La promesa del boxeo misionero que cambió el ring por el calabozo

José Aníbal Meza (36) quiso ganarse la vida como boxeador en Misiones. Duró muy poco su carrera, porque el delito se cruzó en su camino y cambió el ring por el calabozo. Actualmente, está acusado de haber masacrado a una pareja en San Ignacio y hay muchos elementos en su contra. Se podría decir que está en las puertas de una prisión perpetua, porque lo acusan del delito de “homicidio doblemente agravado criminis causae”. Es decir, mató para ocultar otro delito, presuntamente el robo.
La situación del hombre es más complicada aún, porque cuando lo vincularon con la violenta muerte de Oralina Sibre (70) y Luis Lecszinski (72) gozaba de la libertad condicional, tras haber purgado una condena por el asesinato a su ex novia Karina Villán.

meza
Meza, al ser detenido por el doble homicidio

Intento de abuso y estrangulamiento
Villán fue estrangulada en Itaembé Miní el 7 de febrero de 2003. Ese día salió de una fiesta que se hacía en el barrio Nuevo Amanecer en dirección a su casa y nunca llegó. Su cadáver semienterrado apareció el 18 de ese mes, a orillas del arroyo Mártires.
La autopsia determinó que la habían asfixiado. Cuando los detectives investigaron con quién había salido Karina de la fiesta, dieron con su ex, Meza. El sospechoso reconoció que acompañó a la chica luego del baile, pero que en determinado punto del trayecto se despidió y se fue. Sin embargo, se comprobó más tarde, él llevó a su ex novia a un descampado y quiso abusar de ella. Como la muchacha se resistió, la estranguló.
El relato de un familiar fue determinante para la captura del púgil. Contó a los investigadores que Meza le había solicitado una noche de principios de febrero que le ayudara a enterrar un cadáver. Añadió que incluso el boxeador lo amenazó de muerte.
Meza fue arrestado en el barrio A-4. Meses después, lo procesó el entonces juez de Instrucción Dos, José Luis Rey. En 2005, quien se encontraba a cargo de la fiscalía, Atilio León, solicitó la elevación a juicio. Pero el expediente nunca se ventiló en un debate oral y público, porque el ex boxeador se declaró culpable y accedió a un juicio abreviado, que le reportó una pena relativamente baja.

La masacre
Por eso, en 2011 ya estaba en libertad condicional. Sin embargo, el delito volvió a cruzarse en su camino. O mejor dicho, él busco el camino del delito.
Meza empezó a hacer changas en la zona de San Ignacio, su lugar de origen. Así conoció a los ancianos Luis Lesinzki (70) y Oralina Sibre (72), quienes tenían una chacra en la zona del Teyú Cuaré. Pero la relación laboral se rompió a mediados de ese año, aparentemente porque el púgil consiguió el dato de que la pareja tenía unos ahorros y planeó tomarlos.
El lunes 4 de julio de 2011, un aborigen que caminaba por ese paraje dio con el cadáver mutilado de Lesinzki. El hombre había sido decapitado.
El paisano avisó a la Policía, que encontró en la casa el cadáver de Sibre, a quien habían ultimado a mazazos.

casa de las víctimas
La casa de los ancianos masacrados, en la zona del Teyú Cuaré.

En principio, las sospechas recayeron sobre otro poblador, quien había viajado a Buenos Aires poco antes. Sin embargo, esa persona volvió a la provincia cuando se enteró que la buscaban y contó lo que sabía. Así, llegaron hasta Meza.
Recién el 14 de agosto pudieron detenerlo. Estaba en la localidad de Dos Arroyos. Lo atraparon a las 17.30, en la ruta provincial 4. Ya en julio, la Policía había allanado una casa de esa población, pero no logró dar con el buscado, que alcanzó a escapar, aunque dejó allí su DNI y una estampa de San La Muerte.
Mientras estuvo prófugo habría solventado sus gastos con los más de 20 mil pesos que les habría robado a los ancianos. Habría conseguido la confianza de ellos fingiendo estar interesado en acompañarlos a buscar oro, una debilidad de Lesinzki y Sibre.
La semana pasada, la Cámara de Apelaciones dejó firme la elevación a juicio de la causa. Rechazó una apelación de la defensa del imputado. Los jueces José Alberto López y José Mass entendieron que hay indicios de peso para mantener el estado de sospecha sobre Meza. Mencionaron puntualmente, el relato de testigos. Así se despejó el camino para el debate oral de un caso que lleva casi cinco años sin condena.

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