La desigualdad está instalada, y aumenta por el incremento de la pobreza y el reverdecer de los nuevos pobres que vienen de la clase media, empujada por la inflación, los despidos, tarifazos y falta de inversión pública y privada que genere trabajo, medidas económicas que favorece acumulación de ganancias para los poderosos de siempre.
Se sabe que la equidad social no está condicionada al éxito económico, cierto es que la mejor receta es más crecimiento, más empleo, más trabajo, pero mejor salario.
Autores y estudiosos de la problemática social como Norberto Alayon, Aldo Neri, Bernardo Kliksberg y otros afirman que el Derecho Social es independiente del estado laboral de la persona y es inherente a la ciudadanía, debe ser universal, y se corresponde a la dignidad personal como un derecho humano inescindible, debe evitarse el riesgo de la manipulación o la dependencia permanente.
Hay que reforzar el salario en lugar de repartir cosas que tientan al asistencialismo. Hay que lograr la responsabilidad del sujeto de derecho apostando a incentivar su deber en el campo de la salud y la educación, capacitándolo para lograr una digna salida laboral. Una política social justa y humanizada no debe contener a los pobres buscando calma social sino sacarlos de la pobreza con educación, capacitación y trabajo que los dignifique como personas.
Apostar a la niñez profundizando la AUH (Asignación Universal por Hijo) como transferencia de renta condicionada a cumplir con asistencia sanitaria e inclusión educativa. A la vejez reconociendo que no alcanza con la jubilación ni la pensión no contributiva sino abordar programas integradores de todos los aspectos de la vida que merecen quienes entregaron la suya por una sociedad mejor, todo agravado por ajustes en PAMI y anunciada caída de la moratoria.
Y otro gran tema es la desocupación como producto del ajuste, la falta de inversión, y el convencimiento ideológico, cuanto menos Estado mejor, el Estado debe estar para cuidar el interés de los que más tienen, la pobreza afirman es un daño colateral del crecimiento bajo las reglas del individualismo y del mercado.
Hay síntomas inequívocos de mayor inequidad y pobreza, es la realidad. Los más prudentes estiman una pobreza alrededor del 40%, con una indigencia del 19% en los últimos meses. Y como resultado de las últimas decisiones políticas se generaron 1.4 millones de nuevos pobres; es el momento de preparar al Estado con todos sus nobles recursos para luchar por una sociedad más justa, no solo con asistencialismo dadivoso sino con políticas reales de inclusión económica y social. El liberalismo siempre destinó los mínimos recursos financieros a lo social solo para controlar la conflictividad y reproducir capitalismo y desigualdad.
Menos asistencialismo más Seguridad Social como Derecho Humano. Reivindiquemos los Derechos Económicos, Sociales y Culturales por más Libertad y más Democracia. Política social sin recursos es solo discurso. Así es imposible la Pobreza Cero, en cualquier lugar del mundo.