Salió a correr al ladrón que robó el negocio de su esposa y lo mataron

Rubén Figueroa tenía 56 años y era empleado de Cablehogar. Indignado le tiró un ladrillo al asaltante que le respondió con balas. Sucedió en Rosario, Santa Fe.

La próxima semana Rubén Figueroa, de 56 años y empleado técnico de Cablehogar, debía reincorporarse a su trabajo tras la convalecencia impuesta por una operación de rodilla.

Mientras llegaba ese día, a las 7 de la mañana de ayer acompañó a su esposa Mercedes a abrir el maxiquiosco que tienen en Castellanos y Montevideo, en Echesortu. Cuarenta y cinco minutos después de levantar las persianas, un muchacho de unos 20 años y bien vestido ingresó al negocio. Revólver en mano le pidió el dinero de la caja a Mercedes.

Cuando la mujer le estaba dando lo que tenía al lugar llegó un cliente con su hija de 7 años, un hecho fortuito que marcó el trágico final de la historia: Rubén murió al ser alcanzado por dos balazos disparados por el asaltante en su huida.

Es que al ver que la nena iba a ingresar al local, Figueroa le hizo un gesto al padre de la niña para que la retenga. Y él comenzó a sacar a empellones al ladrón. El delincuente salió por Castellanos hacia Pellegrini y dominado por la indignación Rubén lo persiguió y le arrojó medio ladrillo que levantó de la vereda.

Como respuesta, antes de subirse a la moto en la que había llegado, el maleante le disparó al menos cuatro veces. Un proyectil le dio en una pierna y otro le perforó el pecho. Una tercera bala hirió en una pierna a un ciclista que pasó por el lugar. Rubén sintió el ardor en el pecho y cayó de bruces. Lo trasladaron en ambulancia al Hospital de Emergencias donde falleció a las 9.40.

«El tipo estaba resacado y disparó a mansalva. Cuando el ladrón entró Rubén se estaba poniendo hielo en la rodilla que le operaron porque después tenía que ir a rehabilitación. El tipo entró, pidió el dinero, se lo dimos y entonces llegó un cliente con su hija. Le hicimos seña para que no dejara entrar a la nena y Rubén le dijo al ladrón: «Ya está, te dimos todos, ahora andate». Y lo empezó a sacar a empujones. El pibe había dejado estacionada una moto a mitad de cuadra (en Castellanos al 1600). Rubén lo siguió y le arrojó un ladrillo y el tipo comenzó a disparar», comentó Mercedes mientras su esposo era operado.

«Si le llega a pasar algo, yo me muero», dijo llorando antes del fatal desenlace.

Desgarrador

A las 9.40 sonó el celular de Celeste, una de las hijas de la pareja que se había quedado esperando noticias en el maxiquiosco mientras su madre y su hermano estaban en el hospital. Los gritos de la chica estremecieron a los vecinos. «No, no, no. No puede ser verdad. Mi mamá no lo va a resistir. Esto no puede ser verdad». Celeste se dejó caer y fue arropada por familiares y amigos. Rubén Figueroa no resistió la operación y falleció.

Minutos antes la muchacha le contó a los periodistas la mecánica del robo y marcó una frase: «Mi papá siempre decía: «A mí no me van a robar lo poco que hago laburando»».

Desde hace varios años en la ochava sudeste de Castellanos y Montevideo funciona un maxiquiosco. En los últimos tres con el nombre de Cielo, el de una de las nietas de Rubén. Pintado de rosa y violeta, en las ventanas del negocio hay fotos de la niña, bonos contribución de las Cooperadoras del Comando Radioeléctrico y la Policía Federal, y postales del padre Ignacio.

Un revólver

«Cuando el ladrón se subía a la moto la víctima le arrojó piedras. El delincuente sacó un revólver, porque no hay vainas, y disparó varias veces impactando a Figueroa en una pierna y en el tórax. Otra persona que pasaba por el lugar en bicicleta fue herida en una pierna», describió el fiscal de homicidios Florentino Malaponte. Al ser alcanzado por los proyectiles Rubén trastabilló y le dijo a un vecino: «Me pegaron en el pecho, me estoy muriendo».

El ladrón huyó en la moto azul hacia Pellegrini y algunos vecinos indicaron que había un segundo maleante, algo que no pudo ser confirmado por el fiscal, quien además aseguró que en la cuadra no hay cámaras de videovigilancia y la más cercana está en Pellegrini entre Castellanos y Alsina.

Una vecina que salía a trabajar vio la escena y pidió ayuda. En medio de la desesperación agarró su bicicleta y llegó hasta Constitución al 1600, donde funciona la base de una empresa de emergencias médicas. Y contó: «Me dijeron que debía llamar por teléfono, les dije que el vecino se estaba desangrando pero no me dieron bolilla. Cuando llegué estaba el SIES, pero ya habían pasado más de 15 minutos. También estaba el otro hombre herido, que iba a trabajar en bicicleta» y fue atendido en el Heca.

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