El ministro de Educación, Luis Jacobo es a la vez el presidente de la Biofábrica desde sus primeros pasos.
“La idea original nació allá por el 2004, 2005, cuando el gobernador era Carlos Rovira. Pensábamos en esta provincia pequeña con poco territorio para la producción, con un porcentaje importante a conservar, como política de Estado y con el anhelo de hacerlo hacia adelante porque tenía valor; con una población creciente, con una situación que supera a Chaco en población y decíamos que hay que buscar todo lo necesario para que el conocimiento y la tecnología se incorporen y den valor a nuestros productos. Cada unidad de superficie, cada metro cuadrado tenía que dar el mayor beneficio a nuestros productores. La incorporación del valor tecnológico y del conocimiento eran las claves. No había otra manera”, explica.
¿Cómo nace la idea de la Biofábrica?
“Nace la idea de trabajar con los avances de biotecnología y la posibilidad de transformar a Misiones en una provincia de vanguardia. Localizamos un socio de Cuba, en una relación inédita sur-sur y ellos nos transmitieron una tecnología que termina en una fábrica que produce plantines con la mejor genética de un determinado producto que nos interese. Hacemos por millones plantines de calidad regular, garantizada, libre de enfermedades y con eso llevamos al productor. Esa fue la pretensión de la Biofábrica, no había manera si el Estado no era quien intervenía, que un privado le dé al productor misionero la posibilidad de acceder a la tecnología. En todos los casos llegamos con genética de calidad excepcional o excelente a nuestros pequeños productores. Después como especie con mucha trascendencia es nuestro souvenir misionero, que es la bio-orquídea.
¿Cómo llega el producto de la Biofábrica al productor?
El funcionamiento nuestro es tener al Estado seguro como cliente con cada municipio. El Estado nos asigna una presupuesto pero ese presupuesto tiene que ser rendido con la entrega de plantines y trabajamos con todos los ministerios que tienen relación con la producción. Todos los ministerios consumidores son los que terminan aportando a la Biofábrica pero se suma a sus ingresos lo que presupuestariamente le corresponde como depositaria, administradora del Banco de germoplasma provincial”.
¿Cómo se modificó el saber a partir de la Biofábrica?
“Cuando arrancamos, era inédita la idea, inédita la institución y fue inédita la capacitación. Para que podamos iniciar, 20 de nuestros profesionales hicieron una maestría en el mismo instituto que hicieron los de Cuba y permanentemente estamos en un proceso de capacitación de recursos humanos y de validación de nuestro proceso, porque con el protocolo de normas ISO validamos nuestro proceso de gestión de calidad. No solo en lo productivo sino en la parte de recursos humanos, de comercialización, etc. Entonces a la par que vamos investigando y desarrollando nuevas especies o buscando nuevos mercados, fortalecemos hacia adentro de la institución y buscamos afianzar el posicionamiento de Biofábrica dentro y fuera del país. Biofábrica ya es un laboratorio de referencia en Argentina y no son muchos.
¿Cómo se da la incorporación a Q-arax, la empresa nacional de Biotecnología?
El Conicet localiza cuatro laboratorios en Chaco, Tucumán, La Rioja y Misiones y con su cobertura científica tecnológica propone la creación de una empresa de bandera de agro biotecnología que está en proceso de constitución. Hace poco el gobernador Maurice Closs firmó con el Conicet el acuerdo originario para que la empresa se empiece a conformar, hay una capitalización que va a hacer el Ministerio de Economía de la Nación. Eso nos da más visibilidad para lo que ya era la Biofábrica una posición prestigiosa en la materia en el país.
¿Además del valor económico, cuál es el valor simbólico de la Biofábrica?
A esta altura te diría que el valor simbólico, más allá de todo lo que fácticamente significa hoy la Biofábrica y su relación con el productor, significó el punto de inflexión en esto de incorporar el conocimiento y la tecnología como valor en la producción. La Biofábrica mostró qué significa eso, hizo posible que el productor entienda cuando le decíamos agregación de valor, es esto, es un plantin de calidad logrado de esta manera; es utilizar una técnica cultural para que sea más eficaz. Eso es para mí el valor sustantivo, porque la Biofábrica desencadena procesos que se van dando después por iniciativa de los propios productores, por empresas medianas o grandes que buscan por su cuenta la agregación de valor tecnológico, las universidades que empiezan a involucrarse más. La creación del parque tecnológico, se justifica como la aparición de la primera institución que se radica ahí en la Biofábrica y es justamente el espacio que permite el nexo entre el valor del conocimiento, el valor tecnología y la producción. Sin ese nexo es difícil que se pueda acceder al pequeño productor y creo que si no lo hace el Estado también es difícil acceder.
¿Cómo se posiciona Misiones a partir de la Biofábrica?
Misiones aparece como vanguardia en esto de agregar valor de esta manera. No tenemos kilómetros de tierra donde un cierto producto puede crecer de manera intensiva… por darte un ejemplo: estamos experimentando en la Biofábrica para la genética del pasto elefante, que es clave para nuestros procesos de combinar plantaciones de especies forestales con ganado. Eso es tecnología, si llegamos a desarrollar el pasto elefante con mayor posibilidad de crecimiento bajo cubierta y con el ganado, estamos haciendo un aporte tecnológico concreto y eso es plata, en la cadena del valor de ese producto, es plata. Terminamos con una producción de carne y madera, con mucho más valor en el mercado. Eso es agregar tecnología y Misiones está mostrando que siendo una provincia pequeña, sus dirigentes han tenido la inteligencia y visión para advertir que estamos con poco territorio y con mucha producción, que tiene que trabajar de la producción de la tierra y esa es la manera de lograrlo”.
Del laboratorio a los sabores de la mesa y a las góndolas
