El dolo eventual en los accidentes, la figura que de a poco los jueces se están animando a utilizar

Juan Gastón Brunner (24) seguirá preso al menos quince días más. Es el joven apuntado como el responsable del choque que el sábado por la mañana en la ruta nacional 12, a la altura de la estación de transferencia de colectivos urbanos de Miguel Lanús, le costó la vida a Carmen Susana Prestes (41) y a Oscar Meza (57). El joven manejaba ebrio y presumiblemente a alta velocidad. Está imputado del delito de “doble homicidio con dolo eventual”.
Hasta el momento no hay antecedentes en Misiones de que alguna persona haya llegado a juicio bajo ese tipo figura legal y menos aún condenada. Sin embargo, a nivel nacional, y a la luz de episodios parecidos, cada vez son más los jueces que se animan a mirar con esa lupa ciertos “accidentes”.
Pasa que el Código Penal argentino solo prevé dos tipos de homicidios, el doloso y el culposo. En el primero, hay intención, en el segundo es el resultado de la negligencia o impericia. Por lo general, los jueces optan por la segunda opción para los accidentes, bajo la premisa de que nadie sube a un vehículo para utilizarlo como un arma. ¿Pero esto es así?
El martes se conoció la decisión del juez posadeño Carlos Jorge Giménez (Instrucción Siete) de acusar a Brunner de doble homicidio con dolo eventual.
El artículo 79 del Código Penal establece castigos de entre 8 y 25 años para quien mata con intención de hacerlo, sin que mediaren circunstancias de atenuación. El dolo es la intención y el dolo eventual se da cuando la persona pudo prever o representarse lo que podía ocurrir como consecuencia de una determinada situación y de todos modos ejecuta la acción. En el caso de Brunner, manejar ebrio y a mucha velocidad.
Ahora bien teniendo en cuenta la cantidad de accidentes fatales que suceden en la Argentina, donde las tragedias viales se han vuelto una epidemia, el debate sobre el encuadramiento de determinados homicidios en accidentes de tránsito se ha vuelto recurrente.

Preventiva de Cusato
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El mismo día que Giménez tomaba la decisión en Posadas, El juez de Garantías de San Isidro Orlando Díaz le dictó la prisión preventiva a Gustavo Cusato, quien en la madrugada del 17 de enero manejó contramano por la Panamericana un kilómetro y medio y chocó de frente a una camioneta, provocando la muerte de dos personas.
En ese choque murieron Nicolás Amadini (23) y Nicolás Zárate (21). Victoria Condorucchi (28) fue hospitalizada, en grave estado.
Cusato (33 años, ingeniero industrial) apenas se lastimó un pie. La alcoholemia le dio positivo: 1,29, muy por arriba del 0,5 permitido. Cuando declaró dijo que no recordaba nada de lo que hizo, que lo último que venía a su mente de ese día era una fiesta privada en Pilar donde había tomado cerveza.
Brunner tenía 1,6 gramos de alcohol en sangre. El dosaje lo hicieron cuatro horas después del accidente, por lo que es probable que la haya estado aún más borracho cuando se cruzó de carril con su VW Vento y dio de lleno contra el Ford Fiesta que conducía Prestes.

El caso Slámovits
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Gonzalo Germán Slámovits (32) es otro nombre tristemente célebre en Posadas, ligado a una tragedia vial. El sábado 7 de febrero de 2015, a las 6, a bordo de un VW Golf, atropelló y le causó terribles mutilaciones a a Yanina Claribel Galarza, de 20 años, y Gladys Mabel González, de 27, quienes volvían a su barrio (San Isidro) luego de bailar. Ambas estaban hablando con un taxista, a la altura del asiento del acompañante del conductor, cuando el auto de Slámovits las impactó y arrastró casi una cuadra. Fue sobre la avenida Alicia Moreau (ex 213) casi calle Paraguay.
El responsable de las dos muertes tenía 1,13 gramos de alcohol en sangre e iba a entre 120 y 140 kilómetros por hora. Pese a esto, lo imputaron del delito de “doble homicidio culposo”. Estuvo internado hasta septiembre en el hospital Madariaga por las lesiones que sufrió y luego siguió su rehabilitación, ya con la excarcelación concedida por el juez Fernando Verón, en una clínica privada.

Cabello, emblemático
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En otros puntos del país también ha habido casos emblemáticos. El más recordado es el de Sebastián Cabello, condenado por haber dado muerte con su automóvil preparado para carreras a la veterinaria Celia González Carman y a su hija Vanina, de tres años, el 30 de agosto de 1999, sobre la avenida Lugones, del barrio porteño de Núñez.
El 14 de noviembre del 2003, el Tribunal Oral en lo Criminal 30 condenó al joven a 12 años de cárcel al considerar que el hecho había sido un homicidio simple con dolo eventual. Incluso le aplicó un año más de la pena solicitada por la Fiscalía.
Sin embargo, el 2 de septiembre de 2005 la Sala III de la Cámara de Casación Penal redujo la condena a sólo 3 años de prisión. Al año siguiente, la Corte Suprema de Justicia dejó firme el fallo. Hasta ahora, la familia de Celia y Vanina exigen una condena superior.
En febrero de 2013, Pablo García Aliverti, ebrio, atropelló y mató al ciclista en el kilómetro 52 de la Panamericana. Luego viajó kilómetros con el cadáver incrustado en su auto. Apenas estuvo demorado unas horas y volvió a su casa. Eso sí, en un principio lo acusaron de “homicidio doloso”.

Alcohol e imprudencia
Choferes ebrios, imprudencia, exceso de velocidad, las historias se repiten. Y se repiten los pedidos de justicia de los familiares de las víctimas. “Tiene que recibir la máxima pena, es un asesino al volante”, le dijo a la prensa posadeña Luis Prestes, el hermano de Carmen Susana, hablando de Brunner.
“Es un irresponsable, la palabra correcta sería asesino al volante, el tipo estaba consciente de lo que hacía, no es una criatura, sabe que toma y tiene un arma en la mano, no hay que tenerle compasión, no tiene que seguir manejando. Cómo puede ser que uno se cuida a salir a la calle y viene gente como esta y hace lo que hace”, añadió dolido.
Rocío Santa Cruz es otro nombre ligado a la muerte en la ruta. Es la abogada y ex Miss Argentina que atropelló y mató al motociclista Ramón Cabrera, la mañana del 31 de enero, en Quaranta y 115, Posadas.
La mujer iba ebria y siguió su marcha tras el choque. “Si la tuviera enfrente le preguntaría por qué dejó a un padre de familia tirado en la calle. Si pudiera escucharme me gustaría que sepa que él era el sostén de nuestra familia. Un buen padre y no se merecía que lo dejen como un perro, porque accidentes hay, pero que se fuera del lugar no estuvo bien”, dijo desde el dolor Irene Páez, la mujer de Cabrera, quien se desempeñaba como empleado municipal.
La actitud de Santa Cruz encuadraría más en un “abandono de persona”. Pero es el juez Ricardo Balor quien tiene la palabra. Por ahora, está acusada de “homicidio culposo”. Y claro, la excarcelaron.

 

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