Era abanderado, lo operaron de apendicitis y sufrió muerte cerebral

Matías Aguilar tiene 18 años y hoy se encuentra en estado vegetativo. La familia denuncia que fue un caso de mala praxis.

“Su hijo va a quedar en estado vegetativo por el resto de su vida”. El diagnóstico lo recibió el fin de semana pasado Nilda Segundo (47) en la antesala del servicio de terapia intensiva del Sanatorio Parque, en Salta. Hablaban de la salud de su hijo, Leonardo Matías Aguilar (18) que fue operado el 14 de enero de apendicitis y salió del quirófano con muerte cerebral.

Nilda Segundo denunció por mala praxis a la Clínica Güemes, de la ciudad de Orán (Salta) donde Matías fue operado. Es la segunda demanda que afronta la clínica por casos similares. El 4 de febrero, Luis Carlos Cuello (28) llegó a la clínica para que le extirparan el apéndice y murió días después de la operación.

Matías es el octavo de nueve hermanos (entre mujeres y varones). Nilda tuvo el primero siendo una adolescente de 16 años. Hace 15 años se separó de su esposo Fernando Aguilar. “Pedí ayuda en Orán porque no tengo cómo solventar los gastos y la gente decía: ‘para qué se puso a tener tantos hijos’. Somos una familia muy humilde. Y no voy a bajar los brazos. voy a sacar adelante a Matías”, le asegura la mamá a este cronista.

Cuando Matías salió de la operación, Nilda vio cómo se les doblaban las manos y se les torcían los pies. De a poco, fue llegando la ayuda. La profesora de inglés Stella Maris Daniel –del Colegio Nº 5175, de Orán, donde hasta el año pasado estudió Matías y egresó como abanderado (al igual que lo hicieron sus ocho hermanos)–, levantó una foto de su ex alumno en su estado actual y la publicó a través de redes sociales. Y la comunidad se volcó para ofrecer ayuda.

“He denunciado a la clínica por mala praxis. Y ahora cuando pueda volver a Orán voy a ampliar la denuncia contra el anestesista, porque por él, Matías no va a ser el mismo de siempre”, dice Nilda.

Tras la operación, y ver cómo Matías empeoraba clínicamente, los responsables de la clínica decidieron trasladarlo al hospital público San Vicente de Paúl: “Ningún médico subió en la ambulancia. Iba sola con mi hijo. Pensé lo peor, que se moría, ahí al lado mío”. En la desesperación, Nilda preguntó porque lo llevaban al hospital. “Me contestaron que ‘en la clínica se les había acabado el oxígeno’ y que ‘solo les quedaba un tubo chico’. No puedo creer esa mentira”.

Matías respira a través de una traqueotomía desde que entró en estado vegetativo el 14 de enero. Estuvo internado hasta el 21 de marzo en el hospital de Orán. Ese día fue trasladado a Salta porque no le podían controlar las escaras en glúteos, caderas y espalda. “Por las escaras le ingresaron seis clases de gérmenes”, cuenta la mamá.

El viernes pasado, por la tarde, Matías comenzó a tener taquicardias y fue llevado a terapia intensiva. “Por la noche lo fui a ver. Me mira, con esa mirada que tiene un bebé recién nacido. No me conoce. Le hablo, y no me responde. No puedo soportar  el ver cómo quedó mi hijo postrado en una cama”, confiesa la señora.

No bien Matías terminó la secundaria, abrazó a su mamá y le dijo: “Quiero ser enfermero profesional. Voy a estudiar enfermería, para cuidarte cuando seas viejita”. Nilda hizo silencio. Ya no le quedan suspiros ni lágrimas por soltar.

Un caso similar

“Teletubi”. Así se lo conocía en Orán, a Luis Carlos Cuello, que vivió 28 años nada más. Era un expendedor de combustible en una estación de servicio. El 4 de febrero no pudo más del dolor de estómago y su esposa Mariela Arnedo lo acompañó hasta el Sanatorio Güemes. Le diagnosticaron apendicitis. Del quirófano salió en estado grave.

 “Mi marido entró para una operación sencilla a las 9 de la noche del 4 de febrero y lo sacaron del quirófano –si eso que tiene la clínica Güemes se puede llamar quirófano (dice Mariela)- a las 4 de la mañana del 5 de febrero, completamente destrozado, casi sin vida”.

Teletubi, en estado vegetativo, le peleó diez raund a la muerte: el 14 de febrero, el muchacho perdió la vida. Dejó dos nenes de 3 y 1 año.

El director de la clínica apunta al anestesista

“El anestesista (de apellido Fadel), le induce la anestesia al paciente Matías (Aguilar), y se retira del quirófano. La ausencia del anestesista está en la historia clínica del paciente, que ya fue secuestrada por la fiscalía interviniente”, le explicó a Clarín el doctor Pablo González, propietario del Sanatorio Güemes. Las familias Aguilar radicó la denuncia por mala praxis en la Comisaría Nº 20 de Orán. Ahora interviene la Fiscal Nº 1 Alda  Murúa. “Médicos, cirujanos y enfermeros fueron citados a declarar y se dan que la causa tiene como querellante al anestesista Fadel, que le echa la culpa a todos, cuando él abandonó el quirófano en medio de la operación”, cuenta González, que es senador provincial y no está ejerciendo la medicina actualmente.

“En el caso del paciente Cuello, –dice González–, él tenía una patología neurológica preexistente que no le fue advertida por la esposa al anestesista. Quiero aclarar que no es el mismo que asistió al chico Matías. El sanatorio, que se inauguró en el año 2005, sin que haya denuncia en su contra-, está a disposición de la fiscalía”.

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