Doble homicidio mafioso: el «Negro» Rojas también quería asesinar a la madre y a una hermana de Vega

ROJAS
El Negro Rojas.

Sumergirse en el expediente abierto en la Justicia por el doble asesinato mafioso ocurrido en Posadas en diciembre del año pasado depara encontrarse en una historia que ni el más creativo de los guionistas de novelas o películas de narcos podría imaginar. El expediente habla de robo de droga entre traficantes, malvivientes contando fajos y fajos de billetes esparcidos en una cama, sangre fría al extremo para acribillar a dos personas y luego ir a comer un asado; y hasta la escena de un mafioso drogado rodeado de once armas de fuego.
Misiones Online tuvo acceso de manera exclusiva a los testimonios más jugosos que constan en la causa. Así pudo enterarse, por ejemplo, que una de las imputadas admitió que el sindicado autor de los dos crímenes tenía pensando asesinar a al menos dos familiares de las víctimas y a un hombre al que apuntan como el entregador.
Esta es la primera parte, de un material tan imperdible como estremecedor.
A lo largo de las fojas aparece Néstor Fabián Rojas, un paraguayo con antecedentes por tráfico de drogas, como un personaje clave en la planificación y ejecución de los homicidios. Se lo pinta como un conocedor de los negocios oscuros de frontera y con la carencia de piedad necesaria para erigirse como un sicario.
De acuerdo con lo que había trascendido hasta el momento, Rojas (foto), alias “Negro” o “Carlos”, era apuntado como uno de los pistoleros a sueldo que acabó con la vida de Sebastián Vega (27) y Rodrigo Ibarra (37), entre la noche del 16 y la madrugada del 17 de diciembre de 2015. Sin embargo, su rol trasciende la del sicario. Dos testimonios lo ubican como cerebro del macabro plan.

Sebastián Vega, uno de los ejecutados.

Vega habría sido blanco de una venganza. Los homicidas estaban seguros de que les había robado droga. Y además lo acusaban de “buchón” y traidor. Ibarra fue ejecutado por ser lugarteniente de Vega.

 

Relato clave
Días después del doble crimen, Rojas se paseó por Posadas como si nada. Hizo de la casa de su novia un centro de operaciones, asegurándose la impunidad gracias a las amenazas que profería tanto a la chica como a los padres de ella.
Denise Gisel Candia (21) fue excarcelada la semana pasada. Sigue imputada de encubrimiento en la causa. Por lo arriesgado de su relato, debería tener custodia policial las 24 horas del día. Su vida podría estar en serio peligro.
Ella tenía una relación sentimental con el Negro, lo que no le impidió detallar los pormenores del antes y después de la ejecución de Vega e Ibarra.
En su declaración indagatoria, contó que la tarde del 16 de diciembre, llevó a Rojas hasta Villa Sarita para buscar a Ricardo Vázquez (27, otro de los imputados que tiene el caso) y que los llevó hasta el cruce de ruta 12 y 115. En ese lugar, Vázquez y Rojas bajaron y se subieron a un VW Bora negro, según la declaración de la chica. “En ese momento vi que habían dos personas en ese auto. El que manejaba era Martín, que incluso me saludó”, dijo en su indagatoria. Se refería a Martín Vedoya, al que mencionó cuando le preguntaron cómo había conocido a Rojas: dijo que ambos solían concurrir al pub Mentecato.
Denise añadió que después de ese viaje volvió a su casa y que recién entrada la tarde volvió a tener noticias de su novio. Dijo que el Negro se presentó en la residencia familiar de la avenida Blas Parera con un hombre llamado Luis, a quien presentó como su “primo”. Luis no es otro que Luis Morínigo-Sosa, condenado por tráfico de estupefacientes y que tenía pedido de captura porque abandonó la Unidad Penal de Candelaria en una salida transitoria y nunca regresó.
“El Negro y Luis empiezan a tomar unas cervezas. Al rato el Negro me pide que compre dos bidones de nafta y me da 300 para eso”, detalla Denise, quien más adelante agregó que su novio sacó más dinero, para que sus suegros compraran la carne para un asado.
“El Negro habló por teléfono y me pidió que le llevara un ratito a ver un señor que debía pagarle algo”, recordó la muchacha.
Denise convenció a su madre, Silvia Gabriela Rodríguez (imputada por encubrimiento), para que los llevara hacia el punto indicado: el acceso Oeste, cerca de la rotonda que se encuentra en la zona del puente de la avenida Chacabuco. “Allí estaba un auto gris. Dimos una vuelta y el Negro y Luis se bajaron, de manera agresiva, cerrando fuerte la puerta”, apunta.
El auto gris era el Chevrolet Agile en el que Vega e Ibarra habían llegado engañados por Ricardo Vázquez (27, preso como el presunto entregador de las víctimas), con la promesa de un supuesto comprador para la marihuana que presuntamente vendían. En realidad, estaban por encontrarse con una muerte violenta.

408
Una vez que bajaron Rojas y Luis, Vázquez subió al Peugeot 408 de la mamá de Denise. Vázquez quería que lo devolvieran a su casa en Villa Sarita, pero solo consiguió que lo dejaran cerca del Ministerio de Salud Pública.
Después de dejar a Vázquez en el centro, Denise volvió a su casa. Allí esperó la llegada de su novio y del misterioso “primo” de este.
A las 0.25, siempre según la chica, Rojas y Luis vuelven a la casa. El primero estaba extraño, como nervioso, después comieron el asado y ya de madrugada el Negro pidió que lo llavaran a Encarnación, donde alquilaba un departamento cerca del supermercado La Familia Villalba. Como había tensión en el ambiente, el padre de Denise se ofrece para acompañar a su mujer para el viaje al otro lado del río.
Roberto César Candia (49 años, empleado de Emsa), su mujer Silvia y Rojas pasan el puente San Roque González de Santa Cruz. En la primera rotonda después de la aduana encarnacena, dejan al Negro.
Luis se quedó en casa de los Candia. Al día siguiente pidió que lo llevaran a Puerto Iguazú, donde solía residir. Aseguró que él correría con todos los gastos. Sin que Roberto se enterase, Silvia y Denise hacen el viaje hacia la Ciudad de las Cataratas. Allí se queda Luis.
Pero el Negro y Luis volverían pronto a sus vidas.

La confesión de Luis
Denise no tardó en enterarse de cómo habían terminado los ocupantes del Agile gris. Por eso, ese fue el tema de charla cuando Rojas volvió a la casa. “Me dice ‘vos sabés perfectamente lo que hice, hice lo que tenía que hacer, yo mato a las personas que me cagan, que me traicionan, así que si vos hablás, sabés lo que te va a pasar, te voy a matar a vos, a tu mamá, a tu papá’”, aseguró la chica.
También juró que Rojas hasta sacó un arma y le apuntó primero a ella y luego a su mamá. Añadió que su novio, con el que hasta ese momento el trato era el mejor, disparó: “A partir de ahora todo es ‘sí’ para mí, nunca intentes decirme que no. Ahora mando yo”.
La joven detalló que desde entonces y hasta que finalmente Rojas huyó, ante la certeza de que estaban tras sus pasos, la vida de la familia fue un calvario, ya que tuvieron que oficiar de sirvientes de Rojas y de Luis, aunque este último siempre se mostró más tranquilo.
Precisamente, según la declaración, fue Luis Morínigo-Sosa quien le detalló, una noche en la que pudieron hablar a solas, cómo habían ejecutado a Vega y a Ibarra. “Una vez que subieron al coche gris, Luis era el que manejaba y el Negro se sentó de acompañante, mirando siempre para atrás. Entre los dos hablaban en guaraní. En un momento, el Negro le hace llamar a Seba a un tal Tula. Después Luis contó que escuchó un disparo que lo aturde”, relató.
Según Denis, y en base a la confesión de Luis, Rojas disparó contra Vega e Ibarra, que estaban en los asientos traseros del Agile. “Después se baja Luis y dispara desde afuera. Miran si están muertas esas personas, y siguen la marcha, con música y los dos riendo”, terminó la historia de las ejecuciones.
Luis le habría admitido que con los bidones con nafta pretendían borrar toda huella, pero no le explicó finalmente por qué no quemaron el coche y los cuerpos.

Plata en bolsa
Antes de que Rojas desapareciera de su vida, según Denise, obligó a los Candia a viajar a Buenos Aires para cobrar por una carga de marihuana que había llevado en un camión. Dijo que nunca había contado tanta plata, que trajo el Negro en una bolsa de consorcio.
También mencionó un viaje a Jardín América, supuestamente para cerrar negocios vinculados con el narcotráfico. Aseguró que en esa travesía escuchó decir a Rojas que había ordenado matar a Ricardo Vázquez “antes que hable”.
Antes de cerrar la indagatoria, Denise aportó dos datos impactantes:
– Que en una ocasión fue a buscar a Rojas al departamento de Encarnación y se desvaneció del susto. Recordó que cuando despertó, ambos estaban en la cama, rodeados de once armas de fuego. Agregó que el Negro estaba muy drogado ese día.
– Que el último día que vio a Rojas escuchó una conversación telefónica de éste diciendo que había entregado dinero para que asesinaran a la madre de Vega y a una de las hermanas de este (Bárbara).

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