Fue a hacer las compras para festejar su cumpleaños y lo asesinaron

Ricardo Woca (42) fue al supermercado del barrio y se encontró con dos ladrones: forcejeó con uno y lo fusilaron. Luego los asaltantes robaron otro negocio.

Ricardo Oscar Woca (42) tenía un lechón preparado para festejar su cumpleaños a lo grande, esa misma noche. Pero había invitado a tantos amigos que tuvo miedo de que le faltara carne y fue a comprar al supermercado ubicado a dos cuadras de su casa. Entraron dos ladrones y él quiso sujetar a uno de atrás. Pero el otro se le apareció por la espalda y le pegó un tiro en la nuca.

El crimen de Ricardo fue apenas el principio de un desquiciado recorrido que protagonizaron dos ladrones, que recién serían detenidos unas horas más tarde. Luego de ejecutarlo en el supermercado ubicado en avenida Echeverry al 200, en el barrio Matera (en Merlo sur), los mismo asaltantes dieron otro golpe en un súper chino de San Antonio de Pauda, donde hirieron de dos disparos en una pierna al hijo del dueño, de 20 años. Para terminar la gira, se tirotearon con la Policía y balearon a una oficial de la comisaría de Merlo 2°.

Todo ocurrió en la mañana del jueves. “Era su cumpleaños y tenía planeado un asadito para festejar a la noche. Nosotros estábamos acá, tomándonos unos mates cuando nos enteramos. Vino el carnicero a decirnos, corrimos para allá y lo tuvimos que llevar nosotros mismos al hospital, pero ya estaba muerto”, explica el padre de la víctima. Ricardo era fletero, pero también le daba una mano a su papá, dueño de una despensa de barrio donde venden verduras, frutas y carbón.

Ricardo tenía dos hijos: una chica de 25 años de un primer matrimonio y un nene de 9 de su segunda pareja. Vivía en una casita construida en el mismo lote donde sus padres tienen la despensa. Allí también viven dos de sus cuatro hermanos con sus hijos.

Jorge y Angélica, los padres, tienen los ojos caídos, tristes. El nene de Ricardo está durmiendo: estuvieron toda la noche en el velorio y ellos apenas pueden hablar de lo que pasó. Una de sus nietas le cuenta a Clarín que su tío había ido a comprar algo más de carne para recibir a sus amigos esa noche cuando aparecieron los dos asaltantes.

Eran alrededor de las diez de la mañana. “El vio a uno solo de los ladrones, que robó dinero y las llaves de una camioneta. El agarró al tipo por la espalda y el otro vino por atrás y le disparó”, indica la sobrina, Melani. “Acá están todos destruidos: mis tíos, mis primos. Mi prima lloraba, pedía que no lo enterraran. Y mi primo dice que le quiere cumplir el sueño, jugar en la Primera de Racing, porque él era fanático. Lo dejaron tirado como a un pedazo de carne”, agrega.

Luego del crimen, los ladrones agarraron una moto y escaparon a toda velocidad. Poco más tarde protagonizarían un nuevo robo en un supermercado chino ubicado en Centenario al 1100, entre Quintana y Ayacucho, en Padua. Allí le robaron el teléfono celular a un repartidor y al hijo del dueño del comercio, un chico de 20 años. También se llevaron algo de dinero de la caja. El joven intentó impedirlo, pero le dispararon dos veces en la pierna izquierda y huyeron.

Ya localizados por la Policía, los asaltantes llegaron hasta Finocchieto y Victoria, en el barrio La Blanquita (Libertad), donde los rodearon 12 patrulleros. Se pusieron a disparar y le acertaron a una agente del Comando de Patrullas de Merlo en la pelvis.

Uno de los asaltantes, herido de bala en una pierna, tuvo que entregarse. Su cómplice lo abandonó y escapó en la moto. Más tarde sería arrestado en el Hospital Héroes de Malvinas, adonde fue a hacerse atender diciendo que se había caído de una moto. Pero tenía una herida de bala.

Los detenidos tienen 39 y 21 años. La Policía les secuestró un revólver calibre 38, varios teléfonos celulares (uno de estos, perteneciente al joven de nacionalidad china) y dinero. Según dijeron a Clarín fuentes de la investigación, el mayor viene de cumplir una condena por tentativa de homicidio y robo agravado por un hecho sucedido en marzo de 2011.

Además, la Policía detuvo a un tercer sospechoso, por encubrimiento: es el dueño de la moto usada por los ladrones. Todos se negaron a declarar ayer ante el fiscal Matías Rapazzo, de Morón.

“Estaba todo preparado para festejar, era un asadito, como todos los años”, se lamenta Jorge, abatido del cansancio y la angustia. Angélica, sentada a su lado, llora sin consuelo la absurda muerte de su hijo.

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