Le enseñaba a su hijo a manejar y lo mataron para robarle el auto

Tres ladrones los asaltaron en la puerta de su casa y el hombre, de 56 años, salió en defensa del joven, de 19. Le dispararon y murió infartado. Sucedió en Sarandí, partido de Avellaneda, Buenos Aires.

El auto era flamante. El hombre lo había comprado cero kilómetro y le estaba enseñando a manejar a su hijo mayor, de 19 años. Ya se lo habían querido robar una vez. Y la segunda vez que lo intentaron todo terminó con una muerte y una familia destruida. Raúl Contreras (56) estaba junto a uno de sus hijos en la puerta de su casa y recibió dos disparos. Apenas unos segundos después, murió de un infarto. Fueron tres los asaltantes que aparecieron en escena exigiéndole al chico las llaves del Volkswagen Suran. El se las dio. Luego, el padre le dio una patada al vehículo, hizo sonar la alarma y uno de los ladrones empezó a los tiros.

Contreras recibió dos disparos: uno le atravesó un brazo y el otro le rozó el abdomen. La Justicia esperaba ayer el resultado de la autopsia, pero un informe preliminar hablaba de un ataque cardíaco.

Sucedió alrededor de las seis de la tarde del domingo en Paunero y Almirante Solier, en Sarandí, partido de Avellaneda. “Papá me estaba enseñando a manejar. El me había dado las llaves del auto para que lo llevara al garage, que está acá a cuatro cuadras.

Me metí en el coche y cuando él estaba abriendo la puerta de casa para entrar, apareció un Gol Trend negro de atrás. Bajaron tres tipos, me abrieron la puerta del coche y yo les dije: ‘Acá tienen las llaves’. Y me quedé quieto”, contó ayer uno de los dos hijos de la víctima, Elías (19), un joven músico que toca el bajo en una banda llamada Beatnik.

Según fuentes del caso, Contreras (que era chapista pero estaba jubilado por un problema en la vista) reaccionó como pudo. Primero intentó defender al chico tirándole una patada a uno de los asaltantes, que le respondió con un primer disparo. Luego, mientras otro ladrón buscaba arrancar el Suran, logró hacer sonar la alarma del vehículo y recibió un segundo tiro.

“Mi papá saltó como con una patada voladora y ahí le tiraron un primer balazo que le rozó la panza. El se fue como para atrás, pero sin caerse. El chorro me pidió el celular. Mi papá dio la vuelta alrededor del auto e hizo sonar la alarma, entonces el ladrón no pudo arrancar el coche. Yo me metí en mi casa porque justo mi mamá abrió y ahí volvieron a dispararle a mi papá”, añadió el joven.

“¿Dónde te dieron?”, preguntó Elías, desesperado. “No sé hijo”, respondió su papá. “Ahí cayó desplomado, como un muñeco. Se agarraba el pecho, no pestañeaba. Se le puso la boca blanca y empezó a vomitar. Yo traté de alzarlo para que no se ahogara, pero no pude. Le agarró un infarto de los nervios. Se murió en el pasillo de casa”, detalló el hijo de Contreras.

Los vecinos contaron que los ladrones intentaron meterse en la casa. Elías no se resistió, nunca dudó en entregar las llave del auto. “¡Llévenselo!”, les dijo. Fue entonces que Contreras quiso defenderlo. Luego de recibir dos disparos, tanto él como su hijo alcanzaron a meterse en la propiedad, pero el hombre se desplomó al instante.

“El terminó muriendo de un infarto, adentro de la casa. Lo llevaron al hospital en un patrullero porque la ambulancia no aparecía”, contó Gonzalo, un amigo.

“El auto tiene apenas seis meses, lo habían comprado hace poco y este fue el segundo intento de robo. Y en un instante pasaron de ser una familia de tres cuando hasta ayer eran cuatro. ‘Tito’ era un tipo de laburo, gente de bien. Los ladrones no se llevaron nada, apenas una vida”, se lamentó otro amigo.

Tras balear a la víctima, los asaltantes se subieron al Gol Trend color negro y escaparon.

“Tito” Contreras estaba casado y tenía dos hijos: Elías y otro varón más chico, de 16 años. La esposa, Miriam, da clases en un colegio de Capital y también es catequista.

El crimen es investigado por la fiscal Alejandra Olmos Coronel, de la UFI N° 1 de Avellaneda. Anoche aún no había detenidos.

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