Hay indicios de que el Cártel de los Urabeños operaba en esta parte del país

Williams Triana Peña, de 33 años, acompañado por un fornido custodio paraguayo, notó que alguien los seguía. El calor y la humedad asfixiaban en enero pasado en Puerto Iguazú, Misiones.
Uno de los presuntos jefes del cartel colombiano de los Urabeños, que se había alojado en un hotel de esa ciudad, estaba enfrascado desde diciembre en un problema: averiguar cómo le habían “mejicaneado” un cargamento de cocaína.
Su cabeza valía mucho. Williams Triana Peña y su hermano Erman ocupaban, según la Justicia, la máxima jerarquía del cartel de los Urabeños. Pero debió ser descubierto el caso del “narcoarroz” para que se confirmara que habían trasladado su proceder a la Argentina.
La mudanza se produjo en 2012 y desde entonces el cartel operaba en Buenos Aires, Santa Fe, Tucumán y Mendoza, con todos los eslabones, que cubrían desde el plano económico hasta el operativo. Y con escalafones definidos: jefes, sicarios y profesionales para lavar el dinero.
El plan era exportar a Europa grandes cantidades de cocaína en cargamentos de arroz. Y blanquear aquí el dinero por medio de nueve empresas, manejadas por el abogado Guillermo Heisinger, ex subsecretario de Coordinación del Ministerio del Interior en la primera gestión de Carlos Menem. Las firmas se crearon en un estudio jurídico que está vinculado a otras causas de narcos.

Movedizo
Williams Triana Peña debía moverse todo el tiempo. Según los registros oficiales, viajaba de manera frecuente a Chile y a Uruguay. Y desde allí volaba a Paraguay, por donde ingresaba por tierra a la Argentina. No era fácil seguirlo porque utilizaba pasaportes falsos.
Ese día caluroso de enero pasado, al darse cuenta de que estaban tras sus pasos, Williams Triana Peña descartó la salida más fácil, que era escapar. Estaba a unos metros de la ruta 12, en Misiones, y en sólo unos minutos podría llegar a Ciudad del Este, lugar que conocía como la palma de su mano. Pero el presunto jefe narco prefirió ponerse cara a cara con quienes lo seguían desde hacía unos días. En una calle lateral al hotel los enfrentó. Los dos agentes encubiertos de Gendarmería sabían que el custodio del capo estaba fuertemente armado y prefirieron correr hacia un monte que separa las canchas de golf. Y ahí se esfumaron. Se ocultaron para no entorpecer la investigación.
A pocos kilómetros, la propia banda tenía secuestrado a uno de sus miembros: Edilberto Vargas Fernández, alias “Mey”. Había viajado a Paraguay por orden de Triana Peña para explicar qué había pasado con el cargamento de cocaína desaparecido en noviembre de un depósito en Monte Grande.
En tierra paraguaya, “Mey” sostuvo que la droga había sido robada por desconocidos, pero no pudo volver a Buenos Aires hasta que su jefe constató la versión con Germán Marín López y Henry Ibarra Ramírez, apodado “Costeño”, en Puerto Iguazú.
“Esta organización no anda con vueltas. Si no hubieran creído la versión del robo, «Mey» terminaba asesinado”, sostuvo al diario LA NACION un investigador judicial.
Se sospecha que Williams está radicado ahora en Paraguay y su hermano habría regresado a Colombia, pero supo estar en la Argentina, donde vive su hermana, Yoana.

Narcoarroz en Rosario
El viernes de la semana pasada, la Gendarmería Nacional secuestró entre 20 y 30 kilos de droga en el depósito fiscal Binder, en Rosario, y otros cuatro kilos en la casa del médico oncólogo Gabriel Zilli, que sería el «químico», el encargado de desarrollar la compleja fórmula que aún no descubrieron los peritajes: cómo cristalizar la cocaína en el arroz.
El plan inicial era sólo una prueba. Debían chequear la ruta de la droga, que era Buenos Aires, Guinea-Bissau, Portugal. El operativo «Arroz africano» terminó con nueve colombianos y tres argentinos detenidos. Pero es sólo el comienzo para bucear en el funcionamiento y las redes del primer cartel internacional que funcionaba en la Argentina.

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