Ingeniosa investigación permitió la captura de un asesino a sueldo en San Antonio

Carlos P., alias “El Brasilero”, es una persona joven, pero tiene una larga experiencia en el mundo de la delincuencia. En la frontera con el Brasil, los cercanos al hampa sabían muy bien a qué se dedicaba. Hacía trabajos muy puntuales, por los que cobraba y desaparecía. El muchacho de 24 años era un sicario. “Era”, porque en un trabajo conjunto entre la Policía de Misiones y las fuerzas de seguridad del Brasil lograron capturar a este asesino a sueldo, sobre el que pesan cinco asesinatos, uno en Misiones y cuatro en el vecino país.
Al joven la confianza le jugó una mala pasada. Creyó que nadie lo buscaba y prensó que podía entrar y salir de la Argentina sin problemas. Tan bajo había puesto la guardia que cayó en un engaño que le tendieron los uniformados. Lo arrestaron en San Antonio. Pero detrás de la captura hay una historia muy particular.
El 29 de febrero, en el paraje Puente Alto, ubicado a 70 kilómetros de San Antonio, en la zona de Pozo Azul, hirieron mortalmente a Elvio Antúnez, un campesino de 35 años. Ese día, un joven armado entró en la residencia del agricultor y antes de abrir fuego con un revólver, lanzó la siguiente frase, en un marcado portuñol: “Disculpame, pero esto es mi trabajo”. Alcanzó a efectuar tres disparos antes de que el arma se trabara. Fueron suficientes para herir al dueño de casa y a la mujer de éste, Viviana R. (32). La pareja fue llevada al hospital. En el Samic de Eldorado hicieron lo imposible, pero Antúnez dejó de existir.
Un hijo de los agricultores también presenció al sicario en acción. Su relato fue clave para la investigación.
Policías de la Unidad Regional de Bernardo de Irigoyen, puntualmente los de San Antonio, empezaron una minuciosa pesquisa, que llevó menos de dos meses, pero tuvo frutos este martes por la noche.
Con la descripción que hizo la mujer de Antúnez y el hijo de esta rastrearon al posible sospechoso. Así determinaron que podía ser Carlos P., un muchacho que solía moverse entre San Antonio y Santo Antonio, en territorio brasileño.
Los detectives averiguaron que el joven tenía dos identidades, una para cada país. Pero lo más importante: en Brasil era buscado intensamente por cuatro homicidios ocurridos entre 2011 y 2015. La Policía Militar del vecino país lo consideraba un delincuente de altísima peligrosidad, que al ser acorralado no dudaría en abrirse paso a balazos.
Los policías cruzaron información y así establecieron que Carlos P. andaba tranquilo por la zona. Pero ¿cómo harían para abordarlo? El plan fue muy ingenioso.
Los investigadores armaron un Facebook, a nombre de una mujer, y contactaron al sicario. Los contactos se hicieron frecuentes, hasta que la falsa dama citó al muchacho en un punto de San Antonio. El martes, cuando Carlos apareció en la cita, terminó reducido y esposado.
Ante los uniformados habría admitido que fue responsable de los crímenes en Brasil. Sobre el que se le adjudica en Misiones no hay dudas de que fue el autor. Cuando le mostraron a la viuda de Antúnez la foto de Carlos, respondió de inmediato que era el asesino que baleó a su marido el 29 de febrero.
Ahora los pesquisas intentan desentrañar quién contrató a Carlos para asesinar a Antúnez. La hipótesis más firme apunta al dueño de unas tierras con las que la víctima había tenido un diferendo. Tal vez si Carlos decide hablar ante la Justicia se llegue al fondo del asunto.

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