La primera arrepentida de Instagram: una modelo australiana

Essena O’Neill mostraba una vida perfecta en la red social, donde tenía más de 700 mil seguidores. Un día se cansó y empezó a contar el sufrimiento detrás de escena. La historia de un cambio de vida.

Essena O’Neill es australiana, tiene 19 años y -hasta hace poco- el mundo digital rendido a sus pies. La modelo, que había entrado a Instagram en enero de 2013, era una estrella hasta que decidió cerrar su cuenta. Desde entonces, sus 712 mil seguidores están desorientados.

En su cuenta de la fotogénica red social, O’Neill subió unas 2 mil imágenes que mostraban su cara perfecta y cuerpo armónico en destinos paradisíacos. Por posar con alguna de sus prendas, las marcas le pagaban mil dólares.

Con amigos, en la playa o de fiesta, Essena transmitía una idea inequívoca: era joven, feliz y envidiada. Por eso, el “volantazo” que dio el 27 de octubre impactó por partida doble.

Le cambió el nombre a su cuenta, que ahora se llama Social Media Is Not Real Life (Las redes sociales no son la vida real), y borró la mayor parte de las fotos, para dejar sólo las que contaban la verdadera historia.

Essena empezó a postear las imágenes con epígrafes esclarecedores: «Creo que ese día no comí». «Me hice 50 fotos hasta que conseguí una que pensé que podría gustarles y la edité durante horas en distintas aplicaciones».

Dispuesta a ir a fondo, explicó que las selfies eran el fruto de capas y capas de maquillaje o que necesitaba hacer cien tomas hasta que quedaba satisfecha con lo flaca que parecía.

Su última publicación era demoledora:

Pasé la mayor parte de mi adolescencia siendo adicta a las redes sociales, a la aprobación de los demás, al status social y a mi apariencia física. Las redes sociales y, especialmente, el uso que yo hacía de ellas, no es real. Eran imágenes artificiales y videos editados puestos unos contra otros. Es un sistema basado en la aprobación social, los Me gusta, la validación, el número de visitas, el éxito medido según el número de seguidores. Es una auto-abducción del juicio perfectamente orquestada.

En el video que tituló “Por qué pienso que las redes sociales apestan”, invita a sus seguidores a desenchufarse. Su caso es sólido: «Mi vida entera cambió cuando lo hice. Finalmente desperté. Vi más, escuché más, tuve más tiempo, me di cuenta de que cada vez era más creativa, estaba menos estresada y más feliz con esta nueva sensación de poder… pero sobre todo, sentí más».

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