La casa del horror: así contó una chica cómo la tenían esclavizada

En 2014, la encontraron en una vivienda de Lugano, Buenos Aires.  Ahora, la Justicia condenó a sus padres adoptivos. Y se conocieron detalles del calvario que vivió.

La noticia causó gran conmoción cuando se conoció, hace dos años: una chica de 15 años había vivido nueve esclavizada en su casa de Villa Lugano, en un sótano, rodeada de perros y hasta un mono. Ahora, la Justicia determinó que sus padres adoptivos fueron culpables de los delitos de reducción a la servidumbre y lesiones gravísimas.

La mujer, Adriana María José Barros, murió en enero de 2015 de cáncer. El hombre, Daniel Gómez, de 45 años, está detenido en el complejo penitenciario de Ezeiza y fue condenado a ocho años de cárcel. Según los fundamentos de la condena del Tribunal Oral en lo Criminal N° 30, que se difundieron ahora, ambos trataron a Julieta, su hija adoptiva, “como una cosa” y le causaron “severas e irreversibles consecuencias en su salud“.

“No existen elementos que permitan vislumbrar la posible aplicación de alguna de las causas de justificación o de inimputabilidad“, resumieron los jueces Luis María Rizzi, Marcela Rodríguez y Aldo De la Fuente. El fallo, de 61 páginas y al que tuvo acceso DyN, describió con dolorosa crudeza que Gómez y Barros “maltrataban físicamente“ a la chica, “ya que le pegaban en su cuerpo con distintos elementos tales como cinturón o una percha, la quemaban con fósforos o la tiraban por una escalera que se hallaba en la vivienda“.

La pequeña “dormía en el garaje, la sacaban en pocas oportunidades, sólo una vez por día, no sabía dibujar y si no dibujaba la encerraban de nuevo y no la sacaban más del garaje, la sacaban para Navidad y ese día le daban de comer, estaba todo el día dentro del garaje, la cuidaban poco, le daban sólo pan y agua“.

El fallo explica que “en el garaje había un perro que la mordía, no la llevaban al hospital a curarla, no tenía colchón y pasaba frío”. El matrimonio se mudó tres veces y en la segunda casa también había un garaje donde “había un perro y un mono, ella estaba atada a la jaula del mono y ello la asustaba mucho“.

Durante el juicio, Gómez “reconoció lisa y llanamente los hechos tal como habían sido descriptos, pidiendo perdón por todo los daños físicos y psíquicos que le causó su accionar a la joven“. La pareja fue detenida el 7 de abril de 2014; la chica, pese a los cuidados que recibió desde que fue rescatada, no logró aprender ni a leer ni a escribir, aspecto que los profesionales que la asisten habrían adjudicado “al daño recibido, su desnutrición o que bien pudiera ser congénito. Se trata de una persona discapacitada; que igualmente logró interesarse en muchas actividades, por lo que iba a ser evaluada por un centro de capacitación laboral, como una suerte de formación laboral para que pueda tener salida laboral en un futuro”.

La adolescente declaró en la instrucción de la causa bajo el sistema de Cámara Gesell, y “al preguntarle donde hacía sus necesidades le refirió que ‘en un balde que le dejaban’. También relató que si se portaba mal, o sea, si se le caía un plato, levantaba la voz o se escondía debajo de la mesa cuando estaba adentro de la casa, la madre y la hermana la quemaban con un fósforo en la panza”.

Además, narró que no salía a la calle “salvo cuando le decían ‘vos te querés ir’. Entonces la desnudaban y la largaban a la calle”. “Decía que sólo comía pan y tomaba agua, que robaba algo para comer cuando no la veían”, se lee en el fallo.

“La especial situación de vulnerabilidad en la que naturalmente se encuentra un niño de tan corta edad, lejos de haber sido neutralizada por la atención y el cuidado que el imputado le debió brindar, fue descarnadamente agudizada. Fue sometida al ejercicio de un poder abusivo por parte del encartado, quien la colocó bajo su irreductible dominio a modo de ‘cosa’”, resumieron los jueces.

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