Los desafíos del próximo gobierno en Brasil

El posible gobierno del vicepresidente Michel Temer tendrá por delante serios desafíos económicos, político-sociales, judiciales y legales que determinarán la suerte de esa administración nacida del impeachment.

 

«La prioridad es recuperar la economía, y el punto clave será realizar un ajuste fiscal, con recortes o un incremento de ingresos que demuestren a los inversores que el camino de la deuda brasileña cambió y genere una inyección de confianza», destacó el analista Rafael Cortez, de la consultora Tendencias.

El problema que enfrentaría Temer en este ámbito es que esas acciones tendrán un costo político alto, y él, con un capital político limitado por el proceso de impeachment, debería ser muy criterioso para no desgastarse rápido.

Para ello contaría con el reconocido ex presidente del Banco Central Henrique Meirelles como ministro de Economía.

Al menos hasta que Rousseff no sea condenada y su permanencia en la presidencia confirmada hasta fines de 2018, Temer evitaría los temas económicos más espinosos, como la reforma de las jubilaciones o la alteración del sistema de indexación de los salarios.

 

Es más probable que, de entrada, se busque controlar gastos, aumentar algunos impuestos estratégicos y atraer inversiones a través de concesiones.

«En este primer momento tampoco debería haber recortes a los programas sociales, como tanto se teme. Esas medidas revitalizarían la resistencia del Partido de los Trabajadores (PT), de los sindicatos y de los movimientos sociales, y perjudicarían más a las clases bajas, que hoy son las que más sienten el peso de la inflación (9%), del creciente desempleo (10%) y la recesión (-3,8%)», advirtió Cortez.

En el área político-social, debería demostrar rápido -se habla de una «luna de miel» de 90 días- que está comprometido con el bienestar de toda la población, incluso aquellos sectores que han criticado más duramente la forma de acceder al poder, sin alienar a todos los partidos que apoyaron el impeachment a Rousseff y declararon su apoyo a Temer.

 

«La gran dificultad política es que pese a su gran base en el Congreso hay una minoría expresiva de la sociedad que estará en contra de su gobierno. Tendrá una transición muy difícil, mucho más que la de Itamar Franco después del juicio político a Fernando Collor de Mello en 1992», apuntó el politólogo Mauricio Santoro, profesor de la Universidad Estatal de Río de Janeiro.

 

El delicado equilibrio político-social que tendrá que ejercer Temer ya se hizo evidente en la difícil conformación de su eventual gabinete.

El primero pretendía un grupo de «notables», pero luego, bajo la presión política, se decidió por nombres atados a los partidos que le garantizan respaldo parlamentario y estabilidad.

Y la gran poda que planeaba en el número ministerios -31 en la actualidad- podría no ser tal al final de cuentas y reparto de favores.

Ya desde el punto de vista legal, hay una espada de Damocles que penderá todo el tiempo sobre la cabeza del eventual gobierno Temer: las investigaciones por el esquema de corrupción en Petrobras, la petrolera estatal.

Varios de sus correligionarios del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), algunos de los cuales considera ministros, están acusados de haberse beneficiado de las coimas del escándalo del petrolão, por lo que el Supremo Tribunal Federal (STF) podría intentar bloquear sus designaciones, así como sucedió con Rousseff cuando nombró jefe de gabinete a Luiz Inacio Lula da Silva.

El propio Temer está sospechado de actividades ilegales vinculadas con Petrobras por denuncias de arrepentidos que aún no han sido probadas.

 

«Es probable que el STF le dé una suerte de tregua mientras aguarda a ver los primeros pasos del gobierno, pero los avances de las investigaciones serán una amenaza constante», indicó Santoro.

Para el politólogo de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, Temer corre serios riesgos de verse afectado por las maquinaciones del ex presidente de la Cámara de Diputados Eduardo Cunha (PMDB), suspendido de su cargo la semana pasada por el STF al estar procesado por el petrolão.

Incluso sin un cargo formal, Cunha, principal impulsor del impeachment a Rousseff, aún es un político peligroso, con información y pruebas que pueden comprometer al próximo gobierno.

Sobre todo ahora que él se siente desprotegido por sus ex aliados y está desesperado

(Fuente: La Nación).

 

 

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