Con siete nuevos ingresantes abrió su ciclo lectivo el Seminario «Santo Cura de Ars»

Con una misa presidida por el obispo Juan Rubén Martínez comenzaron las actividades del Seminario Diocesano Santo Cura de Ars, ubicado en avenida Leandro N. Alem casi avenida Santa Catalina, y que este año recibe a siete nuevos ingresantes, llegando a 30 los jóvenes que están recibiendo su formación para la vocación sacerdotal en dicha institución.

En la ceremonia eucarística realizada el sábado último y concelebrada por varios sacerdotes también estuvo presente el rector del seminario, el presbítero Julio Omar Centurión.

En la homilía, monseñor Juan Rubén Martínez hizo especial hincapié en la respuesta al llamado y a la necesidad que tiene llevar adelante la vocación. “Todo amor, necesita una respuesta”, dijo, también habló del agradecimiento a Dios por su obrar en nuestra vida, en nuestra comunidad y en especial en el caminar de la diócesis.

Por otro lado, en consonancia con la carta cuaresmal habló del discipulado de la Caridad. “Todos estamos llamados a ser discípulos de la caridad en el amor, alimentados en la eucaristía, por supuesto nosotros como pastores, como sacerdotes que queremos dar la vida, darla a Dios, y a nuestro pueblo. Tenemos que curtirnos en el amor, en la caridad, en la eucaristía, que es la actualización de la pascua donde celebramos el amor”, sostuvo el Obispo de la Diócesis de Posadas.

Los nuevo seminaristas

Este año ingresaron al seminario siete nuevos seminaristas, seis de la ciudad de Posadas, de distintas parroquias y uno de la ciudad de Jardín América. De esta manera en el seminario se están formando cerca de 30 jóvenes, tanto de la diócesis local como de Oberá.

Los ingresantes son Mauricio Nahuel Amarilla (pre-seminario), Cesar David Baéz, Bruno Ramón Peréz, Pablo Llamas, Maximiliano Emanuel Da Silva, Bruno Diego Arce, Federico Nicolas Nuñez.

El lema de la misa de ingreso fue “Vocaciones de la Iglesia, para la Iglesia” y fue celebrada en el patio del seminario, ubicado en Alem 3157 casi Santa Catalina de Posadas

 Texto completo de la Homilía de Monseñor Martínez en la Misa del 27 de febrero

Estamos celebrando esta eucaristía, con una especial alegría y gozo. Siempre la eucaristía es un momento de agradecimiento a Dios. Hoy estamos reunidos aquí en nuestro seminario. Celebrando la alegría de que Dios sigue obrando en medio de su pueblo, en medio nuestro y experimentamos esto cuando podemos estar aquí agradeciendo a Dios el que un grupo de jóvenes que vienen caminando en la formación durante varios años antes de recibir el Orden Sagrado y hoy un grupo de siete van a ingresar a nuestra casa, integrándose a esta familia.

Esto siempre es un motivo de agradecimiento y de petición a Dios ara que nos dé el ánimo, la fortaleza, la esperanza y la alegría para poder ir respondiendo de acuerdo a ese amor que él nos manifiesta.

Que podamos nosotros, también, desde esta experiencia y de la gracia, podamos nosotros también responder generosamente como él obra también en nuestra vida.

Tantas malas noticias uno escucha, tantas pálidas, uno escucha. Por eso que lindo esto que podamos celebrar y agradecer. Es una oportunidad para agradecer por supuesto a nuestros formadores, que están en la casa acompañando. Por ejemplo el resto de los sacerdotes que concelebran esta Eucaristía, son ex alumnos de este seminario. Queremos agradecer a Dios y decirle un Amén a Él. En este equipo de formadores despedíamos al Padre Juan Bielski que colaboró durante algún tiempo y ahora se volvió a su tierra. Y cuando volvió a su diócesis en Polonia, su obispo lo puso como director espiritual del seminario. Hoy estamos recibiendo con mucha alegría al padre Sebastián Escalante, después de estar un par de años en Roma, donde se licencio en teología dogmática, se incorpora como formador en el seminario. Para trabajar en la comunidad de los seminaristas de la teología. Le damos la bienvenida, y te agradecemos por tu si por tu respuesta.

Junto a este agradecimiento está el agradecimiento al pueblo de Dios, a todos ustedes, porque rezan, porque piden, la mies es mucha y los operarios somos pocos. El señor pidió que oremos. La oración es un componente fundamental.

Sabemos que el seminario de va incorporando en el corazón de nuestro pueblo, de nuestra gente, lo experimentamos de muchas maneras, por eso queremos agradecer, porque a través de la oración, de la petición por las vocaciones, a través de muchas otras ayudas, sabemos que ustedes entienden, que la Iglesia cuando dice el seminario es el corazón de la diócesis” tiene un fundamento muy grande porque es aquí un lugar donde hay que amasar esta experiencia del amor de Dios y es un lugar de esperanza.

Queremos agradecer a estos siete muchachos, que expresan también un poco lo de la vida de la diócesis, de la familia diocesana. Seis de ellos son de acá de la zona de Posadas y uno de ellos de la diócesis de Jardín América. Así que ellos especialmente expresan algo importante, este si de ustedes porque en medio de tantas cosas malas que suceden o que se dicen tantas cosas, hay en ustedes la respuesta a Dios. De ustedes y de tantos jóvenes, que quieren realizarla voluntad de Dios. Inmediatamente el agradecimiento a sus familias, amigos, que están seguramente acompañándolos. Así que por todo esto tenemos que ser muy agradecidos.

Yo como obispo, como pastor de la diócesis, quiero decirle un Amén a Dios, como un agradecimiento grande, porque él va obrando. Por supuesto, obra su amor, pero como este amor es pascual, nunca dejan de estar las cruces, los dolores o sufrimientos, esto es parte del Amor. Cuando el amor es donado, siempre experimentamos las dos cosas, el gozo y también el dolor. El dolor de la pascua, el morir para vivir muchas de estas experiencias, son las que queremos vivir y transitar especialmente en este tiempo de cuaresma.

Quería gradecer especialmente la oración, que nosotros tengamos conciencia, como pueblo de Dios, de la necesidad que tenemos de todo tipo de agentes de pastoral y del laicado, de la vida consagrada. Necesitamos siempre todas las expresiones del pueblo de Dios que tienen que evangelizar, que es la razón de ser de la Iglesia. Pero cuanto necesitamos de sacerdotes, y esto lo experimentamos gracias a Dios, Dios va obrando. Acá hay una respuesta de varios sacerdotes jóvenes, tenemos que agradecer esto, pero también tenemos que saber que tenemos que seguir rezando, porque si decimos la mies es mucha, todo sabemos lo que significa, probablemente misiones sea uno de los lugares, de nuestra patria, que tiene uno de los mayores crecimiento demográficos y lo experimentamos en la población, en la multiplicación de la población, de nuestra gente, lo experimentamos seguramente en toda la provincia, pero en esta parte de la provincia, con especial intensidad, es por eso que van creciendo los barrios, multiplicándose de tantas maneras las necesidades, y bueno por eso sentimos en nuestro corazón a veces como que nuestras respuestas evangelizadoras y nuestra pastoral, a veces se hace insuficientes, ante ese crecimiento de la población.

Queremos agradecerle a Dios, partimos desde ahí, que lindo esto que nos pasa, que haya jóvenes, en el cuarto año hay dos que están terminando, hay varios en la teología, queremos agradecer esto, pero también tenemos que seguir pidiendo porque es muy necesario, tanto en lo que es el crecimiento en lo geográfico de las parroquias, de los barrios nuevos, siempre hay barrios nuevos, siempre uno se sorprende y yo como Obispo, hasta me avergüenzo, porque de pronto veo un barrio y me digo esto no lo conocía, o no lo había visto y es así. Bueno lo novedoso de nuestro crecimiento poblacional, y bueno queremos dar respuestas, acá nomas si tendríamos que pensar en la diócesis, tendríamos que pensar diez parroquias más. Voy a cumplir quince años de obispo acá n Posadas y hemos creado catorce parroquias en estos quince años que he estado aquí.

Por supuesto que hay que tener sacerdotes, que hay que tener infraestructura, hay que tener tantas cosas. Me gusta contarles, para que recemos por todo esto, somos protagonistas todos, por supuesto nosotros como pastores desde la vocación llamados a ser apóstoles, pero todo el pueblo de Dios tiene que evangelizar y tenemos que ser conscientes de esto, hablamos de la misericordia, pero tenemos que ser conscientes, de que la misericordia nos implicará en llegar hasta el último rinconcito geográfico pero también a los corazones necesitados, tantas formas nuevas urbanas que hay, por eso el Papa Francisco dice las periferias existenciales, porque son geográficas, en muchos casos, pero también son nuevos problemas que se generan en lo urbano, en la ciudad, y tenemos que entenderlos, comprender esto para poder dar respuestas. Por eso las respuestas que podemos dar se motivan, en la caridad y el amor. Nuestra fe, nuestro discipulado, podemos decir se hace consistente cuando nosotros tratamos de vivir la caridad.

Este fin de semana, tomando la carta pastoral de la cuaresma, justamente señalo este tema, discípulos de la caridad, y todo el pueblo de Dios, tenemos que ser discípulos de la caridad en el amor, alimentados en la eucaristía, por supuesto nosotros como pastores, como sacerdotes que queremos dar la vida, darla a Dios, y a nuestro pueblo. Tenemos que curtirnos en el amor, en la caridad, en la eucaristía, que es la actualización de la pascua donde celebramos el amor. Donde los sacerdotes llamados a ser apóstoles, alimentados en la eucaristía que celebramos, estamos llamados a vivir en la caridad pastoral porque él nos amó, porque él dio su vida en la eucaristía. La eucaristía reclama que nosotros también demos nuestra vida, sin reservas, la demos para poder morir para vivir. Pascualizarnos también nosotros, es un llamado al amor el que tenemos, como pueblo de Dios.

Pero sobre todo el sacerdote podríamos decir, un discipulado de la caridad, podríamos decir un discipulado eucarístico, porque la eucaristía reclama dar la vida, morir para vivir. Esta experiencia es una experiencia, que se replica en la cotidianidad, en las pascuas, en la cotidianidad. Cuando experimentamos esto podemos experimentar seguramente el dolor, pero sobretodo podemos experimentar también el gozo y la alegría del amor de Dios y hacernos trasmisores de ese amor para nuestra gente. Transmisores de un amor que tiene que ser siempre misericordioso.

Por eso hoy estamos contentos, porque Dios sigue manifestando su amor, por supuesto que todo amor exige respuesta, exige cruces, curtirnos en el discipulado, morir para vivir. Cuando aprendemos esto, empezamos a liberarnos, y empezamos a disfrutar de la verdadera alegría, la alegría que nos llena el corazón. La alegría que quita banalidades, que muchas veces nos van rodeando y nos impiden gozar del verdadero gozo de Dios. Por eso hoy le queremos decir AMÉN a Dios. Queremos vivir y asumir los sufrimientos que implica el discipulado, que implica la vida, pero con la certeza de que él nos ama y que él nos da siempre en este misterio pascual el gozo de ser sus hijos e hijas de Dios.

MAB

 

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