Escritor misionero opina que “votar a lo Massa” es un error

El escritor misionero Anibal Silvero, quien desde hace un tiempo comparte su posición de pensamiento sobre las próximas elecciones en las redes sociales, escribió un artículo de opinión donde sostiene que “votar a lo Massa es un error”, y explica que “votar en blanco le sirve a Massa porque él está haciendo su campaña para 2017, pero creo que los argentinos debemos definirnos entre los dos candidatos propuestos”, sostuvo.

Silvero apoyó recientemente el festival popular organizado por artistas misioneros en la plaza 9 de Julio “por la continuidad del modelo nacional y popular. Yo he visto avances concretos en materia cultural, por ejemplo, Misiones es un bastión de las Casas de la Cultura y el Bicentenario, son edificios con sala de exposiciones, cine, teatro y auditorio y espacios para talleres, hay siete en toda la provincia funcionando, y tres en construcción ahora mismo. La oposición insiste en que esto es un relato, pero no es un relato, si te vas a Oberá, o Santo Pipó o Montecarlo o Aristóbulo del Valle o San Vicente o Leandro N Alem o Guaraní, por ejemplo, te chocás con un centro cultural no te chocás con un relato. Ni hablar de la fuerte inversión al cine por parte de este Gobierno y la reciente ley de teatro, impulsado por la propia Cristina, mientras que algunos escritores y músicos fueron asistidos con obra social aquí en Misiones. En la política del Pro no tenemos certeza de la continuidad en los proyectos culturales, por eso nos organizamos para hacer un festival popular defendiendo los logros obtenidos y haciendo fuerza para profundizarlos”, dijo.

“Cada uno es libre de votar a quien quiere, eso está claro. Pero nadie tiene que ofenderse por escuchar las opiniones ajenas, ya que la Argentina está entrando a una etapa de debate, y eso es muy positivo”, declaró.

 

Opinión de Silvero sobre el balotaje

“Hay gente que se ofende cuando un escritor o artista habla de política, pero la cuestión es que la mayoría de las decisiones políticas impactan directamente en la cultura. En ese sentido, los trabajadores de la cultura somos responsables de lo que decimos, pero también somos responsables de lo que callamos. También están los que no quieren hablar de política días antes de las elecciones, y luego pasan cuatro años lamentando los políticos que votaron.

Escribo estas líneas con el riesgo de que se las enmarque dentro de la campaña del miedo, sabiendo que todo lo que se produce desde la campaña del miedo, asusta y hace temblar a los tibios. Entonces, cualquier cosa que se discuta en la campaña del miedo, fallará en el punto esencial. Sin embargo, yo creo que no deberíamos tener miedo de escuchar las opiniones ajenas, por duras que parezcan. A lo que sí debemos tener miedo, es a la falta de memoria. Cuando un pueblo pierde su memoria, desaparece como tal. Por eso, todos tus pecados te serán perdonados, menos uno: considerar un “curro” a los derechos humanos, la herramienta más digna de recuperación de la dignidad del hombre que nos han legado los tiempos democráticos. Porque, en primer lugar, pensar que todos los políticos son corruptos es como pensar que todos los sacerdotes son pederastas. Generalizar casi siempre es errar.

Las cuestiones de debate político están en auge en las redes sociales. Los analistas nos piden que nos quedemos tranquilos, que el liberalismo económico de Macri no es el mismo que aquel que dejó medio país bajo la línea de pobreza en 2001: es otro.

Y aparece gente que cree que con el titular del Pro como presidente se va a acabar la inseguridad en Buenos Aires. Yo les digo, chicos: es Macri, no Matrix.

Y es que Cristina nos legó a Scioli y la derecha a Macri. Ahora hay que elegir a quien hay que fumar por cuatro años. Pero mientras hierve internet debatiendo los dos modelos de país, la izquierda está preocupada en fiscalizar los votos en blanco. Así de generoso es el país que nos dejan los Kirchner.

La estrategia Pro es despertar la disconformidad en el electorado para que la gente vote un cambio. Pero cambiar no es sinónimo de mejorar.

Se ha instalado, mediáticamente, el hartazgo hacia la clase política k, eso es todo el foco del problema. No pasa tanto por la razón sino por la sensación, y es por eso que en las discusiones políticas sobran las acusaciones hacia el kirchnerismo, pero faltan los argumentos.

La oposición ha logrado su objetivo: instaló la disconformidad, y ahora la gente quiere votar el cambio. Lo que no explican a la gente es que cambiar no es sinónimo de mejorar. Si el cambio es positivo, se mejora. Si el cambio es negativo, la cosa empeora. Por ejemplo, Jesús y Hitler fueron dos personas que trajeron cambios para la humanidad. La cuestión del cambio además, es un problema semántico. Cambio va a existir sí o sí, gane quien gane, porque así como hay continuidad en el cambio también hay cambio en la continuidad.

Tampoco razona la gente a quien vota detrás del que se vota: Scioli y Macri son sólo cabeza de legión, hay que ver la gente que ellos arrastran. Macri es un Grupo, Macri es Corporación. Y la experiencia ha enseñado que cuando las corporaciones tienen lo hilos del poder, los trabajadores de abajo no siempre son los mas beneficiados. Esa historia de que la mayoría debe votar para que una minoría de una minoría se beneficie ya la conocemos.

Detrás de las corporaciones, se esconden cientos y cientos de personajes afines más a lo financiero que a lo cultural, y es allí donde la brecha se va a polarizar en otro sentido. Desde las sombras, Melconian promete devaluación y ajuste, y Macri no revela abiertamente su estrategia económica. Tal vez por eso, no por miedo, sino por precaución, se nos ocurre pensar que es mejor un Axel conocido que un Prat Gay por conocer.

Está claro que cientos de miles de argentinos que ingresaron a la clase media gracias al modelo económico llevado adelante por Cristina, hoy anhelan que su pequeño capital lo cuide el modelo económico que promete el Pro. Son paradojas propias pero comprensibles de las clases sociales.

Después está el tema del voto en blanco. Yo creo que votar “a lo Mazza” es un error. Es cierto que el voto en blanco es una opción, pero si sumás nada más nada te da siempre nada, y aunque treinta y nueve millones novecientos noventa y nueve mil argentinos voten en blanco, el voto del único argentino determinará el presidente, que gobernará a los cuarenta millones. En la votación se discute quién va a conducir el país, no quien no quiero que conduzca, por eso es una falacia conceptual votar en blanco. A Mazza sí le sirve, porque ya está haciendo su campaña para 2017, pero al pueblo argentino, no.

Ahora, ¿quién instaló en los argentinos tanta bronca por los “vagos” que cobran planes? ¿Es difícil imaginar que algunos de esos vagos lo utilizan para estudiar, crecer, mantener familias? Ahora, si el proyecto económico del Pro es sacarle la guita a los vagos que cobran planes y darle a los vagos de los Fondos Buitre, no hay ninguna patriada que aplaudir.

Porque sería lamentable que un trabajador crea votar contra Cristina, y termine votando contra sí mismo.

Y porque además hay mucho humo alrededor de todo, y los kirchneristas son los que nos dicen de ellos. Es la prensa muchas veces la que instala la sensación de repudio e intolerancia. Un ejemplo sencillo y al pie, la esposa de Massa le dio frente a las cámaras de televisión un efusivo beso en la boca a su hija adolescente, lo que Clarín caratuló como “un gesto de afecto”, y fue bien aceptado por la sociedad. Si el mismo “gesto de afecto” hubiera tenido Cristina con su hija Florencia, la hubiesen estigmatizado con largos titulares hasta 2025. O sea, no es tanto lo que sucede, sino la forma en que se comunica lo que sucede. Y en esta nube de venta de imágenes estamos envueltos todos los argentinos.

Hasta la semana pasada, estaba seguro que el Pro ganaba estas elecciones, pero ahora que las encuestas le dan como ganador a Macri, tengo la perspectiva que el ganador del balotaje pueda ser Scioli.

Pero, si asume el Pro, espero que el cambio de Cambiemos no venga en lecops.

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