Se le cayó y perdió un diente en la escuela, la vicedirectora firmó un certificado para el ratón Pérez y mirá qué pasó

La sonrisa de Nacho es amplia, trasparente, contagiosa. Sólo le faltan algunos dientes, que él cuida con un celo especial: cada uno de ellos irá a parar a las manos del Ratón Pérez, según cuenta este pequeño de 6 años.

“El es un poco tramposo. Los dientes le sirven para hacer castillos y muebles”, explica.

Pero a cambio, claro, el simpático personaje siempre deja una recompensa. Pero algo sucedió el miércoles pasado que alteró los planes de Ignacio Gabrielli, alumno de primer grado en el colegio Cristobal Colón, una escuela pública de la zona oeste de Rosario a la que asisten 600 alumnos.

Antes de ingresar al salón perdió uno de sus dientes superiores en el patio de la escuela. No hubo forma de encontrarlo.

No habría, entonces, entrega al Ratón Pérez ni dinero a cambio. Nacho estaba triste, desilusionado. María Beatriz Jouve, la vicedirectora de la escuela, advirtió lo que pasaba y decidió hablar con la madre. Le dijo que quizás podía resolverse el tema elaborando un certificado donde le explicaran al ratón lo sucedido.

“Dejo constancia que el niño Ignacio Gabrielli ha perdido su diente en esta institución educativa. El mismo estaba muy flojo, por lo que probablemente se ha caído entre las baldosas del patio. Se extiende el presente certificado para ser entregado al Ratón Pérez. Aprovecho la ocasión para manifestar que Ignacio es un buen niño y nunca dice mentiras”, escribió Betty, maestra, profesora y licenciada en ciencias de la educación con 29 años de profesión y tres libros publicados en los que recopiló “historias mínimas” de la escuela.

Nacho y Betty se abrazan en el patio. El chico señala el lugar en el que perdió el diente. “Estaba a punto de entrar en el salón. Sentí que tenía como una basurita. Escupí y lo perdí”, explica. Está feliz porque el Ratón Pérez aceptó los motivos de la carta y le dejó 400 pesos.

Con parte del dinero compró un muñeco Transformer y un videojuego portátil. “Todavía me quedan 300”, precisa. “El tiene un bolso con plata”, explica. A fuerza de perder dientes se ha convertido en un especialista sobre la operatoria del ratón.

Madre de dos hijos, de 13 y 24 años, la vicedirectora cuenta que la historia no es un invento suyo, sino que apeló “a un viejo recurso”.

“Me preocupé porque fuera una carta formal. Por eso el estilo y los sellos. La metí adentro de un sobre que decía ‘Señor Ratón Pérez’. Y después de que lo publicó la mamá en Facebook se armó una cosa de locos. Pensé ‘la gente se volvió loca’. No podía ni puedo entender que tenga el impacto que tiene”, relata.

“Bienvenida la viralización para mostrar lo que pasa dentro de las escuelas públicas. Hay muchos de estos pequeños actos reparadores que hacemos los maestros”, celebra.

“La carta al Ratón Pérez es un recurso como otros que tenemos los docentes, que no está al margen de las concepciones pedagógicas, y que vamos sacando para pintar sonrisas en caras tristes”, resume.

El tema explotó. Hasta medios de prensa de España se interesaron por la tierna historia. Y la escuela seguía ayer revolucionada. En el ingreso los docentes armaron un improvisado cartel. “Nos enorgullece con su entrega diaria”, destacan sobre la labor de Bety. Nacho tomó el viernes el micrófono en el patio y contó lo que le había pasado. Fue el protagonista de lo que llaman en la escuela “La buena noticia del día”.

Mientras lo contaba sonreía. Sin dientes, pero feliz.

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