Salinas, el DT misionero que aprobó con creces y demostró que se puede «vivir con lo nuestro» espera la luz verde de la dirigencia para seguir

El 18 de enero pasado horas después de conocerse la sorpresiva renuncia de Sebastián Pascual Rambert al cargo de director técnico, asumió Miguel «Pico» Salinas para reemplazarlo. En el mundo futbolero, todos asumieron que sería un interinato, más bien corto.

Salinas, con poco más de 40 años, no tenía prácticamente experiencia dirigiendo en este nivel, ya que tras dos temporadas dirigiendo al Colectivero en el Federal B (cuarta categoría) se transformó en entrenador de arqueros. «Tuve que cambiar el chip rápido, sino la cosa no iba a funcionar», recordó ayer Salinas en diálogo con MisionesOnline, en la puerta del vestuario del Leoncio Benítez, el estadio de Boca Unidos.

El sol se ponía y hacía más fría la tarde correntina. A unos metros, el DT de Boca Unidos, el internacional Paolo Montero (ex jugador de la Juventus) también se despedía para ir a Colón de Santa Fe y cumplir su objetivo de dirigir en la Primera División del fútbol argentino.  ¿Será también el último partido de Pico en Crucero?

«Nosotros nos queremos quedar. Ojalá, nos tenemos que reunir con el club o con Julio (Koropeski) y ahí se va a hablar de lo que se hizo bien o mal, todos queremos seguir», explicó Pico, para que no quedaran dudas. La última palabra la tiene el presidente del club quien anticipó que Pico sigue, aunque deben sentarse a ver «cosas para corregir».

Llama la atención que la continudad de Pico no esté confirmada desde hace varias fechas cuando el entrenador hizo una campaña para destacar, desde los números y también desde el juego. Pero lo más destacable es que lo hizo con recursos limitados, comparado con otros equipos de la divisional, y lidiando con muchos contratiempos. Como muestra basta un botón: ayer el equipo viajó a Corrientes el mismo día del partido, adoptando una modalidad más propia del Federal C. Así y todo, doblegó al equipo de Montero en el primer tiempo. En el segundo, el cansancio pasó factura y se cayó.

Comienzo tiki-tiki

Tres semanas después de asumir, Salinas debutó con un triunfazo 1 a 0 ante Los Andes el 31 de enero pasado, jugando en el Viaducto, superó al equipo de Lomas de Zamora también en el juego y mostró una actitud para jugar sin tirar pelotazos, algo que estuvo en el ADN futbolero de Crucero del Norte en las últimas temporadas. Era la primera fecha y la duda era si ese rendimiento había llegado para quedarse o se trato de una «buena tarde» aislada. El correr de los partidos fue demostrando que el equipo marcó una identidad, ligada al juego asociado y al toque por abajo, aprovechando el buen pie de sus jugadores de mitad de cancha en adelante.

También es cierto que ese «chip» de Crucero, que históricamente apostó al juego más defensivo y a jugar de contraataque, empezó a cambiarlo Sebastián Rambert, quien llegó hace exactamente un año con un proyecto ambicioso: pensar siempre en atacar, pero compensar la desventaja de jerarquía (con la mayoría de los rivales) corriendo mucho más, siendo un equipo más intenso.

El legado de Rambert y el aporte de Pico

Rambert propuso desde el primer paritdo jugar lejos del arco propio, pero a la hora de perder la pelota: defender, defender y defender. En su primer cotejo se «comió» una goleada 5 a 2 ante Unión de Santa Fe. Lo que pocos vieron es que en un tramo del partido el equipo misionero, perdiendo 3 a 0 abajo, se puso a tiro del empate y lo hizo pasar un susto al «Tantengue».

Lo de Rambert fue bueno, pero no alcanzó y dentro de la cancha la intentona fue fugaz. Ni en ese partido, ni en el resto de la temporada, donde luego el equipo se derrumbó y terminó desdibujandose.  Pero del otro lado de la linea de cal el proyecto de Rambert siguió su curso, machacando y machacando y respaldando esa ambición con entrenamientos largos y un estudio pocas veces visto utilizando videos y hasta software especial para seguir el rendimiento de cada pieza del equipo. A tal punto que Rambert perdió todos los patidos del segundo semestre salvo el 3 a 3 ante Huracán.

El presidente Julio Koropeski, una verdadera «mosca blanca» en la dirigencia del fútbol argentino hizo lo que nadie se atreve a hacer: se fueron casi todos los jugadores y bancó al técnico. Crucero se derrumbaba y dejaba una mala imagen en cancha en sus últimos partidos en Primera, pero Koropeski no dudó: «Vos seguís, aunque pierdas todos los partidos por goleada», le llegó a decir a Rambert. Admirable.

Al final, Pascualito partió intempestivamente a semanas del comienzo del torneo de la B Nacional, perplejo porque Koropeski no le trajo todos los refuerzos prometidos. Pero algo había cambiado en el ADN de Crucero y del plantel que había arribado a Misiones con un DT joven que le hablaba a cada jugador y les mostraba videos editados por el mismo de lo que pretendía. Y Pico iba a ser el hombre indicado para tomar la posta y darle la vuelta de tuerca al concepto, a la «idea» original de Rambert.

Uno de los grandes méritos de Salinas fue simplificar la idea del ex ayudante de campo de Ramón Díaz, quizás, quitarle ambición y por ende, adaptarla más a lo que tenía. Además cambió el dibujo táctico a un tradicional 4-4-2. Pascualito fue el responsable de la llegada de algunos jugadores exquisitos, que no hubieran arribado a Misiones si no hubiera sido por la intervención directa del ex DT, como Fabricio Pedrozo, un puntero oriundo de eldorado con mucha habilidad y velocidad. O Nico Castro, un carrilero por izquierda con buena pegada. Esos, más la llegada de Juan Manuel Olivares, debilidad de Koropeski, o la continuidad de Fabio Vázquez, hicieron de Crucero un equipo al que por momentos da gusto verlo jugar.

En la columna del haber figurarán las falencias defensivas puntuales, o los errores groseros, que le costaron puntos valiosisimos para o estar más arriba.

Sin embargo, los números de Salinas son impecables: Sacó 32 puntos en 21 partidos. Producto de 9 triunfos, 5 empates y 7 derrotas. Convirtió 26 goles y le marcaron 25. Finalizó en la quinta colocación (hoy podría ser superado por Chicago).  Volvió a recuperar su «localía fuerte» con un récord de 6-4-0. De todas formas, los números son fríos y no hablan del dominio que ejerció Crucero sobre sus rivales. Por caso, el Colectivero perdió sobre la hora 2 a 1 en el Mario Kempes contra el campeón, a quien puso contra las cuerdas en varios pasajes.

Todo eso con un plantel tan corto que siempre jugaron los mismos, salvo salidas por lesión o suspensión por acumulación de amarillas. Además, supo mechar a tiempo a dos juveniles que tienen grandes chances de crecer y, eventualmente, ser vendidos dejando el primer dinero en la Tesorería del club de un producto «made in Misiones». Para que se entienda, sería la primera vez que Crucero del Norte logra vender a un jugador. Todo un hito reservado para pocos. Hay que entender que en la B Nacional la gran mayoría de los jugadores se «alquilan» (es decir, llegan a préstamo).

Pico Salinas eligió primero a Mauro Siergiejuk para reemplazar a Cristian Ledesma, el 9 paraguayo que fue el único punto flojo en las pocas y valiosas incorporaciones que hizo Crucero en el último mercado de pases. El chico de Alem metió 3 goles, y demostró condiciones. Pero mucho más acertó con Iván Molinas, un pibe de 18 años, oriundo de Posadas, que ayer fue una de las figuras, que metió también 3 goles (2 en los últimos cotejos) y que se consolida como una esperanza seria para el fútbol misionero.

Una eventual venta de Molinas el día de mañana sería lo que Crucero necesita para sostener el enorme esfuerzo de bancar a las inferiores AFA y poder encontrarle la vuelta a un balance donde por ahora todo es poner y poner. «El club le tomaría el gustito», dijo Salinas, consultado sobre la posibilidad -a futuro- de un eventual pase.

Pero la continuidad de Pico Salinas como entrenador de Crucero del Norte también marcaría otro hito para un fútbol profesional misionero que necesita encontrar un punto intermedio entre el traer jugadores y DTs de afuera con contratos y presupuestos caros y el «vivir con lo nuestro» que en este fútbol competitivo sería casi condenarse al ostracismo.

Es que la crema y nata del talento misionero se va afuera, buscando emular carreras como las de Andrés Cubas en Boca o Martin Benítez en Independiente, aunque pocos lo logren. Sin embargo, Salinas demostró que se puede. Que los que se quedan acá y trabajan acá pueden estar a la altura. La última palabra la tendrá el presidente del club en los próximos días.

MB

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