El PRO apareció como expresión política en las elecciones porteñas de 2003 en la que fue derrotada en la segunda vuelta por el entonces Jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra, en la segunda vuelta, después de haberse impuesto en la primera. De ahí en más, se sabe, construyó una sólida performance electoral en el distrito que lo llevó a ganar las elecciones en la Capital de ahí en adelante. Sin embargo, la experiencia nacional del macrismo y el desafío de convertirse en un partido político con un alcance más allá de lo local ha sido una meta que le ha costado superar. Las Primarias del último domingo volvieron a mostrar esa dificultad.
El problema del despliegue territorial del voto volvió a verse en el magro 24, 27% conseguido por le Jefe de Gobierno porteño, pero a esta dificultad se sumó la mala elección que Macri hizo incluso en su propio distrito, en el que tuvo su peor cosecha en una década.
Los 751.557 votos que obtuvo como candidato de Cambiemos en Buenos Aires fueron 34.276 menos de los que obtuvo en la primera vuelta electoral de 2007 y 78.459 menos que en la misma instancia de 2011. Estos números son aún peores comparados con las segundas vueltas de esas dos elcciones porteñas. En 2007 sacó 254.600 votos más; en 2011, en su mejor elección en CABA, 335.414 votos más que el domingo.
Si se considera la alianza Cambiemos, el total de votos -sumando los de Sanz y Carrió en las PASO 2015- es de 881.902. Este número sigue siendo menor que lo conseguido por PRO en la segunda vuelta de 2011. Ese año, en el que Macri ganó el balotaje y reeligió, sacó en la ciudad 1.086.971 votos, 205.060 más de lo que sacó toda la coalición opositora en estas PASO.
