La virtud de la paciencia

Soy realmente muy optimista. Si yo les decía a ustedes hace un año lo que iba a hacer y todo esto que está sucediendo, seguramente iban a votar mayoritariamente por encerrarme en el manicomio. Y ahora soy Presidente”, indicó un sonriente Mauricio Macri en el cierre del Congreso de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresas.

La frase remite irremediablemente a la de Carlos Menem, quien en pleno apogeo de las políticas neoliberales había confesado que “si yo hubiera dicho lo que iba a hacer, no me votaba nadie”.

Macri, un menemista confeso, tiene mucho en común con aquella propuesta novedosa de los 90. El combate a la inflación, el desempleo creciente y medidas que hundieron en la pobreza a miles de personas, con tarifazos y “sinceramientos”. Los 90 terminaron muy mal. Hicieron eclosión tras el fugaz paso de Fernando De la Rúa por el sillón de Rivadavia. El radical quiso sostener las premisas de aquel modelo sacando la mugre de la corrupción y la obscena ostentación de la política. No hizo más que profundizar la pobreza y alimentar el sometimiento de la Argentina con miles de millones de dólares en deuda externa.

Las similitudes son varias más. Incluso la postal de los miles de argentinos emigrando desde Misiones a comprar en Paraguay o Brasil, es un reflejo de aquellos años 90.

Menem terminó haciendo lo contrario a lo que había prometido en campaña: la revolución productiva y el salariazo.

En el primer semestre que acaba de terminarse, Macri hizo todo lo opuesto a lo que prometía en campaña e incluso en el histórico debate con el derrotado Daniel Scioli, donde había jurado sostener las medidas de inclusión social que se hicieron añicos con los tarifazos y la inflación.

Con la experiencia del riojano, queda flotando la idea de que cuando un gobernante disimula o niega su proyecto de país, abre un enorme interrogante sobre cuáles son sus intenciones y, sobre todo, las consecuencias de sus acciones. El problema es que las consecuencias se advierten cuando ya es demasiado tarde.

Hay algunas que son difíciles de revertir y cuando el impacto es social, los daños son irreversibles. De la pobreza se puede salir, sus huellas suelen ser indelebles, sobre todo en los más chicos, que son, a la vez, los que menos se pueden defender.

Para equilibrar las variables económicas y bajar la inflación, Menem aplicó una pronunciada devaluación, importantes incrementos en combustibles, tarifas y transportes, privatizaciones y un fuerte ajuste del gasto público. La economía se estabilizó y hasta hubo mejoras en el sector financiero. La desigualdad creció con la misma intensidad.

Es poco tiempo para sacar conclusiones definitivas, pero la foto de los primeros meses de Macri en el poder, se parece demasiado. Fue el mismo Presidente el que puso el plazo del segundo semestre, con expectativas elevadas difíciles de cumplir y que ahora sirven como vara para medir su eficacia.

El primer semestre cerró sin lluvia de dólares ni grandes noticias positivas en el ámbito económico, con empresas cerradas, desempleo creciente y una inflación en alza por efecto de las mismas medidas económicas.

El malhumor se disimula con la judicialización de la política y la enorme presión ejercida sobre los funcionarios del núcleo duro del kirchnerismo, algunos de ellos envueltos en escándalos de corrupción. Ahora la apuntada es la ex presidenta Cristina Fernández. Aunque algunos sueñan con verla presa, por ahora el Gobierno se contenta con tenerla acorralada con las acciones judiciales. A los efectos, le sirve más el bombardeo mediático constante contra el gobierno anterior, que convertirla en una mártir tras las rejas. Cristina no es lo mismo que Milagro Sala. La estrategia surte su efecto, ya que el kirchnerismo está diezmado y con escasa capacidad de reacción, aunque la misma ex Presidenta promete ahora iniciar una gira por el país para hacer política.

El PRO y sus aliados radicales se contentan con hacer política dirigida al público cautivo. Las denuncias constantes en los despachos judiciales y en los medios, se parecen más a una campaña preelectoral que a las necesidades del ahora, pero conforman al votante que quería un cambio. La promocionada reforma política también apunta en ese sentido, con promesas de transparencia que nunca son puestas en duda cuando el resultado es favorable, como ocurrió en las mismas elecciones presidenciales. El voto electrónico es un sistema que va cayendo en desuso en buena parte del mundo, pero resulta un enorme negocio para los proveedores de la tecnología: a razón de 2 mil dólares por máquina, serían necesarios 190 millones de dólares. Nadie se anima a afirmar que sea infalible.

El segundo semestre se inicia con otra perspectiva y el mismo Macri debe aclarar que su promesa de resolver todo para “el segundo semestre” en realidad, no era todo, sino una parte. La otra parte, llegará en algún momento. La inflación en baja, para el último trimestre. En realidad, un freno a la suba de precios es una respuesta lógica: tocado un techo, sólo queda bajar. Con la caída de las ventas y el incesante cierre de comercios, no hay mucho más margen para aumentos. La ecuación es simple. Es probable que baje inflación pero si no hay inversión y consumo, no significará una mejora sustancial. Una paz demasiado parecida a la de los cementerios.

A los precios actuales no hay ventas que aguanten. A la vista están las interminables colas de argentinos intentando cruzar el puente entre Posadas y Encarnación en la búsqueda de precios más bajos. La postal se repite en Iguazú y en cada ciudad fronteriza de Misiones. La situación es tan compleja que hasta de La Salada, gran mercado informal, piden que los controles sean rigurosos en la frontera para frenar la fuga de divisas, estimada en no menos de cien millones de pesos mensuales, lo que a la larga, generará un enorme agujero no sólo fiscal, sino de desempleo y pobreza. Todo visto en Misiones.

Las asimetrías y la caída en la venta de los comercios reflejan imágenes parecidas a las de la década de los 90 por decisiones que se generaron por el deslizamiento de la economía”, definió con precisión el presidente de la Legislatura, Carlos Rovira al hacer un balance del primer semestre.

El conductor de la Renovación trazó un nuevo escenario. El 10 de diciembre había anticipado que los legisladores misioneros debían apoyar la gobernabilidad de Macri con los votos necesarios en el Congreso nacional, una concesión excesivamente generosa que no tuvo una actitud similar desde la Nación, más allá de la retórica del acompañamiento.

A la puerta del segundo semestre, Rovira marcó de nuevo la cancha y dejó en claro que no existe cogobierno ni mimetización. Ellos oficialismo, nosotros oposición, definió.

Sin apenas levantar la voz, expuso una especie de juego de las siete diferencias.

En ese contexto, insistió en que las críticas se hacen silenciosas sin necesidad de recurrir a la política clásica con sus críticas o descalificaciones.

Pero remarcó que las correcciones necesarias –para el país y para Misiones- no llegarán con paliativos como el ITC diferenciado o una compensación tributaria, sino a través de decisiones macroeconómicas que debe tomar la Nación. “Hay que actuar sobre la economía con decisiones macro, que las debe tomar el Gobierno nacional”, advirtió Rovira, junto a otras definiciones como “estanflación” y “pérdida de empleo preocupante”.

En todo momento dejó en claro el contraste entre un modelo y otro, incluso cuestionó la demonización de la obra pública a través de las denuncias de corrupción que involucran a los Báez, López y otros kirchneristas. “La sociedad sabrá después quien hizo más o menos”, dijo y alertó que sin la dinamización de la obra pública, especialmente en infraestructura, no habrá un crecimiento de la economía.

Durante una rueda de prensa ofrecida en la Legislatura, Rovira contrastó el modelo misionerista con los primeros siete meses de Macri y aseguró que a la hora de administrar recursos no hay diferencias entre un liberal o un progresista. “O tenés recursos propios o te endeudás”, sentenció. En esa línea, defendió la política fiscal misionera, que permitió un desendeudamiento y a la vez poder ofrecer mejores servicios desde un Estado presente y activo.

El ex gobernador, que recuperó el cobro de Ingresos Brutos a la actividad industrial, señaló que no fue ese gravamen el que paralizó la economía misionera que registró tasas de crecimiento durante más de una década, sino las medidas tomadas por la Nación. Incluso, reveló que los empresarios de la Cámara de Comercio que se reunieron con él hace unos días, no le pidieron una reducción de impuestos provinciales, sino el acompañamiento para reclamar a la Nación una protección especial para Misiones como zona de frontera crítica. “El esquema impositivo de Misiones es uno de los más bajos del país. Ingresos Brutos está lejos del IVA. Pero si le sacamos medio punto de Ingresos Brutos, ¿saben cuánta gente dejamos de atender en el sistema de salud?”, se preguntó Rovira en una extenso contacto periodístico que dejó mucha tela para cortar.

Sin cuestionar directamente a Macri, también apuntó al endeudamiento como herramienta para financiarse. Puso como ejemplo la crisis de varios países de la Unión Europea y a la misma Alemania, que entre deuda privada y pública, tiene comprometido el 400 por ciento de su PBI anual.

En ese contexto, marcó como peligrosa la carrera de endeudamiento a la que ingresaron algunas provincias y sostuvo que Misiones aceptó a regañadientes el préstamo de la Nación como parte del acuerdo para que cese paulatinamente el descuento de la coparticipación, como una muestra más de buena voluntad.

Las veladas críticas de Rovira no deben leerse como un cambio de posición, sino como una muestra de que lo que importa son los acuerdos macro que beneficien a Misiones y no la política pequeña que proponen algunos sectores de la oposición.

En la Renovación entienden que hay que acompañar en este momento complejo de la Nación, pero no someter el proyecto misionerista  a la suerte de Macri. Las responsabilidades macro, se entiende, corresponden al Gobierno nacional y no a la Provincia.

Por eso, el viaje del gobernador Hugo Passalacqua junto al presidente Mauricio Macri en la gira por Europa puede ser trascendental para poner en la agenda nacional los temas que preocupan a Misiones, como las asimetrías y la necesidad de mayores recursos para compensar una coparticipación baja –y en baja- que ni siquiera será compensada con el fin del recorte acordado. El Gobierno provincial deposita muchas expectativas en las horas compartidas por Passalacqua y Macri en tierras europeas, donde además de la reunión con Hollande, habrá encuentros con Ángela Merkel, autoridades de la Unión Europea y empresarios.

La invitación a la gira es una respuesta a los respaldos permanentes que brindó Misiones a las leyes impulsadas por el Ejecutivo, pero además de lo simbólico, se necesitan gestos palpables.

Hay una diferencia sustancial con el modelo anterior en el que la Renovación fue aliada durante doce años. Durante esos años con una economía volcada al mercado interno, hubo un crecimiento constante, con algunos lastres como la inflación y errores puntuales que también afectaron a Misiones. Pero había un modelo claro de política que privilegiaba el desarrollo interno que con el cambio de Gobierno no sólo quedó atrás, sino que todavía no aparece un modelo distinto. Las principales políticas del actual Gobierno mejoraron sustancialmente la situación del sector agrícola concentrado, de la minería y el sector financiero, mientras que el mercado interno aparece deprimido y azotado por tarifazos y devaluación. Misiones se ve perjudicada no sólo por las asimetrías que se acentuaron, sino por una caída de recursos federales y fondos destinados a obras públicas o acciones sociales. La situación todavía no es compleja por la estructura económica propia de la Provincia, con cimientos en una política fiscal fuerte.

El diputado nacional Maurice Closs lo expresó con claridad en su intervención durante la sanción de la ley de beneficios a las Pymes. “Parece que nos conformamos con poco. Cuando uno mira esta ley para las Pymes y mira los beneficios concretos que hay, en rigor, para crecer, generar empleo y recuperar rentabilidad afectada por los mayores costos, los beneficios, suenan a poco”, opinó. En esa línea, recordó la rebaja de retenciones al sector sojero, acompañado por la devaluación, la quita de retenciones a las mineras y las enormes ganancias del sistema financiero con la devaluación y la ruleta de los bonos.

“La ley para las Pymes recién llega y tiene cosas buenas, pero para algunos otros sectores, la caja estuvo más abierta. Para las empresas de Misiones, aunque no tiene validez operativa, reconoce la situación al facultar al Ejecutivo a tomar medidas para compensar. Pero la competitividad no se resuelve con Impuesto a las Ganancias ni con puertos, aeropuertos, o la autovía, porque eso va a tardar diez años. El tipo de cambio competitivo es la única forma de recuperar competitividad. No podemos esperar en las fronteras que se resuelva qué medidas van a tomar o las promesas de puertos. No tenemos consumo, inversión y la obra pública está paralizada”, advirtió.

En efecto, la economía argentina está paralizada, según los datos oficiales que dio a conocer el mismo Gobierno, con una pérdida de empleos cercana a cien mil personas. Entre enero y abril se perdieron 62.621 empleos en blanco en el sector privado, según datos publicados por el Ministerio de Trabajo. Según el reporte, entre abril de 2015 y el mismo mes de este año hubo una reducción de 48325 trabajos en blanco. La caída interanual fue del 0,8%. El informe Situación y Evolución del Trabajo Registrado mide el comportamiento del empleo formal de las empresas privadas. No contempla ni el sector público ni el trabajo informal, que representa entre un 35 y un 40% del trabajo privado.

La lluvia dólares no aparece y sin ella, no hay inversiones. La confianza que supuestamente se iba a generar, no convenció a nadie. Por eso, el operativo seducción se hace más intenso. El presidente Macri modificó por decreto la ley de Tierras y permite de este modo que capitales extranjeros puedan comprar mayores porciones del territorio nacional. La ley anterior, ampliamente debatida y sancionada por una gran mayoría, establecía límites estrictos para las compras de extranjeros y especialmente, protegía a zonas de frontera, como Misiones, que ya cedió cerca del 15 por ciento de su territorio durante los 90 -buena parte está en manos de la pastera chilena Arauco, ex Alto Paraná-.

Ahora, en cambio, como apunta Florencia Gómez, abogada experta en políticas de tenencia de tierras, podría aprobarse sin demasiados trámites la creación de un Parque Industrial, aislado de 1000 hectáreas en la selva misionera, como pretendió hace poco la empresa estadounidense Finlay, que finalmente adquirió Casa Fuentes, la principal tealera de la provincia.

 

En Misiones el porcentaje de tierras en manos extranjeras es del 13,9, el nivel más alto del país, aunque hay departamentos que superan ese límite –Iguazú es el más comprometido- y ahora podría elevarse ese porcentaje.

El asesor del ministerio del Agro, Jaime Ledesma, quien fuera representante alterno ante el Consejo Interministerial de Tierras Rurales, también comparte la preocupación y señala que la ley modificada define a la tierra como un recurso natural estratégico para el desarrollo, por lo que ponía límites a la extranjerización de ese capital, que sin un adecuado acceso, distribución y regularización, puede tener consecuencias nefastas para el futuro de Misiones.

La crítica es compartida por la Federación Agraria Argentina, quien difundió un lapidario mensaje: “Una semana antes del Bicentenario de la Independencia, el peor homenaje a nuestros próceres es el de entregar los recursos naturales y favorecer la concentración”.

“No le tiembla la mano para firmar un decreto en favor de intereses extranjeros. Los pequeños y medianos productores seguimos esperando respuestas”, acusó la organización, que advierte que “acá pareciera que quieren poner un cartel de Remate a nuestras tierras, con los productores adentro”. Como se ve, mientras la producción de granos, en manos de los grandes sojeros, celebra por las políticas nacionales, la agricultura familiar se encuentra ante un nuevo abismo.

 

 

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