Cae en Luján una misionera acusada de ordenar la ejecución de su marido

Claudia Rosa Pereyra Da Costa (40) está acusada de un delito grave: haber pagado para que mataran a su marido, Ángel Altísimo (44), en 2013, en El Soberbio. Pese a lo comprometido de su situación, hace más de un año, el entonces juez de Instrucción subrogante de San Vicente, Demetrio Cuenca, decidió excarcelarla, porque entendió que no entorpecería la investigación. El fiscal Rodolfo Andrés Cáceres rechazó la medida y la Cámara de Apelaciones le dio la razón. Entonces volvieron a pedir la captura de la mujer. Sin embargo, cuando fueron a buscarla, se había esfumado. Recién este lunes, luego de un gran trabajo de la Secretaría de Apoyo para las Investigaciones Complejas, que trabajó diez días a tiempo completo en el caso, ubicaron y atraparon a la sospechosa.
La presunta instigadora del asesinato de Altísimo estaba en Luján, provincia de Buenos Aires. Paraba en un camping, a 200 metros de la conocida basílica y trabajaba en una casa de familia. No opuso resistencia y en las próximas horas será traída a Misiones.

Muy astuta
Pero la captura de Pereyra Da Costa no fue para nada sencilla. La mujer mostró una astucia fuera de lo común para evadir a quienes la buscaban. Sin embargo, la perseverancia de los siete detectives de la SAIC afectados a la búsqueda, la colaboración de la Jefatura de Policía y el empuje del nuevo magistrado que investiga el crimen, el también subrogante Horacio Heriberto Alarcón (Oberá), hicieron que el operativo terminara de la mejor manera.
La presunta ideóloga del crimen de Altísimo hizo creer a sus vecinos y amigos que estaba residiendo en Brasil. Y que solo volvía a la provincia para cobrar su pensión. Entonces, los pesquisas siguieron los movimientos que hacía en los cajeros. Así, detectaron extracciones en El Soberbio, Colonia Aurora y Aristóbulo del Valle. Esto, en principio, hizo presumir que ella estaba en la zona. Sin embargo, la SAIC fue más allá. Analizó las filmaciones de las cámaras de seguridad de los cajeros y determinó que cada extracción la hacía un familiar diferente y que luego remitían el dinero por encomienda a la prófuga.
A este análisis, los funcionarios judiciales le sumaron un entrecruzamiento de llamadas telefónicas, que permitieron determinar que Pereyra Da Costa se encontraba en la provincia de Buenos Aires, más precisamente en Luján, adonde le despachaban en encomienda el dinero de su pensión.
Diez días después de que convocaran a la SAIC para dar con la mujer, se logró la captura. El mismo grupo que había recorrido San Vicente, El Soberbio, Colonia Aurora, Oberá y Aristóbulo del Valle, atrapó a Pereyra Da Costa.

El caso
Ángel Altísimo (44) recibió tres balazos en el tórax la noche del 21 de junio de 2013. Ese sábado, estaba en su chacra del paraje Campín Largo, en El Soberbio, cuando lo atacaron. Murió el lunes siguiente, en el Samic de Oberá.
El caso es complejo, porque tiene un relato autoincriminatorio de Pereyra Da Costa, en la que admite haber contratado a sicarios para que eliminaran a su marido. Y luego un testimonio de la misma mujer en el que se desdice.
Lo que cree el fiscal Cáceres es que uno de los sospechosos varones era amante de Pereyra Da Costa y que ellos tramaron el homicidio.
Jorge Dos Santos, “Lobi” Ferreira y Sergio Molinari fueron apuntados como los sicarios. Cuando empezaron a investigarlos gozaban de salidas transitorias de la cárcel donde estaban alojados por un delito en contra de la propiedad. De inmediato se les cortó el beneficio.
El día siguiente del ataque, la Policía inspeccionaba la escena del hecho, cuando una de las hijas de Altísimo, de 20 años, se acercó y confesó que horas después de los disparos, su madre la había convocado para que limpiara el sitio exacto donde su padre había sido acribillado. Para los detectives quedó en claro que la pareja del chacarero quería borrar evidencia. Y consolidaron todavía más esta idea cuando la chica les entregó un revólver calibre 38 “Amadeo Rossi”, apuntada como el arma homicida y supuestamente escondida por su madre.
Los uniformados también hallaron en un cenicero vainas servidas del mismo calibre. Todo dejaba entrever que Pereyra Da Costa había participado activamente en el atentado.
El arma homicida había desaparecido de la casa de los Altísimo en Semana Santa de 2013, junto con 14 mil reales. Solo Ángel y su mujer sabían que ese dinero estaba en la vivienda.
Testigos que declararon en la causa indicaron que en una ocasión, Pereyra Da Costa amenazó de muerte a su marido durante una discusión. Y el panorama oscuro para ella se completa con una pericia de la propia SAIC, que detectó llamadas entre ella y uno de los supuestos sicarios.
Ahora ella deberá rendir cuentas ante la Justicia Misionera, otra vez.

LA REGION

NACIONALES

INTERNACIONALES

ULTIMAS NOTICIAS

Newsletter

Columnas