Teyú Cuaré: su paisaje, su historia y la conservación de su entorno natural lo convierten en un ambiente único en el mundo

 

En el marco del Día Mundial del Medio Ambiente, entrevistamos a la reconocida bióloga, investigadora y conservacionista María Paula Bertolini. “Estamos en una época donde tenemos la posibilidad de conservar nuestras áreas naturales. No hemos perdido todo. En Misiones tenemos el privilegio de tener un ecosistema en un estado de conservación tal que se puede potenciar, si lo ayudamos”, reflexionó la especialista.

Comparó el estado de conservación de la selva paranaense en territorio misionero en la región y sostuvo que “hay países que han diezmado su Bosque Atlántico, como Brasil y Paraguay, sin embargo en la Argentina queda aún en la provincia de Misiones el desafío de ayudar a conservar gran parte de este ecosistema que puede recuperarse con acciones como el cumplimiento de las leyes, porque tenemos una amplia legislación de protección de los recursos, pero aún falta un fuerte trabajo de fiscalización y compromiso, y esta tendencia es mundial”, remarcó la coordinadora del Programa de Áreas Naturales Protegidas de la Fundación Temaikén, en la entrevista con ArgentinaForestal.com.

“Si bien la educación es una aliada de la conservación, aún hay mucho por hacer por el ambiente, faltan incentivos para quienes trabajan en conservación, falta una política de apoyo que ayude a las personas que quieran conservar y trabajar en una red de conservación de áreas naturales protegidas”, dijo Bertolini.

La especialista tiene un Master en Gestión de Áreas Protegidas y Desarrollo Eco Regional de la Universidad para la Cooperación Internacional, de San José, Costa Rica. Trabajó anteriormente como coordinadora del Programa de Educación Ambiental y en la participación comunitaria del Proyecto Esteros del Iberá, Corrientes, de The Conservation Land Trust. Participó además en la elaboración de Planes de Manejo para ANP de la provincia de Misiones, Corrientes, Chaco y Buenos Aires y en la gestión de áreas protegidas gubernamentales y privadas, entre otros antecedentes laborales que respaldan su conocimiento ambiental.

La expresión de la naturaleza

Bertolini estuvo a cargo del lanzamiento del Curso de Interpretación del Patrimonio de Teyú Cuaré realizado este fin de semana y que coordina para la Fundación Temaikén en la reserva natural Osununú de San Ignacio, desde hace 6 años. “Desde el departamento de Conservación trabajamos, por un lado, en el Programa de Especies Amenazadas (investigaciones con especies como aguará guazú, tapir y otros) y, por otro lado, en el Programa de ANP que apunta a conservar la reserva de Osununú y promover la creación de nuevas áreas naturales en el país”, detalló.

El curso de interpretación inició el viernes 3 de junio y se dictará durante todos los fines de semana de junio en la Reserva Natural Osununú que se encuentra a 11 Km de la localidad de San Ignacio y 72 Km. de la ciudad de Posadas. El sitio está rodeado por el río Paraná y el arroyo Yabebirí, está lindante al Parque Provincial Teyú Cuaré, y también es vecina del emprendimiento recreativo el Club del Río y otras reservas privadas de la zona.

La charla y la visita guiada por 8 paradas realizadas en la reserva contó con la asistencia de guías de turismo, guías de senderos de comunidades guaraníes, guardaparques de reservas y predios privados, técnicos de Ecología y estudiantes de carreras universitarias vinculadas al ambiente y al turismo. “Con estos cursos buscamos la manera de lograr formar un grupo estable de guías, de intérpretes, docentes, guardaparques, estudiantes de la UNaM y personas vinculadas al turismo que puedan trabajar en ecoturismo, contando a los visitantes los valores naturales, paisajísticos, históricos y culturales que tenemos en la zona, de una manera placentera, entretenida y con información que enriquezca de conocimiento del área al visitante”, precisó la coordinadora.

“Este fue el quinto curso que realizamos con la Fundación y agregamos en forma paralela un dictado especial el viernes para alumnos de 3er año de la carrera de Guía de Turismo de la facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM), quienes consideraron importante complementar su aprendizaje académico con este conocimiento de campo de la interpretación de la naturaleza, que es una parte de la educación ambiental y que implica el contacto con el recurso natural y aprender del arte del intérprete sobre cómo se puede traducir ese lenguaje para que la persona que lo reciba pueda sentir emociones, pueda sensibilizarse y conectarse con lo que esta viendo en el lugar”, sostuvo Bertolini.

Para lograrlo, desde la Fundación Temaikén trabajan en el área natural sobre tres ejes: conservación, educación ambiental e investigación.

“Por medio del fortalecimiento de la educación ambiental, se busca promover la participación de la comunidad en la conservación de la biodiversidad. Por ello, paralelamente a los cursos que organizamos, proponemos la participación y compromiso de la comunidad en la realización de proyectos ambientales, con iniciativas que impacten en la conservación del ambiente local en toda su complejidad”, explicó.

 

Bajo esta premisa surge la iniciativa de organizar el curso de interpretación que permite vivenciar, reconocer y sentir la naturaleza del área en la zona del Teyú Cuaré, una experiencia consciente y fascinante para alcanzar la conexión con la vida que transmite la naturaleza y que la expresa en la zona, y con el aporte de ejercicios y técnicas que brindan los profesionales para que los guías puedan transmitir todo lo que encierra este patrimonio único de los misioneros.

 

La modalidad del dictado estará concentrada en 10 encuentros de fin de semana para aprovechar la naturaleza para las prácticas de campo y el contacto real con el lugar, su flora y fauna que en muchos casos están amenazadas, aprender de sus valores históricos y culturales, y ejercitar las técnicas de interpretación para transmitir este conocimiento del patrimonio natural a todos quienes visiten San Ignacio: “Cada persona tendrá uno de manera diferente de transmitir. Pero hay técnicas, juegos, datos que permiten traducir lo que la naturaleza nos cuenta a los visitantes de todo el mundo y que esto los atrape y sea motivo para prolongar su estadía en este destino”, sostuvo Bertolini.

 

“En Osununú se tiene por objetivo conservar el área y su entorno, velar por la mejor calidad de vida de la gente, porque el trabajo dentro de la reserva es importante, pero más aún es trabajar con el entorno, porque ésta realidad es la que tomamos como indicadores de salud ambiental y calidad de vida de la gente y es, finalmente, lo que marcan la sustentabilidad del ANP. No sirve conservar si en el entorno hay necesidades o problemas, porque esto impacta directamente en el área natural. Por un lado, hay que cuidar lo que hay dentro del ANP, pero más aún el entorno”, remarcó la coordinadora.

 

En total, con el programa trabajan en un radio de 1.600 hectáreas de área natural que bordea la reserva, que además de incluir el Parque Provincial y otras reservas privadas que hay en la localidad, se cuenta con un ecosistema que no esta protegido y que bordea Osununú, y que son las sabanas de urunday blanco y pastizales que desde la Fundación también buscan conservar. “Para ello es que establecemos alianzas con los distintos actores, gobierno provincial, municipios, convenios con universidades, todo para hacer un fuerte trabajo con el entorno”, detalló la especialista.

 

 

Osununú, conservación a perpetuidad

 

“La reserva Osununú (osunú=trueno en lengua guaraní) tiene una superficie de 168 hectáreas, el parque provincial unas 78 hectáreas, lo que en conjunto forma un área natural de cercan de 250 hectáreas que están conservadas a perpetuidad y que poseen un alto valor ambiental, geológico, ecosistémico, histórico y cultural, con comunidades guaraníes aledañas, y cada uno de estos aspectos tienen características que son únicos en la provincia, el país y el mundo”, remarcó Bertolini.

 

“Se trata de un legado que dejaron marcado en su historia que hay que cuidar el lugar en forma eterna. Siempre estuvo en manos de personas que quisieron proteger y preservar el área”, recordó la ambientalista. «Desde Carlos Thays, reconocido paisajista que fue dueño durante 30 años del lugar, pasando por el francés Georges Lenoble, relacionado con el escritor Horacio Quiroga –fue el yerno que lo cuidó hasta su muerte- e incluso su lápida esta junto a la de su esposa Sara Vivanco de Lenoble en la Reserva con una leyenda que expresa su amor eterno», relató sintéticamente.

Después lo heredó el sobrino de Lenoble, Juan Manuel Fond, quien también fue cuidado por Lidia Foley, una persona que estuvo a cargo del lugar desde 1995-2000 hasta que finalmente, en los últimos 10 años se hace cargo la Fundación Temaikén que lo recibió como donación , y asumió un compromiso a perpetuidad.

“De alguna manera, todo está alineado con la misión y objetivos de la fundación. Se comenzó a desarrollar en el área investigación, educación ambiental y conservación, tres ejes de trabajo, no solo con el equipo de Misiones, sino con personal de Buenos Aires donde está el bioparque de Temaikén que viene desde hace 4 años a la provincia a dictar un programa de educación ambiental donde se capacita a docentes e investigaciones”, sostuvo la coordinadora.

 

Además, desde lo cultural fue objeto de leyendas, canciones populares y fuente de inspiración del escritor Horacio Quiroga, que residía en los alrededores del Parque Provincial, en donde, se encuentra aún su casa, actualmente convertida en Museo.

 

Ambiente natural único en el mundo

 

El área natural que conforma el patrimonio del Teyú Cuaré tiene características ambientales únicas que no se encuentran en otra área natural protegida de Misiones. “Tiene endemismos, especies vegetales amenazadas que solo crecen en ésta zona y no en otra parte de Argentina”, indicó Bertolini.

“Tiene un ecosistema particular, un bioma de manera relictual que es el cerrado -que tenemos en la Selva Paranaense o bosque atlántico que cubre un 90% de la superficie de la provincia- pero en San Ignacio es diferente, el suelo aquí es de areniscas, lo que hace que el agua filtre y que no puedan crecer ciertos vegetales que sí crecen en la tierra colorada de la provincia. Entonces esto hace que se genere naturalmente una asociación de especies en particular y endemismos”, explicó. Además cuenta con especies declaradas Monumentos Naturales. Durante el recorrido se fueron identificando los árboles, los cactus, las orquídeas, las enredaderas, etc.

 

Bertolini además sostuvo que por medio de la investigación desarrollada con murciélagos en la reserva y en el PP Teyú Cuaré, lograron que ambos sitios sean declarados áreas de importancia para la conservación de los murciélagos (AICOM) por la diversidad de especies que habitan en el lugar formando colonias de miles de individuos y otras solitarias. Se trata de unas 38 especies de un total de 63 que habitan en la Argentina. El certificado le fue otorgado por la Red Latinoamericana para la Conservación de los Murciélagos. “Estos animales son muy importantes para el equilibrio de los ecosistemas ya que dispersan las semillas, polinizan las flores y controlan poblaciones de animales como ratones o insectos”, precisó la especialista. Una de las especies que se destaca en la región es el murciélago nectarívoro Glossophaga soricina (Phyllostomidae).

Agregó que el trabajo fue desarrollado por medio de convenios con otras instituciones, con facultades de la UNaM, Universidad de Buenos Aires, Universidad de Maimonides, entre otras. “Buscamos que la reserva funcione como una estación biológica”, recalcó.

 

En ese sentido, agregó que “este año para la ciencia se descubrió una especie nueva, por ejemplo, y ahora se está investigando. Por lo tanto, nos encontramos ante esta responsabilidad de velar por lo que encontramos en este ecosistema, es un área de pequeña superficie, pero es una joyita ambiental”, expresó la coordinadora.

 

Otro valor del área es el paisaje único que presente, con paredones verticales que caen a 80 o 100 metros en forma perpendicular al río Paraná, y que no se encuentra en otra parte de la provincia ni del país. Todo esto encierra mitología, leyendas y belleza escénica. «Visitar San Ignacio es mucho más que conocer las Ruinas Jesuíticas y el Peñon del Teyú Cuaré, la estadía en este destino puede ser mucho más prolongada si se logra que las personas del lugar valoren su patrimonio y sepan como interpretarlo para trasmitirlo”, recalcó la ambientalista.

 

La reserva natural Osununú se complementa con valores importantísimos que tiene el área. “Por suerte somos varios los que pensamos de esta manera y estamos trabajando en conjunto con sectores privados y públicos para ofrecer al turista una estadía mucho más larga en San Ignacio,  con recorridos y visitas guiadas que permitan disfrutar y conectarse con el valor del patrimonio natural”, adelantó la coordinadora.

 

En este aspecto, una de las estrategias de conservación que trabajan desde el programa de la Fundación es el ecoturismo, ya que consideran que a partir de la actividad se revaloriza lo natural, cultural e histórico. “Para fortalecer este camino, desde hace 3 años estamos trabajamos con las cinco comunidades Mbya Guaraní de nuestro entorno, para que logren una autogestión en un proyecto de turismo comunitario y puedan mostrar a los demás la revalorización de su propia cultura, ya que se están perdiendo usos y tradiciones con el tiempo, y creemos que con el ecoturismo se puede rescatar ese conocimiento”, concluyó.

 

Por Patricia Escobar 

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