#MaderaMicrochip un viaje sonoro al rock de Catupecu Machu

Madera Microchip “es un viaje” según lo definió el propio Fernando Ruiz Díaz en la previa del show, un viaje que no fue acústico ni eléctrico, sino una hibridación donde la música fluía en el auditórium del Montoya repleto de fans que terminaron la noche bailando y pidiendo más. El vocalista emocionado por el respeto y la conexión del público pidió volver antes de fin de año para un nuevo show.

“Lo que va a pasar acá entre los cuatro es alucinante”, prometió Fernando segundos antes de comenzar el show, anticipando lo que todos afirmaríamos pasada la medianoche. Acompañó su promesa de un pedido al público: apagar los celulares y evitar los flashes para que “no me corten el mambo”. El carismático vocalista definió el show como un ‘viaje’ del que esperaba que todos participen y dio por inaugurado con El grito después.

 

De esta forma Catupecu volvió a Misiones, esta vez retomando su propuesta más original y vanguardista en una nueva etapa de la Gira Madera Microchip. Eligieron el Montoya para que fuera una fiesta íntima, “que durará lo que ustedes quieran” anticipó Fernando aclarando que la idea era que “no hayan fotos ni videos, para que nadie pierda el tiempo mirando a través de la pantalla del celular o de la cámara, sino que sientan y disfruten a flor de piel la música.

 

De la mano de 2M GroupVivos, la banda liderada por Fernando Ruiz Díaz regresó a la tierra colorada con una presentación única. Madera Microchip nace desde la fusión del costado visceral del grupo con las nuevas tecnologías: Durante el show fueron surgiendo canciones del grupo en versiones inéditas. Además de algunos covers de Lisandro Aristimuño, de Sumo y The Beatles.

 

La guitarra flamenca y el cajón peruano se amalgamaron con los sintetizadores y los ritmos electrónicos dando como resultado un viaje musical sin precedentes, invitando a las anécdotas y la improvisación. Fernando fue el MC (maestro de ceremonias) de la noche del sábado anticipando como sería la fiesta, remarcando que lo importante era disfrutar de la música, “vivir el viaje” sonoro que plantean. Además adelantó que en mayo del año que viene tienen previsto sacar un nuevo disco, en el cual ya están trabajando.

 

Fueron dos horas y media de “momentos muy íntimos y muy intensos”. La banda al presentarse en teatros genera una energía contenida que cuando se libera es muy fuerte y esto es lo que ayuda a que el show continúe. Para el público también es raro, ya que es un teatro y les muestra que deben estar sentados pero a la vez muy expectantes de que pasa en el escenario.

 

La fiesta comenzó a las 22,20 cuando Fernando salió a anticipar como era el show, a las 22,30 arrancó la música en un escenario donde estaban montados un teclado, sintetizadores, guitarra, bajo y percusión con un cajón peruano y platillos. Las luces de fondo para jugar al teatro de sombras donde lo importante era viajar a través de la música.

 

Entre cada canción Fernando comentaba como fue la gira y las emociones que le generaban las diferentes formas de presentar sus canciones. Planteó que «la vida es un viaje y debemos viajarla ser como Frodo» dijo en relación al personaje de Tolkien en el Señor de los Anillos. Dijo que cada uno tiene su carga y por eso el viaje es personal.

 

La noche permitió ver en escena a un Fernando íntimo, suelto y sin pelos en la lengua que, entre canciones, recordó hazañas, anécdotas de la banda e intimidades. Además se tomó un tiempo para presentar la canción «Viaje del miedo», que definió como una “flor de loto en un pantano”, que se la dedicó a su hermano Gabriel «Gaby» el cual dijo «está en un viaje diferente».

 

El viaje continuó con Para vestirte hoy del “gran hombrecito” Lisandro Aristimuño, Cuadro dentro de cuadros y otros grandes éxitos que hicieron vibrar las butacas del auditorio. Presentó, también, una emotiva canción que compuso para su hija para luego seguir con Dialecto, Vistiendo, Grandes esperanzas, Refugio y Entero o a pedazos.

 

El músico habló de que en el escenario había madera microchipseada «si me viera Yupanqui con mi guitarra llena de electricidad y conectada a un iphone; el bajo cableado y el cajón peruano con chip» describiendo esa hibridación que generaron para esta presentación.

El público se fue cargando de esa electricidad y cuando el músico hizo un cover de SUMO comenzó a desbordarse, «Mañana en el abasto» fue detonando esa energía del público que pedía más. Luego anticipando el cierre vino «Across the universe» de los Beatles.

 

Uno de los momentos más emotivos fue cuando Fernando bajo del escenario a saludar a Cristian Montivero, un joven posadeño no vidente que fue a disfrutar del show. El músico le agradeció su presencia y remarcó que él debe ver mucho mejor que nosotros, recordando a un joven no vidente de Córdoba que siempre asiste a sus shows.

 

Conmovido, el líder de la banda elogió el auditorio y la conexión con el público y terminó el viaje haciéndolo estallar: las butacas no lograron contener el éxtasis del público que despidió a la banda al ritmo de Magia Veneno y el aclamado Y lo que quiero es que pises sin suelo con que finalmente bajó el telón.

 

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