La economía del primer trimestre de Macri

Han pasado poco más de 3 meses desde la asunción de Mauricio Macri aunque mucha agua ha pasado bajo el puente. Pero es claramente la economía, la que hoy se lleva todas las miradas, relegando a la inseguridad que hasta hace no mucho tiempo lideraba el ranking de preocupación de la gente.

Balance de los primeros 100 días. Sin dudas el primer trimestre de la nueva administración ha sido agitado y así promete ser al menos lo que resta del año.

Pero Macri, quien sabía que esto sería así desde el mismo día que acepto ir por la presidencia, tenía bien claro que como todo debutante en el poder, la clave está en cómo se posiciona uno los primeros meses, ya que el éxito o fracaso en el inicio de la gestión puede marcar no sólo el rumbo de los próximos 4 años, sino también el nivel de gobernabilidad con la que contará cuando surjan sobresaltos producto de las correcciones que deberá ir haciendo sobre una economía en terapia intensiva y que le harán perder popularidad, producto de una población que se acostumbró a vivir subsidiada.

Pero al llegar noviembre, cuando se preveía su victoria en el ballotage, y peor aún en el período que pasó hasta su asunción, el país fue literalmente tomado por empresarios con posición dominante que, acorde al discurso de Macri en campaña, aprovecharon para acomodar precios a su antojo con alta complicidad estatal que además de hacer vista gorda, a falta de días para dejar el poder, efectivizo a cientos de trabajadores en organismos públicos, dilapido las pocas reservas en el BCRA, además de dejar el déficit fiscal más alto desde 1988.

No obstante la herencia, y a pesar de que se sabía que las primeras medidas de Macri no tardarían en llegar, era esperable que las mismas lo sean a través de un plan económico integral anunciado de una sola vez de manera tal de orientar el rumbo económico. No tanto porque todo tiene que ser anunciado e implementado de un día para el otro, sino para clarificar el rumbo económico que va a tomar el gobierno.

Es decir, anunciar fuerte y claro qué se va a hacer en materia fiscal, tanto por el lado del gasto como de la carga tributaria y el perverso sistema impositivo vigente, la integración económica al mundo, y sobre todo, cómo se va a reducir la inflación, el mayor flagelo.

Y es que la ventaja de anunciar un plan global y de una sola vez consiste en despejar el horizonte, al mismo tiempo que genera un shock de confianza sobre cuál es rumbo que se va a tomar y por el cual no debe haber desvíos.

Además, si se lo comunica bien y de forma consistente, el cambio de expectativas puede inclusive acelerar la recuperación económica disminuyendo el costo social de pagar la enorme cuenta que dejó el gobierno anterior. Dicho de otra manera, es más duro para la gente soportar una política gradualista como la que parece proponer el gobierno hoy que una política de shock que muestre un camino concreto, adoptando medidas más rápidamente, en forma coordinada, con mayor profundidad y en forma integral. Pero no fue así.

Una vez liberado el cepo con la unificación del tipo de cambio, más la eliminación de las retenciones al campo e industria, lógicamente esto puso a los precios para arriba en época de fiestas.

Sin embargo, lo que parecía ser una muestra de shock inicial, muto rápidamente a gradualismo por temor a que la conflictividad social crezca de forma escalonada y complique la gobernabilidad, más aún cuando el área metropolitana que concentra a la mitad del país puso el grito en el cielo por la suba en las tarifas eléctricas, un valor que en dicha zona gozo siempre de ser muy inferior al resto del país.

Pero volviendo al cepo, la medida si bien fue exitosa, también hay que decir, se quedó a medio camino. Hoy vemos un dólar rondando los $16 que arrancó a $14 con promesas de liquidación del campo que llegó a cuenta gotas a pesar de que se le cumplieron las promesas de campaña y hoy si no se queman reservas, esa cotización puede subir más. Es cierto que se redujo fuertemente la emisión y la base monetaria, sin embargo la suba de tasas por parte del BCRA fue insuficiente, duro poco tiempo y encima hoy la vuelven a subir, es decir, se perdió tiempo preciado además de no dejar claro el rumbo.

Y es que, con mayor agresividad, tanto por el lado de un dólar caro pero fijo, como en tasa a mayores plazos de colocación para tentar a ahorristas/empresas a que no se dolaricen y se pesifiquen a tramos largos, se podría haber ganado tiempo hasta el inicio de la liquidación de la cosecha que arranca en el 2do trimestre, inclusive hasta cerrar el acuerdo con los buitres. Y el resultado hubiera sido una desdolarización fuerte del sector privado (familias/empresas) que se hubieran volcado al peso fortaleciéndolo y provocando una presión a la baja de la moneda estadounidense haciendo que la inflación vaya cediendo de a poco y volviendo el dólar a un valor de equilibrio.

Por supuesto, todo ello de la mano del mencionado plan global que se ha venido anunciando pero en partes sin una clara fecha de implementación y que insisto, no pone blanco sobre negro en cuestiones elementales. En conclusión, los primeros 100 días no parecen haber sido aprovechados al máximo, quizás el mayor logro haya sido desarmar rápidamente el cepo y sin sobresaltos, aunque con una suba de precios considerable que complicará sin dudas el cierre de paritarias, sobre todo si no modifican las escalas del impuesto a las ganancias.

El gobierno deberá tomar nota de los errores porque siendo un año de ajustes, no hacer lo correcto en el momento correcto es estirar la agonía. La herencia del gobierno anterior, es real y formidable pero no puede ser caballito de batalla para siempre. La situación requiere decisión, previsibilidad y sobre todo valor para llevarla adelante.

La receta gradualista sin un plan concreto tiene un costo social mucho mayor a un plan económico de shock, entendiendo por plan de shock anunciar en una sola vez todas las medidas que se irán tomando, no así implementarlas todas juntas. Las variables económicas no funcionan en forma separada, están todas relacionadas y si uno toca una, inevitablemente impacta en el resto. Un buen plan económico tiene que contemplar justamente esa interrelación, algo que no se logra anunciando medidas aisladas. Ojalá el segundo trimestre podamos escuchar algo más concreto e integral.

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