Cuarenta años en vano

El 24 de marzo se cumplirán 40 años de la perpetración del siniestro y totalmente antinacional golpe de Estado, autotitulado “proceso de reorganización nacional”, nombre que burdamente invoca y se erige como sucesor histórico de la “organización nacional” del muy infame mitrismo.
Si bien el gobierno de Mitre fue entre 1862 y 1868, los historiadores de la acaramelada versión intencionalmente adulterada, conocida como la corriente del academicismo histórico, sitúan al “proceso de organización nacional” en el período comprendido entre la destitución de Rosas (1852) y la plena influencia de los intelectuales afrancesados, pro británicos y ultra liberales (1880), de la llamada “generación del ‘80”. El academicismo histórico fue fundado por Mitre, quien no solo escribió una historia argentina al cuento, distorsionada a favor de su proyecto político económico oligárquico – liberal, sino que también promovió la fundación de la academia nacional de la historia, ente desde siempre funcional a los dictados del establishment portuario librecambista campero; este último es la oligarquía agropecuaria de la Pampa Húmeda y sus ramificaciones, sector económico social que se hizo de grandes extensiones de fértiles tierras, en base a políticas complacientes e incluso cómplices, de Rivadavia, Mitre y Sarmiento, principalmente.
Aquel modelo agro exportador, que entonces nos subordinó como colonia político-económica de Gran Bretaña, caducó completamente en 1914, como muestran la Historia y la Geopolítica Mundial, pero hasta hoy los sectores de la “inteligentzia” (*) local fingen no darse por enterados.
El caso es que el golpe cívico militar de 1976, con la excusa perfecta de “combatir la subversión” (que existió y entre otras causas fue fomentada por Gran Bretaña y “occidente”) eliminó toda posibilidad de oposición, al proceso sistemático de destrucción y extranjerización brutal de la economía argentina, que significó la instauración del neoliberalismo salvaje (**), de la mano de Martínez de Hoz, sus “Chicago’s Boys”, y sus continuadores durante un cuarto de siglo, amparados inicialmente por el general Videla y sus secuaces.
El lavaje de cerebros, que desde 1955 (***) se estuvo perpetrando en la conciencia de los argentinos, sumado a la férrea censura en los medios de comunicación y en todas las cátedras, impidió y cortó de raíz casi toda posibilidad de crear conciencia respecto a la forma brutal y sistemática en que se atacó a los Intereses Nacionales, mediante operaciones de pinzas económico-financieras, que ahogaron toda posibilidad de desarrollo, por fuera del estrecho y caduco modelo agro exportador decimonónico. ¡El “proceso” y sus cómplices altos oficiales, fueron dóciles mandaderos de las retrógradas oligarquías vernáculas, y de los mandatos del poder financiero transnacional, resumidos en el Consenso de Washington!
En esos años, resultaba patético escuchar los “argumentos” de las clases medias, que repetían como loros frases hechas instaladas por los medios de comunicación masiva, por caso la muletilla de “achicar el Estado es agrandar la Nación”, que “orgullosamente” hasta un chofer de ómnibus urbano pegó en el parabrisas; sin ser consciente que ese achicamiento forzoso implicó la entrega vil del patrimonio nacional, del Poder de Decisión Nacional, y la condena al desempleo para muchos compatriotas.
Tanto o más patético era escuchar las conversaciones o argumentaciones, teñidas de endeble patriotismo de pacotilla, de sectores uniformados, que irracionalmente se alineaban automáticamente tras las destructivas políticas económicas de los tecnócratas neoliberales, alabando aberraciones como los cierres de fábricas, la apertura comercial indiscriminada y brutal, el crecimiento de la especulación financiera sin medir sus siniestras contrapartidas (solían alabar los altos rendimientos de algunos “placitos fijos” o se encandilaban con “los importados”, pero nunca pensaban más allá), etc. ¡Si el lote de Comandantes apoyaba a los siniestros tecnócratas destructores de la economía, “seguro debía estar bien lo que hacían”! Claro que tenían los cerebros previamente limados por los cursos de la Escuela de las Américas. Por supuesto siempre hubo valiosas y honrosas excepciones. Por caso el auténtico patriota General Juan Enrique Guglialmelli (a quien tuve el gusto enorme de conocer e incluso con quien pude conversar extensamente).
Ese período de destrucción sistemática de Argentina, duró 25 años, solo con algún breve interregno en el que se intentó resistir, en parte del alfonsinismo. No solo hubo una violenta regresión, que hizo retroceder más de medio siglo los volúmenes de la producción industrial, se congelaron actividades tecnológicas (como la nuclear), se bajó acentuadamente el poder adquisitivo de los salarios, y aumentó drásticamente la desocupación. También se nos endeudó salvajemente, comprometiendo seriamente nuestra soberanía, con procedimientos muchas veces catalogados como delincuenciales o actos de traición a la patria (nunca condenados efectivamente, por “esos vericuetos” de los mecanismos judiciales, demostrándose que “todos somos iguales ante la ley…pero algunos son más iguales que otros). Incluso estuvo en serio riesgo la subsistencia de Argentina como nación, dados los poco conocidos pero concretos intentos de balcanización, al estilo del padecido por Yugoeslavia.
Aquel infierno descomunal, comenzó abruptamente con el gobierno “marzista” (de marzo de 1976), se acentuó entre 1989 y 2001; para salir de él trabajosamente desde 2003.
Hubo claramente muchos más logros que errores, en los doce años precedentes, pero algunos de esos errores fueron muy gruesos, y las consecuencias se están pagando. Defectos de comunicación, que aun pese al cerco mediático se pudieron superar; demoras en enfrentar temas estratégicos como los ferrocarriles; falta de accionar concreto en el manejo estratégico de las exportaciones de materias primas, pues debió recrearse el IAPI quitándose el manejo al puñado de grandes exportadoras transnacionales; no se trabajó debidamente en el sector de pequeños y medianos productores agropecuarios, muy diferentes a las grandes oligarquías camperas; no se concientizó a los docentes y otros sectores medios, que sus sensibles mejoras socio económicas serían destrozadas en el marco de otras políticas económicas (como ahora sucede); se instalaron y mantuvieron discursos y actitudes anti militaristas propias de ciertas “izquierdas” siempre antinacionales, olvidándose que Las Instituciones Militares son no solo necesarias sino imprescindibles en toda nación soberana, y se inició muy tarde y en forma muy incompleta el imprescindible proceso de rearme, que nos mantiene en situación casi total de indefensión; etc.
Increíblemente, cuarenta años después, con las mismas mentiras político-económicas, adornadas por un discurso “simpático” al estilo de los predicadores mediáticos y de los hinduistas “pacifistas de billeteras ávidas”, los mismos que habían accedido al poder de la mano de las confusas cúpulas militares, o en base a las mentiras del menemato, esta vez coparon el poder pese a dejar traslucir el brutal programa de crisis prefabricada que planificaban perpetrar…y que están ejecutando rápida, brutalmente e incluso con torpezas que evidencian no solo notables grados de improvisación, sino de una marcada impunidad de la que parecieran hacer gala sin tapujos.
Es increíble que convencieran a las clases medias y a vastos sectores populares, no solo de avalar un plan que compromete seriamente la soberanía y los Intereses Nacionales, sino que ataca directamente al bolsillo y la dignidad de los asalariados, profesionales y pequeños empresarios que dependen de la bonanza de esas clases medias y sectores populares, pues son sus clientes.
Y seguramente, en base a prometidos amplios indultos a militares presos como resabios de aquella guerra civil encubierta que padecimos, resulta muy claro que masivamente los integrantes de las FFAA y FFSS y sus retirados, apoyaron y aun apoyan entusiastamente esta reinstauración del neoliberalismo salvaje, supuestamente no dándose cuenta de las medidas lesivas a la soberanía e incluso de subordinación explícita a Gran Bretaña y sus aliados, que en brutal aluvión se están consumando en base a decretazos, con el silencio cómplice de la mayoría de los medios de comunicación.
Los pueblos que desconocen su historia, repiten sus mismos errores. En Argentina, los 40 años pasaron en vano.
(*) Concepto acuñado por Jauretche, para definir a sectores intelectuales divorciados de la realidad nacional, y encandilados por “las luces de Europa”; trazando un paralelismo con los mínimos sectores cultos de la Rusia Zarista, encandilados de europeísmo pero ciegos a la extrema miseria de su pueblo.
(**) “El Horror Económico” – Viviane Forrester; “La Doctrina del Shock” – Naomí Klein; Aldo Ferrer, Alfredo Zaiat y otros autores nacionales en múltiples libros y artículos; etc.
(***) En rigor el lavaje de cerebros comenzó a fines del siglo XVIII con las “nuevas ideas” de liberalismo económico a ultranza, se acentuó desde el accionar rivadaviano y otros librecambistas desde 1810, y tuvo sus picos de exacerbación en
varios períodos funestos de nuestra historia, el último de los cuales había sido el cuarto de siglo neoliberal 1976-2001, este último heredero directo de la “revolución fusiladora” de 1955.

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