunicacional. No solo no se contrarrestó ese alud de prédicas disolventes, con bien fundamentadas campañas, sino que incluso se les dio amplios espacios en la TV Pública y otros medios, a personeros de esas acciones claramente antinacionales. El caso más evidente es Osvaldo Bayer, sembrador de odios raciales indigenistas (odio irracional a lo “no indígena”), y propalador de la perversa idea del secesionismo territorial, además de antimilitarista a ultranza y distorsionador de la Historia Argentina, como es usual entre los anarquistas. Ese accionar es claramente alineado con los dictados alienantes propalados y financiados por Gran Bretaña para balcanizarnos. La ONG Mapuche Nation, con sede en Bristol, es su expresión más descarada, pero no es la única. Ídem el accionar ferozmente anti desarrollo, de ONGs “ecologistas” como Greenpeace y WWF, “casualmente” británicas.
 Sabiendo que en 2002 el país estaba literalmente devastado y en riesgo certero de disolución, las tareas de restauración social y económica fueron vastas y en muchos casos muy profundas. En ese contexto, una de las grandes tareas inconclusas, fue la de cambiar o ampliar profundamente los contenidos de los planes de estudio en los diversos niveles y especialidades; pues debieron incluirse o dictarse con mayor profundidad (según las materias consideradas), disciplinas como Historia Argentina (desmintiendo la denominada “corriente mitro-marxista-liberal”), Historia Mundial, y Geopolítica, entre otras. Particularmente preocupante es el hecho que –según diversos indicios-, la formación en los institutos militares y de seguridad, sigue enclaustrada en cerrados dogmatismos ultra liberales
dieciochescos y decimonónicos; así como en carreras universitarias de Ciencia Política y similares, pero en estos casos mechados con autores y postulados “progresistas” pero por lo general vacíos de contenidos del Pensamiento Nacional. De esto un caso testigo sería el de Carlos Escudé, que adhiere a la antinacional tesis de la “invasión argentina a Malvinas”, aberrante concepto que es repetido como loros por estudiantes y profesores que se basan en autores como el citado.
 En esos doce años de economía keynesiana, fuertemente reindustrializadora y favorable al desarrollo tecnológico nacional, no se dio el debido lugar a poner plenamente en marcha a Fabricaciones Militares y los diversos proyectos muy viables desarrollados localmente, como blindados, armamentos varios (como el fusil FARA), aviones, naves y submarinos, insumos varios, etc. Incluso bien pudo desarrollarse una “familia” de vehículos militares todo terreno de diseños locales o adaptándose diseños foráneos mediante licencias. Además, como ineludible necesidad, se pudo recomponer el poder hoy inexistente de la Fuerza Aérea, con la oferta rusa de canje de aviones de combate de 4º Generación por alimentos, o aviones chinos de similares prestaciones, con financiación blanda. Gran tarea pendiente el reequipamiento de nuestras Fuerzas Armadas, y volver a dotarlas de una auténtica Doctrina Nacional, proclive al desarrollo tecnológico y la industrialización, como fundamentos de la Defensa Nacional. La situación actual de indefensión casi total, nos hace vulnerables a cualquier operativo de balcanización que pueda ejecutarse con apoyos violentos internos o externos.
Las falencias descriptas no solo no se han solucionado, sino que incluso se agravaron, con la irrupción del neoliberalismo salvaje, reedición de los años ’90.
Hoy las ONGs extranjeras no solo influyen en forma creciente, sino que además tienen personeros en altas funciones gubernativas, y sus discursos mendaces y disolventes, encuentran eco en el actual presidente y altos colaboradores. Por caso, el disparate técnico sin asidero alguno, que expresó Macri, afirmando que existen 19 tecnologías mejores y más económicas que la hidroelectricidad para generar energía; mentira que no pudo sostener ni menos
fundamentar, y que es repetida como muletilla por las ONGs ultra ecologistas. Esa falsedad fue usada para paralizar las obras ya comenzadas de las dos grandes hidroeléctricas en Santa Cruz. Y esos ataques se vinculan no solo con el accionar sibilino de las ONGs, que atacan a la generación hidro y nuclear, para favorecer al como sea a las falsamente “limpias” eólica, solar y otras englobadas como “renovables” (concepto falseado en una ley recientemente aprobada). Es bien sabido que esas ONGs “ecologistas” actúan en paralelo al accionar de las transnacionales petroleras y gasíferas, pues las inversiones masivas en eólicas y solares, requieren el respaldo “en caliente” (funcionando), de centrales a gas o petróleo, como respaldo técnico y factor de estabilización de voltaje. Es decir que esos falsos ecologistas promueven de hecho mayores consumos de hidrocarburos, además que presionan para la elevación de las tarifas (con el eufemismo anglosajón “feed on tariff”) y para obtener lesivos subsidios exorbitantes, sin los cuales las ineficientes “renovables” no pueden competir.
El descalabro mayúsculo que esas ONGs “ecologistas”, con sus asociados petroleros británicos y los vendedores de paneles y de “ventiladores”, provocarán con seguridad en el Sistema Eléctrico Argentino, será inevitable, si se les permite cumplir con sus “órdenes” de hacernos dependientes en escala desproporcionada de esas energías técnicamente deficientes y muy caras por KWh. España nos muestra hoy los severos problemas que soportaremos en Argentina, con cataratas de juicios y presiones de todo tipo, ante la inviabilidad de los subsidios y los altos costos de la generación “renovable” y de la figura asociada de la “generación distribuida”. Los altos costos llevan a quitar competitividad a la economía argentina, y un sistema eléctrico caótico o complejizado, será un factor que facilitará la balcanización, objetivo último de los servicios británicos, de la UE y EEUU a los que sirven esas ONGs, como se constata por su accionar y objetivos.
Por su parte, los “indigenistas” siguen sembrando odios, siendo receptivos por parte de los habitualmente dogmáticos y antinacionales sectores de la “progresía” fuera de foco, aliados de las oligarquías apátridas. Y todos ellos operan hoy no solo sin restricciones, sino con claros apoyos, ante las confusiones de muchos, incluyendo en ello a sectores de escasa formación geopolítica de las Fuerzas Armadas, en particular entre los retirados con mentalidad formateada en
“el proceso”, período de gobierno cívico militar neoliberal. Por supuesto, siempre existen honrosas excepciones.
La parálisis absurdamente impuesta al Plan Nuclear, en el marco de freno general de las obras públicas, además del claro objetivo de provocar aumentos desmesurados de desocupación, como perversa herramienta para achicar los niveles reales de los salarios, fue una medida orientada a cumplir varios objetivos destructivos, dentro del cuadro de achicamiento económico general y de violenta regresión a perimidos esquemas preindustriales…o sea, volver a las “épocas gloriosas” de la oligarquía, en las cuales el poder patronal no tenía límites y la peonada no podía exigir nada ni siquiera mirar a los ojos a los omnipotentes patrones de estancia. Ese freno al Plan Nuclear corre paralelo con la desfinanciación del sector –que llegó a ser señero en el desarrollo tecnológico nacional-, lo cual es incompatible con el “modelo” de país-granja en el que se nos está encorsetando. El freno al Plan Nuclear, y la parálisis de las grandes obras hidroeléctricas, dejan servido en bandeja al Sector Eléctrico para que se acentúe nuestra patológica dependencia de los hidrocarburos…todo a la medida de Shell y otras corporaciones petroleras/gasíferas transnacionales, hoy dirigiendo la política energética nacional, transgrediendo toda norma ética y legal, autocontratándose a costos siderales, volviendo imposibles de pagar los servicios públicos esenciales e inviables a las pequeñas y medianas industrias, y con todo ello facilitando la disgregación nacional. Los masivos despidos de personal altamente calificado que se encontraba trabajando en Atucha III y las hidros patagónicas, son un daño enorme, muy difícil de cuantificar y complejo de reparar, claro que nada de eso preocupa a los personeros del neoliberalismo, y todo eso apunta a favorecer la desintegración nacional.
La paralización del Complejo Hidroeléctrico Kirchner-Cepernic en Santa Cruz y la intención de reducir drásticamente su potencia instalada; más los arteros ataques a la Central Carbonífera de Río Turbio (en la misma provincia); más la absurda decisión de importar carbón chileno para dicha usina, frenando y desfinanciando la única mina carbonífera argentina, lleva al despoblamiento de esa ciudad tan estratégica (en el extremo suroeste de nuestro territorio continental, y de toda esa enorme y despoblada provincia austral…todo tan a
medida de las presiones geopolíticas británicas en Malvinas, el Mar Austral, La Patagonia y la Antártida Argentina. ¡Por algo Macri dijo, con todas las letras, que “nunca entendió los problemas de soberanía”! Eso lo evidencian sus actos, algunos de los cuales se citan seguidamente.
 Freno al exitoso Plan Satelital, y extranjerización.
 Freno y desguace del Plan Espacial de Vectores.
 Freno y desaliento de todas las actividades tecnológicas.
 Expulsión de personal calificado en diversas áreas estratégicas, como Fabricaciones Militares.
 Apertura total de importaciones y destrucción del mercado interno por baja brutal de salarios y aumento desmedido del desempleo; más subas siderales de tarifas de servicios públicos, todo lo cual afecta a la industria, entre otros sectores económicos.
 Freno a las obras públicas, y concentración de las nuevas licitaciones en el área metropolitana, en una clara muestra de centralismo unitario.
 Intención clara de adherir a tratados de “libre comercio” que representan pérdida real y muy severa de soberanía, además de desindustrialización forzosa.
Todas esas acciones y otras son parte del contexto severamente proclive a la balcanización argentina, en el marco de la ceguera o desinterés o ignorancia supina de diversos sectores dirigenciales, catedráticos, intelectuales, etc.
(*) Definido por Viviane Forrester, Naomí Klein, Aldo Ferrer y otros autores.

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