Ya instalado en Estados Unidos, se entrenó por primera vez con el grupo y le cambió el ánimo: «Estamos más aliviados», reconocieron en el plantel; todavía no se sabe si el capitán podrá ser titular el lunes ante Chile.
¿Quién es ese muchacho que baja de un auto con barba de cinco días, remera blanca con una calavera en el pecho, jeans y cara de cansado? En Estados Unidos, según la revista de negocios SportsProMedia, se trata de quien ocupa el puesto 28 en el ranking de deportistas con imagen más atractiva para las marcas. A años luz de distancia de Stephen Curry, por ejemplo, que lidera ese listado por amplio margen. Esa distancia se refleja bien en estas horas: las tapas de los diarios de este país rebosan de imágenes de la estrella de la NBA, que comanda a Golden State en la final del campeonato ante Cleveland Cavaliers, pero no publican una línea sobre el mejor futbolista del mundo. Aunque Curry, humilde, diga que le «encanta» que lo mencionen como el Messi del básquetbol.
El capitán de la selección argentina se sentirá invariablemente cómodo en estas tierras: cuando escucha la palabra Messi, la mayoría de los ciudadanos interpreta «messy», un término que en inglés significa sucio o desordenado. Al revés que en los países con arraigo futbolero, su apellido no implica aquí una inmediata asociación mental con su cara. Y eso, para su modo de ser, es una buena noticia. La exposición no es lo que más le agrada.
La primera comprobación de que en muchos lugares de Estados Unidos podría pasar inadvertido se dio ayer: no más de 20 hinchas con camisetas de la selección y de clubes argentinos hacían guardia al mediodía en la puerta del hotel al que Leo había llegado a las 6.45. Aquí no habrá juicios ni muestras desbordadas de pasión. Algo de eso sugirió Nahuel Guzmán en la conferencia de prensa que ofreció junto a Augusto Fernández: «Es raro estar jugando la Copa América acá», comentó: tal vez, el festejo del centenario del torneo hubiera merecido un destino tradicional.
