Desde la línea 137 advierten sobre un mayor grado de violencia hacia la mujer

No solo preocupa la cantidad, sino el mayor nivel de violencia que ejerce el agresor hacia su víctima – casi siempre pareja o ex pareja – y el grado de vulnerabilidad al que la somete. La coordinadora de la Línea 137 de asistencia a las víctimas de violencia que funciona en Posadas, Oberá y Eldorado, Virginia Giaccocucci, advirtió sobre este patrón de conducta que se repite cada vez con mayor frecuencia y es observado por el equipo interdisciplinario que concurre rápidamente en auxilio.
El servicio, que el 15 de octubre cumplió dos años de funcionamiento en Posadas, registró a la fecha 15 mil asistencias, rescates de víctimas que – vaya paradoja – por la misma violencia que muchas las condiciona, tuvieron el coraje de dar el primer paso y pedir ayuda.
Cabe aclarar que en este tiempo también asistieron casos de abandono de persona, abuso de menores, y en defensa de adultos mayores agredidos por sus propios hijos.
“Desde que suena el teléfono, nosotros hacemos un trabajo arduo, en el cual tenemos que detectar con el oído si el llamado es de orientación o trabajamos en una emergencia. Hay mujeres que llaman para preguntar qué hacer en un caso de violencia, tenemos que percibir si sólo fue una consulta o se está frente a un caso grave pero en el que la mujer no asume ser la víctima y utiliza la conocida historia de la amiga. Cuando recibimos el llamado articulamos directamente con la brigada que está alerta constantemente. A la vez nos comunicamos con la policía porque nosotros trabajamos con la victima, no con el agresor. No podemos ir a asustar al agresor, entonces necesitamos la compañía de la policía y nos dirigimos al domicilio, muchas veces, antes de acompañar a la víctima a la comisaría para que haga la denuncia, tenemos que ir a que la asistan en emergencias”, detalla.
Cuando una mujer es golpeada, sabido es que ese golpe fue la última acción de una serie de episodios de violencia que comienzan con la psicológica. Es por eso que el equipo que asiste estos casos debe explicarle a la victima por qué es importante hacer la denuncia.
“Nuestro trabajo no es sólo que haga la denuncia, sino que la mujer tenga una posición de apoderamiento, que se vuelva activa ante lo que está sucediendo. El llamado a la línea 137 no es una presentación judicial ni policial”.
Y sentenció: “A medida que pasa el tiempo vemos casos muchos más graves. Necesitamos medidas de sanción para el agresor, pareciera como si se perfeccionaran y los hijos absorben estas situaciones y pueden repetir las conductas de sus padres, por eso realizamos muchas charlas en las escuelas, para prevenir y erradicar la violencia”.

La difícil decisión de revictimizarse
Marian Arguello forma parte de la brigada que concurre al domicilio de las víctimas después del llamado. Relató que “los casos no tienen división socioeconómica. Nos pasa que la mayoría de los casos son de personas en condiciones precarias, pero también hemos ido a lugares donde las mujeres tienen una buena posición económica y el problema es que tienen vergüenza de contar sus historias porque tiene miedo de quedar expuestas, no quieren que los vecinos, ni sus conocidos sepan que es víctima de violencia”.
“Tenemos un call center, donde entra la llamada. La línea arrancó siendo telefónica y nadie se podía acercar personalmente, pero debido a lo que fue la demanda constante de la población, que lo tomamos como algo positivo, ya empezamos a aceptar estas presentaciones espontáneas. Hay mujeres por ejemplo que necesitan ver con quién están hablando. Después está la brigada móvil y además se creó un grupo de seguimiento porque el trabajo no termina con la denuncia, sino que hay que seguir un proceso psicológico emocional muy movilizador para que las victimas no se aíslen y necesitan acompañamiento”.
Agregó además que producto de la violencia económica, las víctimas dudan en hacer las denuncias sobre todo si hay hijos de por medio, ya que ellas no cuentan con medios para mantenerlos. Es por eso que la línea cuenta con la ayuda de la municipalidad a través de albergues hasta tanto se resuelvan las medidas cautelares, allí pueden dormir la victima y sus hijos. Además junto al Ministerio de Desarrollo Social les entregan bolsas con alimentos.

El desafío de pasar a otro nivel
Ayer, 17 de octubre, se cumplieron dos años de la denominada masacre de Crucero del Norte, el doble femicidio de Yamila Marczewski y Romina Szidloski en Posadas, cuyas muertes cambiaron la forma de entender la violencia de género en la provincia y su tratamiento. Sin embargo, pese a las decisiones que se tomaron con la creación de la Línea 137, la de la Dirección de Asuntos de Familia y Género, los botones antipánico, el trabajo en los juzgados y la capacitación a la fuerza policial para entender de la problemática, los casos no solo no disminuyen sino que la violencia es cada vez mayor. Sucede que todas estas áreas comienzan a funcionar una vez que la víctima se convirtió en tal, todas estas áreas que son fundamentales para que la mujer se anime a denunciar, van detrás de cada caso.
Todavía no se tomaron medidas para evitarlos, para trabajar con el agresor y ver por qué ejerce esa violencia y a partir de esa tarea, reducir al máximo la posibilidad de un golpe, peor aun, evitar otro caso de femicidio. Como se escribió en este medio el día de la multitudinaria marcha nacional #NiUnaMenos todavía hay jueces que dicen: “Señor, usted que es violento y estuvo a punto de matar a su mujer 15 veces no se puede acercar a ella porque yo lo digo y lo firmo en este papel”. Lamentablemente entonces, el final para esa víctima es tan inevitable como repetido.

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