Leopoldo López: «A la dictadura de Venezuela le quedan horas»

«Sé que voy a salir en libertad. Mi inocencia hace insostenible mi prisión. Voy a seguir luchando mientras tenga vida por el bienestar de nuestro pueblo y la libertad de los venezolanos», afirma.

 

El dirigente opositor venezolano Leopoldo López cumple hoy dos años encarcelado por el régimen de Nicolás Maduro. La mayor parte del tiempo sufre un férreo aislamiento, que sólo se rompe cuando le permiten las visitas de sus familiares más cercanos y de sus abogados, aunque muchas veces negadas de forma arbitraria. Cuando está solo se dedica a leer, sobre todo la historia de Venezuela, una de sus pasiones. También entrena su cuerpo, con disciplina, y su espíritu, a través de la lectura diaria de la Biblia. Desde las 8:00 pm le desconectan el servicio eléctrico, por lo que se aferra a la meditación o al yoga para mantenerse en calma. Absolutamente negada está la posibilidad de que el dirigente vea a amigos, a compañeros de su partido, Voluntad Popular, o que hable con la prensa, como tantas veces hizo el ex presidente venezolano Hugo Chávez cuando estuvo en prisión por un golpe de Estado.

 

Sin embargo, y a pesar de que le ha acarreado castigos (un aislamiento más severo), López desafía nuevamente a la autoridad, que considera injusta, y en pedazos de servilletas o en medio de los documentos de sus abogados responde a unas pocas preguntas para EL MUNDO.

«Sé que voy a salir en libertad, no tengo dudas de eso. Sé que cuando lo haga estaré más fuerte de alma, mente y cuerpo. Saldré fortalecido y sin rencores; el odio y el resentimiento son las reacciones propias de quienes han llevado a nuestro país a esta crisis humana tan severa. Voy a salir en libertad para seguir luchando por las mismas causas por las que siempre he luchado, y voy a seguir luchando mientras tenga vida, por las mismas nobles causas por las que fui encerrado: el bienestar y prosperidad de nuestro pueblo, la defensa de la democracia y la libertad de los venezolanos», escribió.

 

¿Qué es lo más difícil de su encarcelamiento?

Lo más difícil de estos dos años es ver cómo en muchas ocasiones a Lilian, que viene a visitarme con Leopoldo y Manuela, le niegan el acceso. Confieso que me pega mucho ver a mi esposa e hijos atropellados por la arbitrariedad y me lleno de frustración e indignación. Lilian en ocasiones le ha dicho a nuestra hija que no podían pasar porque yo estaba en clases. Es un consuelo saber que la inocencia de los niños es aliada en situaciones como ésta, pero en el fondo sé que Manuela e incluso Leopoldo, que dio sus primeros pasos en esta prisión, perciben lo que está pasando. Ellos también son víctimas del abuso, de la discriminación, de la violación a nuestros derechos. Pero estoy convencido de que ha valido la pena mi encarcelamiento, de que le quedan horas a la dictadura. Estoy convencido de que Venezuela ha de superar esta situación, de que podemos sacarla del desastre al que hoy la tienen sometida.

¿Confía en que una ley de amnistía aprobada por el Parlamento lo saque de la cárcel? El presidente ha negado esa posibilidad y existe la amenaza de que el Tribunal Supremo de Justicia la bloquee.

No me he fijado plazos, sé que voy a salir en libertad. Cuando lo haga estaré más fuerte de alma, mente y cuerpo. Saldré fortalecido y sin rencores; el odio y el resentimiento son las reacciones propias de quienes han llevado a nuestro país a esta crisis humana tan severa. Voy a salir en libertad para seguir luchando por las mismas causas por las que siempre he luchado: el bienestar y prosperidad de nuestro pueblo, la defensa de la democracia y la libertad de los venezolanos. Uno de los primeros libros que leí cuando llegué a Ramo Verde fue sobre la experiencia de un cardenal vietnamita llamado François-Xavier Nguyen van Thuan, quien fue apresado por el régimen comunista alegando que era parte «de un complot entre el Vaticano y los imperialistas para organizar la lucha contra el régimen comunista». Fue llamado al palacio presidencial, a donde asistió y fue arrestado el 15 de agosto de 1975. Fue perseguido y encarcelado por 13 años. El cardenal explica que la principal frustración del preso es pensar todos los días que saldrá en libertad lo antes posible y al no ocurrir, sufre a diario una decepción. Ante esta realidad, relata cómo consiguió fuerza y estabilidad en su relación con Dios y ocuparse de vivir al máximo el día a día, formándose y preparándose más. Mi inocencia hace insostenible mi prisión. Ya debería estar libre porque no he cometido ningún delito, lo han dicho los organismos de derechos humanos más prestigiosos e importantes del mundo, premios Nobel, gobernantes, parlamentos. Todo el mundo sabe que mi juicio fue una farsa donde el fiscal acusador confesó que había recibido órdenes del Ejecutivo para fabricar acusaciones en mi contra. La nueva Asamblea Nacional tiene la legitimidad de decretar la Amnistía, ya que está conformada en sus dos terceras partes por diputados de la Mesa de la Unidad Democrática y, además de la legitimidad, la Asamblea tiene la competencia constitucional de decretar la Amnistía, le guste o no a mi carcelero.

La crisis económica, política y social se ha intensificado. ¿Desde la Asamblea se puede solucionar esa crisis o es necesario cambiar al gobierno? En caso de ser así, ¿cuál es la mejor vía?

Sin duda, hay que cambiar a este gobierno ineficiente, corrupto y antidemocrático. Por tener esa convicción fue que hace dos años hicimos un llamado a los venezolanos a conquistar un cambio pacífico democrático y constitucional, que nos costó nuestra libertad. Hoy estoy más esperanzado y me digo que ha valido la pena todo esto, porque veo que está convicción ya es de toda la Mesa de la Unidad Democrática, que está más dispuesta que nunca a concretar este 2016 el cambio. Todo lo que he hecho es por impulsar un cambio para Venezuela. La Asamblea por supuesto que puede, y lo ha venido haciendo, contribuir con la mejora de los problemas de los venezolanos a través de un conjunto de iniciativas de leyes, pero su competencia no es ejecutiva y nuestro pueblo lo sabe. La verdadera solución a la crisis de los venezolanos va más allá de tomar unas medidas particulares o formular unas políticas públicas que le pongan paños calientes a los problemas. Hay que cambiar al modelo que fracasó. Quienes hoy desgobiernan nuestro país no sólo son los responsables de esta enorme crisis por ineficientes, por incapaces, lo son por corruptos, porque han saqueado a Venezuela al punto de robarse el mayor ingreso petrolero de nuestra historia. No conformes con eso, también se dedican a bloquear y sabotear toda iniciativa para arreglar los problemas que pueda tener la AN, burlándose de la voluntad popular. Ante este cuadro resulta hasta una obligación moral sacarlos del poder y la constitución nos da a los venezolanos las herramientas para hacerlo, pacífica y democráticamente. Me preguntas cuál es la mejor vía: allí está el revocatorio, la enmienda, la renuncia o la constituyente. En mi criterio lo más importante hoy es que toda la unidad está de acuerdo con la política del cambio urgente. Sea cual fuere el mecanismo que se defina por consenso para lograr la salida a este desastre, hoy nuestro debate más importante debe estar centrado en la construcción de un gran acuerdo nacional que permita la entrada a la Venezuela de los próximos 100 años.

¿Cuál es su valoración del primer mes de trabajo de la Asamblea?

Se han dado muestras de estar a la altura de los compromisos asumidos con el pueblo que votó por un cambio. Es así como en el primer día de su instalación la nueva Asamblea Nacional, en voz de su presidente Henry Ramos, ratificó al país que impulsará el cambio constitucional en el primer semestre de este año 2016. Ese compromiso es la mayor muestra de que se está en sintonía con la enorme crisis económica, social y política que sufrimos los venezolanos. El parlamento también ha recuperado su autonomía cuando antes era una simple secretaría para aprobarle presupuestos y habilitantes al gobierno. Igualmente se ha abierto a los medios de comunicación para que todos los venezolanos puedan ver sin secreto lo que ocurre en esa instancia donde se discuten los temas de interés para todos

El forcejeo entre los poderes persiste mientras la crisis económica se intensifica. ¿Qué medidas son urgentes para superarla?

Una de las grandes causas de la enfermedad económica que padece Venezuela es una adicción incontrolable a las importaciones, que destruyó sistemáticamente nuestro aparato productivo. Esta desaforada política de importaciones fue diseñada para ser financiada a costa de una gran bonanza petrolera, pero ante el saqueo de la mayor corrupción de nuestra historia y el descalabro de los precios del petróleo, esos dólares se acabaron. Si a esto le sumamos los controles de precios, la burocracia y el control de cambio, tenemos una economía deprimida, estancada y controlada que castiga a todos los venezolanos con la escasez estructural de alimentos y medicinas y una espiral de inflación incontenible. Para acabar con este círculo vicioso es imperativo comprometerse con el sector nacional, y asegurar el desarrollo industrial y agropecuario para impulsar el empleo productivo. Levantaremos con orgullo la marca «hecho en Venezuela» para ser un país de productores, emprendedores y exportadores. Hay que fortalecer las relaciones comerciales con otros países. También debemos garantizar la competencia para abatir la inflación que se devora nuestro sueldo; y promover la inversión productiva, para generar millones de nuevos empleos de calidad y bien remunerados. Otro eje fundamental de nuestra estrategia es la consolidación de la seguridad.Para incentivar el desarrollo comercial, industrial y turístico es esencial acabar con la delincuencia que somete a las fuerzas productivas. Pero también tenemos que asegurar la estabilidad en las inversiones, dictar reglas de juego claras y defender la integridad de la propiedad privada. Es imprescindible apuntalar la seguridad jurídica y brindar condiciones para la creación de nuevas empresas, pequeñas y grandes, nacionales y extranjeras, que generen millones de nuevos empleos productivos y de calidad. Además de las medidas económicas, hay que implementar políticas que beneficien a los más desposeídos. Siempre he creído en los programas de subsidio directos condicionados en donde se beneficien a las familias con la única condición de que sus miembros en edad escolar se mantengan en el sistema escolar y mejoren su rendimiento académico. Las personas que se encuentran en pobreza extrema deben gozar de subsidios directos mientras salen de esa condición.

 

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