Vuelo alto

Domingo Cavallo los mandó a lavar los platos. Muchos partieron en 2001 en un éxodo doloroso y vergonzante. Un candidato presidencial se enojó porque se puso “una heladera en órbita” en una síntesis del desprecio que tiene el poder tradicional del país contra toda política de autonomía y desarrollo nacional.
“Nada de lo que deba ser estatal permanecerá en manos del Estado”, sentenciaba el primer mandamiento del decálogo menemista pronunciado por el entonces ministro de Obras y Servicios Públicos, Roberto Dromi para justificar la entrega vil del patrimonio público en la inauguración de una década privatizadora que dejó al país sometido y atado a la especulación de la rentabilidad. YPF, ferrocarriles, comunicaciones, Aerolíneas, las jubilaciones fueron entregadas a cambio de los espejitos de colores de «pertenecer» a un primer mundo que lo único que aportaba era endeudamiento.
No es culpa exclusiva del menemismo, sino una matriz ideológica y cultural que germinó durante la última dictadura, cuando comenzaron a aplicarse las primeras políticas «neoliberales». Argentina estaba solo para producir carnes y granos para abastecer a los países dominantes que se ocupaban de la alta tecnología y la modernización de sus propios aparatos productivos. Esa matriz tuvo su apogeo durante los 90 y todavía encuentra defensores entre quienes aspiran llegar al Gobierno.
Poco más de una década después de un cambio de modelo, Argentina lanzó esta semana el ARSAT2 y se consolida en el selecto grupo de diez países que pueden fabricar sus satélites y exportar tecnología.
Antes hubo que pensar a largo plazo, repatriar científicos, sacarse de encima la pesada mochila de dominación financiera que hacía que pensar que «no se podía». Desendeudarse. Animarse.
“Nunca se supo de nadie que pudiera cobrar deuda alguna de los que están muertos”, disparó Néstor Kirchner ante la ONU el 25 de septiembre de 2003 apenas cuatro meses después de haber asumido, en un mensaje que pintaba a las claras el dramático momento que vivía la Argentina ahogada por el endeudamiento, pero que también sirve para entender la situación de muchos países que pasan por situaciones similares una docena de años después. Ningún país puede desarrollarse y crecer con políticas de endeudamiento. Solo con el desarrollo interno, con los números que cierren con «la gente adentro», se puede pensar en inclusión y crecimiento.
El último discurso de la presidenta Cristina Fernández en la sede de las Naciones Unidas marcó también el drama del momento. La Jefa de Estado resaltó que en 2015 se observa «cómo la locomotora de la crisis que comenzó en Wall Street, pasó a Europa y ahora trata de ser pasada a las economías emergentes, que fuimos las que sostuvimos el crecimiento mundial». Sostuvo que la Argentina continuó creciendo «pese al hostigamiento de los fondos buitres, que no cobran pero tampoco permiten que lo hagan el 92,7 por ciento de los acreedores, con la complicidad de cierto sector judicial de este país».
Fue la propia ONU, a instancias de la Argentina, la que aprobó unos principios básicos para que los países puedan enfrentar el ataque de los buitres. “Esta aprobación de los principios básicos de la reestructuración de deudas soberanas, no ayuda a la Argentina: es una ayuda al resto del mundo. Es el primer intento serio de poner razonabilidad a un sector, el de los derivados financieros”, resaltó Cristina.
“El mundo no está nada bien. Podríamos hablar de las crisis de los refugiados, producto de los depredadores financieros; o de los refugiados, producto de los señores de la guerra”, advirtió la Presidenta, quien cuestionó el proceso de concentración económica, “inédita en el mundo”, donde el 1 por ciento de la población concentra el 50 por ciento de la riqueza”.
El problema de la Argentina de los 90 es hoy el problema de varios países que siguen sometidos por la deuda y no encuentran el camino para salir del laberinto. El desempleo y la pobreza abruman en muchos países, incluso en los más «desarrollados» de Europa o en Estados Unidos, donde los señores de las finanzas viven a sus anchas.
El drama de los refugiados no es reflejo únicamente de tiranías locales o conflictos étnicos, sino de un tablero de ajedrez internacional donde los países poderosos mueven fichas de acuerdo a sus intereses económicos, detrás del petróleo o la imposición de políticas. Los que hoy son “terroristas” fueron antes amigos a los que se proveía de armas y recursos a cambio de luchar contra “dictadores” que no querían someterse. Estados Unidos, autoproclamado sheriff del mundo, mata a miles de personas diariamente alrededor del planeta en su lucha contra ese supuesto terrorismo, pero la muerte interna es mucho más preocupante. En la última década, más de 316.000 personas murieron en Estados Unidos por efecto directo de las armas, número que aumenta a 394.000 si se suman los homicidios cometidos por la policía. Las víctimas internas adjudicadas al terrorismo en ese mismo período son apenas 38.
Argentina se salió de la lógica global y en la última década ha logrado tomar aire para recuperar solvencia e independencia económica. No hubo fórmulas mágicas, sino que la política se impuso sobre la economía.
Es esa la discusión que se actualiza en este tiempo electoral. Cuál es el camino para que el país se siga fortaleciendo y corrija y genere las cosas que todavía hacen falta.
El lanzamiento del ARSAT2 no es sólo poner en órbita a una “heladera”, como desafortunadamente había criticado Sergio Massa. Es un símbolo. Es el símbolo de que Argentina puede y tiene con qué. Es símbolo de soberanía e independencia. Es una muestra de calidad, hecha con conocimiento de científicos argentinos -hay misioneros mezclados entre ellos- y muestra que el camino es la educación.
Para eso un Estado debe definir prioridades y decidir dónde van los recursos públicos. Si produce o apuesta a la timba financiera. Si piensa en los suyos o atiende la deuda. “Las finanzas no pueden seguir manejando la política”, argumentó Cristina. No es una definición afiebrada ni aislada. El Papa Francisco expresa más o menos lo mismo cuando arremete contra una economía de exclusión y de desigualdad social que “mata” y deja seres humanos ya no explotados, sino como “desechos”, sobrantes del mercado. “Cada día debemos recordar esta injusticia: en un mundo rico en recursos alimentarios, también gracias a los enormes progresos tecnológicos, demasiados son quienes no tienen lo necesario para sobrevivir”, dijo Francisco al alertar que el hambre “alcanzó dimensiones de un escándalo que amenaza la vida no sólo en los países pobres, sino cada vez más en las sociedades ricas y desarrolladas”.
En la Argentina la pobreza envolvió a casi el 60 por ciento de la población en 2003, en el epílogo de las políticas neoliberales – en Misiones alcanzaba al 61.3 por ciento de los hogares y al 71.1 por ciento de las personas-. Desde entonces, el Estado asumió esa realidad como un problema al que atender. La creación de empleo y el incremento de salarios sirvieron como paliativos inmediatos, pero también se generaron enormes herramientas de inclusión, como la Asignación Universal por Hijo, que garantiza un ingreso directo a la familia. Misiones tomó decisiones propias, como el programa Hambre Cero que le dio visibilidad a un estigma crónico que se había naturalizado. Hoy, en un sistema que es elogiado por especialistas, son más de diez mil misioneros los que están incluidos en el programa que ataca directamente al núcleo duro de la pobreza con su consecuencia más dolorosa, la desnutrición. La pobreza volvió hoy al debate político, pero nadie puede decir que se esté peor que antes. Incluso consultoras privadas revelan que hubo una caída en los últimos meses, aunque se difiera en los indicadores. La consultora IdearDesarrollo señaló que en el segundo trimestre del presente año, la pobreza afectó al 19,1 por ciento de la población argentina, con una caída de 2,1 puntos porcentuales respecto al mismo período de 2014. La indigencia, por su parte, alcanzó al 3,9 por ciento de la población durante el segundo trimestre de 2015, lo que significa una caída de 1,2 en relación a un año atrás.
El norte del país era el que estaba más acuciado por la pobreza y la desigualdad por años de postergaciones y políticas pensadas para el centro del país. No es casual que sea aquí donde más respaldo tiene el modelo político vigente. Es el que más reparaciones recibió a lo largo de estos años, con recursos directos y obras de infraestructura que transformaron la realidad de miles de argentinos.
Tampoco es ingenuo advertir por qué los discursos de la oposición se concentran en el norte. Es aquí donde deben recuperar votos si quieren tener oportunidades dentro de 21 días. Pero la mirada no deja de ser desde arriba, una que impone. Y no es sólo producto de la campaña, sino también de quienes tienen responsabilidades institucionales.
Mauricio Macri promete “una revolución” contra la pobreza y Sergio Massa amenaza con mandar al Ejército, Fuerza Aérea y Marina a “atacar y bloquear” las fronteras y entrar a los barrios más humildes para combatir el narcotráfico. Raras reminiscencias. Ya otro prometió una “revolución productiva”. Ya hubo un tiempo en que las Fuerzas Armadas irrumpían en los barrios más pobres. Pero parecen olvidar el pasado reciente, amén de que es inconstitucional que las fuerzas armadas operen en territorio interno.
El gobernador Maurice Closs fue parte de la delegación argentina en la Guayana francesa, de dónde despegó el Arsat-2. A su regreso, tras contar detalles de la experiencia, sostuvo que “esta es la Argentina y la Misiones que cuidamos y defendemos”.
“Argentina como muy pocos países del mundo, largó un satélite buscando su órbita que en la década del 90 se privatizó y el país estaba a punto de perder hasta que Néstor Kirchner en 2006 decidió crear esta empresa que es ARSAT, Argentina Satelital y ordena que se recupere esa órbita. Hay un dato que nos pone muchísimo más orgullosos, en el mundo hay solamente 10 países que hacen sus satélites”, explicó Closs. “Esas son cosas que nos ponen orgullosos, mucho más en tiempos de la política cuando abundan las ganas de autolacerarnos, de quejarnos, de decir que somos un país de cuarta. Somos un gran país y que en estos años nos pusimos en potencia. Tenemos niveles de educación y de salud pública incomparables con muchos lugares del mundo. Estamos dentro de los 20 países más desarrollados del mundo”, sostuvo.
“Apelo al orgullo de ser argentino, de ser misionero, a los correntinos de ser correntinos, porque tenemos una gran tierra, una gran sociedad, una gran Nación, que ha construido muchas cosas. Seguramente hay muchas cosas que cambiar, pero por sobre todo hay que cuidar las cosas que se consiguieron”, culminó el mandatario.
“Largamos un satélite construido por argentinos en el INVAP que es propiedad del Estado argentino. Nuestro. Que además tiene una potencia enorme. Son visiones claras, preclaras de estadistas, de gente que jugó fuerte”, elogió al advertir que los satélites, especialmente los de telecomunicaciones, tienen vinculaciones directas con cada elemento de la vida diaria. El satélite, por ejemplo, podrá brindar Internet y televisión satelital a las escuelas rurales o los rincones más alejados del país, donde un proveedor privado no llega por falta de rentabilidad.
Closs entiende que ahí está la clave. En la educación. Recordó que las obras que transformaron la educación en Misiones obedecieron a una planificación pensada desde 2007 cuando se presentaba como candidato a gobernador. “Tenía una propuesta que ponía en el tope de la agenda a la educación, pero especialmente a la escuela secundaria”, aseguró. “Había un dato que me alarmaba y me mostraba cual era el camino. Más del 80 por ciento de las personas que están por debajo de la línea de la pobreza, no pudieron terminar la escuela secundaria. Es decir la escuela secundaria aparece como determinante a la hora de tener más posibilidades para salir de la línea de la pobreza”, explicó.
El Gobernador recordó que había 77 mil chicos en el sistema educativo secundario y hoy se supera los 120 mil y que se recibían por año en la secundaria, 4.500 alumnos, mientas que este año se podría superar los 10 mil egresados. “Eso nos muestra lo mucho que avanzamos pero también nos muestra la perspectiva del futuro, lo mucho que nos falta porque la tasa de natalidad hace algunos años en Misiones arrojaba 23, 24 o 25 mil chicos por año, lo significa que todavía hay media generación de jóvenes que no están terminando la escuela secundaria, significa que van a tener serios problemas estructurales de pobreza”, reconoció.
La soberanía tecnológica alcanzada con el Arsat tiene su correlato en Misiones, donde, por la misma época, el entonces gobernador Carlos Rovira daba el puntapié inicial de la Biofábrica, empresa estatal pensada para preservar y multiplicar el acervo natural de Misiones. Algunos ningunearon el proyecto y varios medios calificaban a la empresa como «fantasma». Hoy la Biofábrica no sólo multiplica plantines con la mejor genética de eucaliptos, yerba mate, mandioca, bananas u orquídeas, sino que lanzará productos que prometen competir con los más conocidos del mercado. A futuro, el trabajo de los genetistas significará soberanía alimentaria con la preservación de los mejores genes de la producción misionera y al alcance de todos los productores. Hasta ahora, la genética estaba al alcance únicamente de los grandes jugadores del mercado productivo, tanto en el sector forestal como el yerbatero, lo que profundizaba la brecha de competitividad. Si se sostiene el concepto de una provincia que produzca en cada centímetro de la tierra y que industrialice sus materias primas, la Biofábrica jugará un rol fundamental poniendo en igualdad de condiciones a quienes tienen cien hectáreas y muchos recursos, con quienes tienen 25 hectáreas, que son la mayoría en Misiones.
Así como el Arsat, la Biofábrica también necesitó de una mirada de largo plazo que contraste con las cortoplacistas.
En paralelo, también se fueron atendiendo otros problemas emergentes. Misiones es la provincia que más viviendas construyó per capita en la última década, marcó récord con la creación de escuelas y centros de atención sanitaria y tiene emblemas, como el flamante hospital Pediátrico en el Parque de la Salud. Casi todos los indicadores de salud son positivos, revirtiendo años de desinversión y muerte, que marcaron a Misiones como una de las parias del país.
El rumbo se mantiene en la propuesta oficial e incluso, se profundiza. Esta semana la Legislatura comenzó oficialmente a analizar la idea de generar un boleto estudiantil gratuito para toda la provincia que abarcará a alumnos desde la primaria hasta la Universidad, sea en instituciones públicas o privadas. Todavía no está clara la fuente del financiamiento, pero se estima que el Estado volcará de manera directa cerca de 250 millones al año, generando un ahorro familiar de entre 60 y cien pesos mensuales por hijo.
Hay varios proyectos en discusión, pero el presidente de la Legislatura, Carlos Rovira, sumó uno que hace referencias a la Constitución y a los tratados internacionales, que establecen derechos universales para el acceso a una educación gratuita como una medida más de inclusión social. “Tampoco se debe olvidar, dice Rovira, que la demanda de un boleto estudiantil gratuito es un reclamo histórico del movimiento estudiantil, que incluso costó la desaparición durante la dictadura de jóvenes estudiantes, que peleaban por el mismo en la ciudad de La Plata, en la represión que pasó a la historia como la Noche de los Lápices”.
La continuidad de las políticas se resume en los dos candidatos que ofrece la Renovación, Hugo Passalacqua, fue ministro de Educación y Oscar Herrera Ahuad es el ministro de Salud. La Renovación fue respaldada en las primarias y nada indica que haya un giro en los votantes. Las encuestas ratifican esa tendencia, incluso en crecimiento. Daniel Scioli también tiene una amplia diferencia en Misiones sobre su inmediato perseguidor, Mauricio Macri, quien postergó su visita a la provincia donde tenía previsto realizar dos conferencias de prensa el viernes. En el macrismo sostienen que hubo “problemas de agenda”, pero varios dirigentes reconocieron el temor de exponer al intendente porteño al “acoso periodístico” en la Provincia, después del escándalo y denuncia penal por la pauta publicitaria destinada a Canal 4, medio que no recibió un peso de la Ciudad de Buenos Aires. Aunque las denuncias se repitieron en varios puntos del país, la abultada “pauta” misionera es más difícil de explicar como “errores de carga”.
Quedan 21 días para las elecciones y en estas tres semanas se acentuará el debate sobre los modelos que se ponen en pugna. El contraste es claro. Se trata de un presente con Argentina protagonista o promesas de volver a un pasado amargo. “Cristina deja un país con una agenda más que positiva”, sostuvo Daniel Scioli, para quien “la disyuntiva en las próximas elecciones es si gobierna el Estado o el mercado”.

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