A tres décadas del mundial ganado por Argentina que consagró a Maradona en México

Ese 29 de junio todo giraba alrededor de una pelota. La Selección podía conquistar su segunda Copa pero esta vez sin ningún manto de sospecha como en la de 1978 en la que quedó flotando en el ambiente la duda por el 6 a 0 a Perú y el papel jugado por la Dictadura de Videla.

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Se llegaba a una final con un Diego Armando Maradona en plenitud, ya transformado en leyenda viviente luego de “la mano de Dios” y del mejor gol de la historia del fútbol mundial, el del “barrilete cósmico”, ambos en un mismo partido y nada menos frente a Inglaterra, con todo lo que eso significaba para esa Argentina.

La semifinal frente a Bélgica (una de las grandes revelaciones del torneo) fue un partidazo con otros dos golazos de “el 10”. La poderosa Alemania Federal (porque todavía persistía la división con la Alemania Oriental cercana a la esfera de influencia de la burocracia soviética) había despachado en semifinales nada menos que a la brillante Francia de Michel Platini, seria candidata al título.

Y llegó la hora señalada. Eran las 12 del mediodía en el Distrito Federal, 16 horas en Argentina. La sombra en el medio de la cancha de ese estadio dorado por el sol azteca se graba en la mente de quienes pudimos ver esa final en vivo, como quedó grabada por algunas centenares de videocasseteras de los pocos que disfrutaban del privilegio de esa tecnología hoy caduca.

El partido empezó bárbaro para el seleccionado dirigido por Carlos Salvador Bilardo, que disfrutaba observando una bandera que desde una tribuna le ofrecía perdón. A los 22 minutos, de una falta sufrida por José Luis Cucciuffo (único campeón ausente en este aniversario, falleció en 2004) llega un tiro libre ejecutado por Burruchaga para que se eleve como un ángel el “Tata” Brown. Gol y delirio. El festejo del defensor que nunca habrá soñado ver su nombre estampado en el marcador de una final del Mundo es elocuente.

A los 11 minutos del Segundo tiempo estiró la ventaja Jorge Valdano, ese delantero exquisito adentro y afuera de la cancha. La jugada nace de una contra que él mismo generó y –con la colaboración del gran Negro Enrique- logró quedar cara a cara frente al arquerazo Schumacher para no fallar (¿habrá visto este gol el Pipita Higuaín?) y sentenciar el 2-0.

Pero llegó una arremetida alemana, letal. De dos tiros de esquina (gran paradoja para Bilardo, sufrir goles de pelota parada), primero Rummenigge a los 29 minutos y luego Rudi Völler a los 35. Baldazo de agua fría ese empate. Los chicos de la familia que rompían diarios para tirar papelitos en el Obelisco quedaron paralizados, igual que la hinchada albiceleste en el Azteca.

Pero el genio frotó la lámpara, pese a la marca de hierro de los alemanes que intentaban montar un muro de Berlín a su alrededor. Tres minutos después del empate, a los 38. Maradona, el genio del fútbol mundial, sortea la marca de 5 alemanes de casaca verde tocando de primera. Dejó sólo a Jorge Burruchaga para una carrera hacia la gloria eterna: se llevó la pelota en velocidad y la pudo acomodar para un toque suave de zurda que superó a Schumacher y se fue a dormir al fondo del arco, besando el costado derecho. ¿Alguien habrá ido a buscar esa pelota marca Jalisco? Pareciera que quedó allí adentro para siempre.

Diego quiso el suyo y estuvo cerca pero ya tenía escritas las páginas más gloriosas del fútbol argentino. El destino quiso que fueran Brown, Valdano y Burruchaga, esta vez los protagonistas. Volvía a cumplirse una curiosidad: un ex jugador de Independiente definía el partido final y aseguraba el campeonato del mundo, en el ´78 Daniel Bertoni, en México Jorge Burruchaga.

El árbitro brasilero Arpi Filho pitó el final y la locura mundialista estalló desde Usuhaia a La Quiaca, como la extensa obra musical que grabó León Gieco y que fue parte de la banda de sonido de nuestras vidas en esos años. También Valeria Lynch y su “Me das cada día más” en la taquillera película “Héroes” que dejó un hermoso registro de ese mundial, uno de los mejores de la historia, que ganó uno de los mejores seleccionados que haya campeonado y con el mejor jugador de todos los tiempos en la historia de los mundiales.

Hoy se cumplen 30 años. Atrás quedó ese México ´86, nuestra infancia, nuestra juventud, nuestros recuerdos, seres queridos que ya no están. Esa alegría y esas lágrimas también, aunque de a ratos vuelven en fechas como esta. La gloria quedó y quedará para siempre.

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