De película

El nuevo Gobierno cumple hoy un mes en la gestión. Durante estos 30 días se conocieron las principales medidas tomadas por el presidente Mauricio Macri, destinadas a cumplir sus promesas de campaña, focalizadas en devolver rentabilidad al campo, “liberar” la economía –a través de la devaluación y la apertura de importaciones-. Diseñó la administración del Estado como el directorio de una empresa con ex ejecutivos a cargo de las áreas más sensibles para poner en marcha su idea de gestión. Cumplió, en buena medida, con lo que sus voceros prometían en el tiempo electoral y lo que eligió la sociedad en la segunda vuelta de noviembre. Nada que sorprenda demasiado y con el visto bueno de la corporación judicial, amistades políticas y mediáticas y un llamativo silencio de buena parte de la oposición kirchnerista.
A partir de ahora, con un Estado diseñado a su gusto, tendrían que aparecer los primeros resultados, como el control de la inflación y la reactivación económica. En el PRO se entusiasman en que en el corto plazo se sentirán los efectos.
Los observadores más críticos, incluso aquellos que coinciden con la mirada macroeconómica, advierten, sin embargo, que la devaluación resultó insuficiente y que el dólar seguirá subiendo, con un automático traslado a los precios internos por lo menos durante el primer semestre.
El equipo económico del PRO se conforma con una inflación del 25 por ciento para el 2016, una meta por ahora difusa, ya que las fluctuaciones del dólar modifican cualquier previsión. Para que los precios no se disparen hay un doble juego de aumento de tasas de créditos y plazos fijos –para absorber pesos de la calle- y control de las aspiraciones salariales de los estatales. El ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay ya advirtió a los gremios que deben preocuparse más por sostener el empleo que por los aumentos.
Por eso, no deben sorprender los miles de despidos en el Estado de los últimos días. El argumento es deshacerse de “estructuras kirchneristas”, aunque en el medio haya trabajadores comunes, embarazadas o discapacitados. Por lógica, después de doce años, muchos de los trabajadores del Estado fueron puestos por el kirchnerismo o simpatizaban con el Gobierno anterior. No los convierte automáticamente en “ñoquis”.
Sin embargo, el mensaje de Gabriela Michetti es claro: “Se apunta a erradicar del Estado a estructuras kirchneristas y en particular de La Cámpora”. Se parece mucho más a una persecución ideológica que a una planificación.
De todos modos, es un daño colateral del modelo y un tácito aval que puede ser imitado por el sector empresario.
Está claro que el Estado no puede ser una bolsa de trabajo ni de estructuras políticas, pero a primera vista, no parece haber una planificación ni una reestructuración, sino una señal. Aunque no haya estadísticas oficiales hasta nuevo aviso, los echados engrosarán el índice de desocupación que se mantenía bajo hasta no hace mucho.
Con un desempleo alto, es más fácil negociar salarios y si se controlan paritarias, se pueden moderar las expectativas inflacionarias.
Por el otro lado, Macri apuesta a que la reactivación de sectores económicos concentrados, como el de la soja, importadores o el campo, genere un efecto derrame que se traduzca en empleo y en divisas que fortalezcan las arcas.
En el caso de la soja, pese a los enormes beneficios por la doble vía de menores retenciones y la devaluación, las expectativas son moderadas. Simplemente, los patrones sojeros que tienen espalda para aguantar unos días, siguen sin liquidar a la espera no solo de que suba un poco más el dólar, sino que se recompongan precios internacionales que cotizan a la baja. Es decir, los mercados internacionales pueden jugarle una mala pasada a las intenciones del Gobierno. Según un informe de la fundación Mediterránea, los agro-dólares volverían a reducirse básicamente por la estabilización de precios internacionales en niveles inferiores a los del 2015. Para tener una referencia, según los registros de aduana, el precio medio de exportación del grano de soja del 2015 se aproximará a los US$ 367 la tonelada, mientras que el precio 2016 con el que se trabaja como escenario base se ubica en US$ 325 (un ajuste del 11 por ciento).
Por ahora el Gobierno de Macri goza de la luna de miel con sus electores y una benevolente cobertura de los principales medios, que se entusiasman más que con la cinematográfica (comedia) fuga de los hermanos Lanatta que con el análisis político. Es más noticia el baile del Presidente en Santa Fe que la represión a estatales en La Plata. La oposición –ahora el kirchnerismo- sigue mirándose el ombligo y buscando culpables de la derrota.
El Congreso, con mayoría kirchnerista disfruta de sus vacaciones sin demasiado interés real en monitorear medidas del Ejecutivo, aunque éstas se inmiscuyan directamente con sus facultades. Una muestra de ello fue el cónclave de Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey y Diego Bossio, en el que hablaron del “futuro” y de un recambio generacional del peronismo. Asado de por medio, ninguno de los tres referentes habló del presente. Massa fue enfático sobre Cristina Fernández: «Es el pasado, una etapa superada». Bossio, hasta hace dos semanas un férreo defensor del modelo K, no emitió opinión. ¿Se viene un neoperonismo de los 90?
Los hermanos Lanatta, figuras clave durante la campaña electoral al vincular a Aníbal Fernández con el narcotráfico, protagonizan una fuga de tiene ribetes espectaculares. Cientos de hombres, fuerzas especiales y hasta francotiradores para dar con los fugados que una y otra vez, burlan los esfuerzos de las fuerzas de seguridad. Hasta la Policía de Misiones envió su helicóptero y efectivos.
Ni Rambo en sus primeras horas logró una evasión similar. Unas horas buscados en Buenos Aires, otro rato en Misiones y de ahí en Santa Fe sin escalas. »No tenemos las herramientas para resolverlo», admitió la vicepresidenta Gabriela Michetti. Después de trece días, cayó uno, Martín Lanatta, herido, después de volcar con una camioneta en un poblado santafesino y acorralado por los vecinos y policías locales. Por unas horas fueron los tres y hasta se dieron detalles de “las últimas horas” de los evadidos. Hubo felicitaciones cruzadas del Presidente con la gobernadora de Buenos Aires y los funcionarios encargados de la Seguridad. Pero los otros dos, nunca fueron detenidos. Y por ahora, no hay noticias de ellos.
El papelón es mayúsculo y deja en un claro off side a las autoridades que están siendo ridiculizados hora tras hora.
De todos modos, en el PRO aseguran que “no se puede resolver nada en un solo mes” y advierten que hay que “darle tiempo” a las medidas para “reconstruir” la Argentina.
Los dirigentes macristas en Misiones mantienen intensas rondas de reuniones para fortalecer el rol político. Saben que es una oportunidad única de crecer como partido y por eso tejen acuerdos pensando más en 2017 que en las horas que corren. Los cargos nacionales que deben cubrirse en la provincia, todavía esperan el visto bueno de ministros y funcionarios nacionales, pero los principales serán repartidos entre los primeros en apostar por Macri como líder. Algunos cargos menores irán a parar al radicalismo para pagar las deudas de campaña. Habrá que esperar al menos una semana más para conocer las identidades de los nuevos funcionarios nacionales en Misiones.
En el PRO confían en que las medidas anunciadas lentamente traerán “normalidad” a la economía y los problemas más acuciantes serán superados.
El Gobierno nacional espera que la relación directa con los gobernadores sirva como puente para destrabar resistencias. Los ministros reciben a los mandatarios del interior y el Presidente anunció obras para algunas provincias.
En Misiones cayeron bien los primeros encuentros con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, quien incluso vino a la provincia. Los recursos para obras públicas y de viviendas son fundamentales para el sostenimiento de los planes del Gobierno provincial. “El objetivo es ejecutar políticas de la cercanía con la gente. Le pedimos aportes para el barrio Itaembé Guazú porque es la obra urbanística más grande del país. Hace falta el 60 por ciento de los recursos que pone la Nación. Le pedimos que el flujo se sostenga”, explicó el gobernador Hugo Passalacqua sobre sus encuentros con Frigerio. También varios ministros mantuvieron primeros contactos con sus pares nacionales en los que se trabajó esencialmente sobre cómo continuar los programas en marcha y fortalecer recursos para la provincia.
Passalacqua puso paños fríos a la idea de una rediscusión de la ley de Coparticipación federal, que fue anunciada en Misiones por Frigerio. “Somos los más interesados, pero deben ponerse de acuerdo las 24 provincias”, sostuvo con cautela. Hasta ahora, de todos modos, no hubo ninguna señal formal de que la discusión se dispare en enero, como había prometido Frigerio. El Gobierno provincial también mira con atención la evolución de la economía nacional y su impacto en Misiones. Las paritarias con los gremios estatales se avecinan y son determinantes para las pautas salariales que se fijen. “Hay que esperar la pauta nacional. El punto de partida son los docentes. Vamos a cumplir con las deudas que tenemos de suplementarias que se pagarán durante enero y febrero, porque no podemos sentarnos a negociar con deudas. Hay que esperar a febrero y la pauta que fije la Nación”, indicó Passalacqua.
El cumplimiento de la deuda con los docentes es fundamental para encarar las negociaciones con mayor holgura. La semana próxima se pagarán suplementarias de julio de 2015 y a los docentes de escuelas especiales, y el 13 de febrero todo lo demás desde agosto a diciembre de 2015; según se resolvió en la audiencia de partes entre la Unión de Docentes de la Provincia de Misiones y el Consejo General de Educación en el ámbito del Ministerio de Trabajo.
Los primeros escarceos entre los gremios nacionales pusieron un techo del 50 por ciento de aumento para los docentes. Seguramente, en los próximos días, esa pauta se bajará a “términos más racionales”, ya que ningún Gobierno está dispuesto a ofrecer cifras similares.
Passalacqua dio una muestra de lo que quiere para su gestión con el cambio de autoridades de la Policía de Misiones. Después del duro momento que se vivió en febrero de 2012, con una Policía que quedó dividida con desconfianzas internas producto de la sublevación de tropas, era necesario producir los cambios con firmeza y autoridad. Por eso, eligió a dos hombres de enorme prestigio dentro de la fuerza. Como jefe, eligió al comisario retirado Manuel Céspedes, especializado en tareas operativas y de alto riesgo con cursos realizados en Europa, Estados Unidos y Brasil, y sus recientes funciones las desempeñó en la localidad de Jardín América y San Vicente, como jefe de la comisaría y de la Unidad Regional. Céspedes pretende una “revolución” en la fuerza y en la seguridad. Tiene un amplio currículo. Hizo cursos de Extensión Alto Riesgo en el SKA y Grupo de Operaciones Especiales (policía estatal de Wesffalia y en el GSG Policìa Fronteriza de Alemania), cursos de gerenciamiento de situaciones de alto riesgo con la Brigada Militar de Brasil y de Supervivencia y entrenamiento de Monte por intercambio con los Estados Unidos. Ayer mismo se puso al frente de un operativo en Montecarlo.
Como segundo, asumió el comisario general José Mazur, quien tuvo su paso como jefe de Investigaciones en Oberá, como titular de la Unidad Regional de Alem y se desempeñó como director de Seguridad Vial y titular del área de Asuntos Internos de la Policía. Ambos son respetados y con autoridad. Prestigiosos.
Passalacqua tiene la vocación de mejorar la seguridad, con más policías en las calles y todos los cambios que sean necesarios.
Después de la recomposición salarial lograda, la fuerza tiene pendiente demostrar eficiencia. Los pasos están dados.

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