Doble homicidio: Interpol rastrea a Rojas en el Alto Paraná paraguayo

En el Alto Paraná paraguayo. Allí creen los investigadores de la Justicia misionera que está escondido Néstor Fabián Rojas, alias “Negro” o “Carlos”, apuntado como narcotraficante de peso en la región y presunto asesino de Sebastián Vega y Rodrigo Ibarra, hecho ocurrido en Posadas en diciembre del año pasado.
Interpol lo busca. Desde principios de año se ha hecho humo. En Posadas, al menos, dejaron de verlo. Y si anduvo por la capital misionera u otra localidad, ocultó muy bien sus pasos.
El primer sitio donde lo buscaron fue el departamento que alquilaba en Encarnación y donde tenía su base de operaciones. Allí, en el primer piso de un edificio ubicado en plena zona comercial, arriba de un conocido supermercado y no muy lejos del puente San Roque González de Santa Cruz, tenía su base de operaciones. Su ex novia, Denise Candia (21), dijo que en una ocasión llegó a ver en ese lugar once armas de fuego, de distintos modelos, esparcidos sobre la cama.
Rojas es considerado de suma peligrosidad. Quienes lo buscan saben perfectamente que están ante una persona dispuesta a todo. Después de dejar Posadas, se habría adentrado en el interior de Itapúa primero y en Ciudad del Este después.
Entre diciembre del año pasado y los primeros meses de este, se movió por Posadas sin problemas, pero fiel a su estilo. Nunca a bordo de un auto ostentoso y siempre en las sombras.
Rojas siempre les pedía a sus amigos que lo llevaran de un lugar a otro. De hecho, hasta en moto cruzó el puente internacional varias veces, como acompañante de su novia.
De los contactos locales del hombre, se sabe poco. Era un aspecto sobre el que tenía bastante reserva. Al que lo vieron muchas veces con él fue a Martín Vedoya, actualmente detenido por el doble homicidio. Solían frecuentar un pub de la calle San Lorenzo. Allí lo conoció Denise Candia.
Se cree que Rojas trataba en Paraguay con los principales productores de marihuana y luego gestionaba los cruces para organizaciones criminales de grandes urbes, como Buenos Aires. Era un intermediario consultado en el ambiente y celoso de su rubro. Tan celoso que habría decidido eliminar a Vega porque consideró que no solo le había “mejicaneado” droga, sino que le estaba pasando información a las fuerzas de seguridad.
“Negro” o “Carlos” purgó una pena por narcotráfico en el penal federal de Candelaria. Cuando le otorgaron la libertad condicional, no regresó.
Lo mismo hizo otro de sus amigos, Luis Morínigo-Sosa, también preso por los asesinatos de Vega e Ibarra. A Morínigo-Sosa, Rojas lo llamaba su “primo”.
Denise Candia contó ante el juez de Instrucción Tres de Posadas, Fernando Verón, una anécdota que pinta la crueldad del prófugo: estando ambos en el departamento de Encarnación, llegó un secuaz de Rojas y le mostró una foto. Era de un cadáver. Se trataba de alguien que le había “fallado” al Negro y lo pagó con su vida. Por eso ordenó matarlo y que le sacaran una imagen.
Rojas es la pieza que falta para terminar de armar el rompecabezas de la causa abierta por el doble homicidio. Hay cinco imputados, tres de los cuales se encuentran entre rejas.

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