La industria metalúrgica siente el golpe del freno de la economía

El sector es considerado la “madre de todas las industrias”. En el primer trimestre cayó un 13,1%. El nivel de uso de la capacidad instalada está en el 50%. Cómo golpean el freno en el consumo interno, la retracción de otros rubros, la disminución del comercio externo y el tarifazo de servicios.

 

 

Considerada la madre de todas las industrias, la actividad metalúrgica enfrenta una caída casi generalizada en cada una de las ramas que integran un sector heterogéneo y fundamentalmente conformado por pymes.

 

En la nota publicada en el diario Ámbito Financiero señalan que el nivel de actividad del sector cayó un 13,1% en el primer trimestre del año en comparación con el mismo período del año pasado, según los datos de la Asociación de Industriales Metalúrgicos de la República Argentina (ADIMRA).

 

Hay varios factores que confluyen en esta primera parte del año para asestarle un duro golpe a las pymes metalúrgicas de todo el país. En primer lugar hay que ubicar a la fuerte retracción del consumo interno debido a la pérdida de poder adquisitivo, a lo que se le suma el freno de sectores demandantes de productos metalúrgicos. Además, hay una caída de la demanda externa, fundamentalmente explicada por la retracción de Brasil y un enérgico impacto del tarifazo de los servicios que desacomodó la estructura de costos de las empresas. En los primeros tres meses del año, las ventas al exterior disminuyeron un 27,5% interanual, en particular las que tienen como destino al mercado brasileño. Las principales caídas se dieron en los rubros de tubos y perfiles de acero, autopartes, bienes de capital e industrias básicas de no ferrosos.

 

En este contexto recesivo, los sectores más afectados a raíz de la caída de la producción durante el trimestre fueron equipamiento médico (-26%), equipos y aparatos eléctricos (-25%), seguidos por los el resto de los sectores de bienes de capital (-22%).

 

«El año comenzó con una relativa baja con respecto al año pasado. Hay rubros que fueron bastante afectados por una caída de la actividad, y hay rubros que no han tenido grandes cambios. Los que más se han visto afectados, ya venían algo complicados por el freno en el sector petrolero y el autopartista. Lo que se evidenció en el transcurso del año es que también se ven afectados los sectores vinculados al consumo interno como fabricantes de cerraduras y luminarias, por ejemplo», contó a Ámbito Biz, José Luis Ammaturo, presidente de la Cámara de la Pequeña y Mediana Industria Metalúrgica Argentina(CAMIMA).

 

En Isidro Casanova funciona Aceros Elizalde, una pyme metalúrgica con más de 30 años en el negocio, que fabrica insumos para los sectores de autopartes, petróleo, agroindustria y alimentos. Su presidente Jorge Longarini no dudó en calificar la situación actual como «desesperante». En diálogo con Ámbito Biz, explicó que «todos los sectores que atendemos están en baja. Por ejemplo, autopartes con un caída del 40% y petróleo que nos estaba manteniendo en ritmo el año pasado, ahora está con una caída del 70%. Lo único que más o menos mantiene cierto ritmo es el mercado de reposición, después estamos con una retracción del orden del 50% al 55% con respecto al año pasado, que encima no había sido bueno».

 

Capacidad instalada

 

Otro dato que muestra la difícil actualidad de la industria es el uso de la capacidad instalada. Según los datos de ADIMRA, el nivel de utilización de la capacidad instalada disminuyó 16,3% y pasó a ubicarse en torno al 50,3% a fines de marzo. Ammaturo confirmó esa tendencia: «Hay una caída, debido a la merma de la actividad».

 

Por su parte, Aceros Elizalde cuenta con 20 máquinas pero en la actualidad «en capacidad instalada estamos en un 30%, es una caída muy fuerte», contó Longarini y agregó que «hacemos todo productos de metalmecánica, como por ejemplo ejes, piezas de amortiguadores, cilindros hidráulicos y vástago de bombeo y espárragos, pero la demanda se cayó. También somos proveedores de INVAP, pero eso está parado porque le frenaron todo el proyecto de ARSAT».

 

A la caída de la demanda, tanto interna como externa, se le agregó una suba generalizada de tarifas que pone a algunas pymes en una situación de asfixia. «Es una preocupación. Hay rubros en donde la energía no incide en gran medida en el armado de costos, pero sí todo lo que tiene que ver con energía intensiva como tratamientos térmicos, fundiciones, sí se han visto afectados, especialmente en la zona de Buenos Aires y Gran Buenos Aires», relató Ammaturo. En tanto que Longarini, le pone cifras a la situación de su pyme en Isidro Casanova: «Veníamos pagando 4.000 pesos y ahora nos vino 60.000 pesos. Es un impacto muy grande, y no lo puedo trasladar a precios, si no no vendo. Es un círculo negativo, muy negativo».

 

Este panorama no se trasladó de forma directa a la situación del empleo. En el primer trimestre el nivel de empleo disminuyó un 2,5%, lo que pone en evidencia dos aspectos: que hay despidos por goteo y el esfuerzo de muchas pymes para sostener a los trabajadores con la esperanza de la recuperación. «Por el momento estamos manteniendo, dimos vacaciones anticipadas, quitamos horas extras y algunas suspensiones. Ahora son 14, y tratamos de mantenerlos», explicó Longarini. Un sondeo de ADIMRA muestra que para el 40% de los empresarios la actividad va a seguir en caída en el trimestre abril-junio. En tanto, más de la mitad de los empresarios prevé que no habrá cambios en los próximos meses, mientras que un tercio de los mismos indicó que espera una caída en la plantilla de personal de su empresa en el corto plazo.

 

Respecto a la situación del empleo y el futuro de la actividad, Ammaturo trazó un panorama alentador: «Hay un sentimiento de optimismo. Hoy no estamos bien pero esperamos estar mejor a futuro. La realidad es esa, por eso es que las pymes no están reduciendo personal, no hay despidos masivos para bajar costos, sino que han mantenido sus plantillas estables a la espera de una mejora a fines de 2016; creemos con el cierre de las paritarias y si la inflación menguara, habrá un crecimiento del poder adquisitivo de los salarios y eso daría la posibilidad de que el mercado interno se viera revitalizado.

 

Se espera también que aumente la inversión en obras públicas y en el sector privado, todo esto hace pensar en un panorama hacia fin de año mucho mejor del que tenemos hoy».

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