Primer paso

La Argentina comienza hoy a definir su futuro inmediato. Es el primer paso para alcanzar la octava elección consecutiva desde 1983, un período democrático inédito en la historia del país y dentro de esos cortos 32 años, transitando una saludable normalidad, que no se tuvo sobre el final de mandato de los tres primeros presidentes.
Es un epílogo atípico porque no hay crisis terminales, amenazas de golpe o calamidades sociales.
La Argentina pudo resistir estos últimos años sin someterse a los embates de los Fondos Buitre y a un contexto internacional signado por la crisis europea y de Estados Unidos. La postura argentina ante la carroña financiera global está siendo tomada como ejemplo en el mundo, con legislación específica de protección a los países cuya soberanía esté amenazada por la deuda y hasta la Organización de las Naciones Unidas aprobó nueve principios que buscan frenar el accionar de fondos buitre en procesos de reestructuración de deuda de manera de permitir el crecimiento y el desarrollo inclusivo de los países.
Ahora sufre por la situación de Brasil, golpeado por una feroz crisis política y económica que pone en jaque a Dilma Rousseff, pero el temor a un contagio no es severo. Sin embargo, la recuperación de la competitividad, especialmente de las economías regionales, es una prioridad que se presenta ineludible para los próximos meses.
La clásica devaluación no está en el menú del Gobierno para no generar males mayores, especialmente en los salarios de los trabajadores. Tampoco en la del candidato que lidera las encuestas.
La receta tradicional implica una enorme transferencia de recursos hacia los sectores exportadores y un incremento de precios que solo genera una espiral inflacionaria.
Habrá que ser creativos para encontrar un punto intermedio sin afectar a millones de argentinos y recuperar la competitividad, especialmente ante la devaluación del Real y una situación similar en Europa, que no por lejana, genera un impacto menor.
Pero el empleo se mantiene estable, la pobreza está en sus pisos mínimos y varios sectores económicos muestran saludables síntomas de crecimiento que alientan a un cierre de año positivo, aun en un contexto bravo.
En estos años también se ha recuperado el valor de la discusión ideológica como mecanismo para “hacer política”. Quizás el escenario sea ideal para la retórica porque por primera vez se enfrentan dos modelos bien diferenciados que permiten contrastar ideas, logros y promesas. Nunca antes se había podido hacer este juego de espejos.
Hoy están en condiciones de elegir chicos -el diez por ciento del padrón en el caso de Misiones- que no saben de bipartidismos. Tenían meses cuando se fue Menem y uno o dos años cuando estalló el país y Fernando De la Rúa huyó por los tejados.
No conocen otro gobierno y no tienen memoria de otros presidentes que no sean Cristina Fernández o Néstor Kirchner.
La memoria colectiva suple esa carencia de conocimientos. Los mismos jóvenes deben buscar conocer toda la película, más allá de la foto del domingo.
Las elecciones Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias fueron diseñadas para “ordenar” el espectro político y que a las definitivas, de octubre, lleguen los que tienen un mínimo respaldo de la sociedad.
Hasta ahora no demostraron ser todo lo efectivas que deberían ser, ya que hay partidos que no necesitan utilizar el mecanismo para elegir a sus candidatos, sino que lo presentan por consenso. Sin embargo, le ponen un piso mínimo de preocupación a la necesidad de contar con respaldos para seguir en carrera.
Tiene herramientas útiles, como la campaña publicitaria gratuita en los medios para los partidos por igual, lo que permite la visualización de propuestas que de otro modo, difícilmente llegarían a todos los rincones del país.
Pero que la publicidad entre a todos los hogares, no garantiza que se le preste atención.
Misiones no es el caso, porque se decidió votar en la misma fecha que las presidenciales, pero hay provincias en las que se deberá ir a las urnas en cuatro o hasta seis veces entre gobernador, la jefatura de Gobierno porteña y las presidenciales.
Esa acumulación de elecciones, saludable para el sistema político, no necesariamente genera un efecto positivo en el resto de los ciudadanos.
Por estos días puede verse a dirigentes frenéticos y maratónicos actos que muchas veces van dirigidos al mismo público y no representan poderío en si mismos.
En la misma línea se puede ubicar a los periodistas políticos, desesperados por el dato de la última rosca, la última alianza o el avance de las negociaciones.
La sociedad promedio, el vecino, o “doña Rosa”, como les gusta definir a algunos, está bastante distante de estas elucubraciones y no es raro escuchar el desconocimiento de lo que se vota y por qué.
Es decir, hay una parte de la sociedad muy politizada y la otra que está más preocupada en el devenir diario. ¿Está mal? No. Es también una señal de que Doña Rosa no teme que haya un salto al abismo. Es un síntoma de normalidad. El vecino está relativamente tranquilo, ocupado en su bienestar o el de su familia, pero sabiendo que no hay peligro de explosión inminente como en otros años.
Sería mejor, claro, si se involucraran más en la política. Desde cualquier ámbito y no necesariamente desde la militancia partidaria. En la mesa de café, en el almuerzo familiar o en la salida con amigos. Que haya un compromiso más fuerte con la política, que es, en definitiva, la que marcará el futuro de su propia vida. Si no se mete uno, otro lo hará y puede no tener los mismos intereses que el bien común, fin último de la política.
El crecimiento sin inclusión, sin la gente adentro, puede ser la alegría de hoy, pero un problema del mañana.
Es tal vez, una deuda pendiente de los partidos el volver a enamorar a unos y otros.
Daniel Scioli por el Frente para la Victoria y Mauricio Macri por el PRO parecen ser los protagonistas excluyentes de este primer round electoral.
El gobernador de Buenos Aires apuesta a la continuidad del modelo con las correcciones que haya que hacer. Aunque con una historia política de más de 20 años, estuvo desde el primer día al lado de Néstor Kirchner y parece haber aprehendido el modo de hacer política, aunque se distinga por algunas posturas distintas que le valieron reproches en su momento.
El intendente porteño, aunque en los últimos días hizo un viraje discursivo, tradicionalmente mantuvo conceptos opuestos.
Con una historia política iniciada después de su paso por Boca Juniors, Macri tiene en realidad vínculos nacidos al calor de los 90, cuando era el administrador de la firma de su padre y negociaba los contratos de la empresa con el Estado o las provincias, como Misiones.
El primero no tiene rivales internos y a todo el oficialismo y numerosos gobernadores encolumnados. El segundo deberá superar al radicalismo que tiene a Ernesto Sanz como candidato y a Lilita Carrió de la Coalición Cívica. No se esperan sorpresas en este espacio.
En tercer lugar aparece Sergio Massa, quien también compite con José Manuel De la Sota y apuesta todo a no tener un rol de reparto en octubre.
El joven tigrense había emergido como un referente opositor en las elecciones legislativas de 2013, cuando se impuso con comodidad después de su ruptura con el kirchnerismo. Pero no pudo sostener la euforia por demasiado tiempo y ahora su futuro es una incógnita.
Después, en las expresiones menores del ala «progresista» o la izquierda, su mayor ambición radica en conseguir los votos necesarios que les permita seguir en carrera en octubre.
“Las campañas electorales son ahora batallas comunicacionales”, define el politólogo Mario Riorda. En una batalla, el ganador sería el que envió el mejor mensaje o diseñó el mejor spot. Sin embargo, no es tan lineal la ecuación.
En esta batalla comunicacional los publicistas ponen mucho empeño en mostrar los defectos ajenos en lugar de realzar las virtudes propias. O, en el extremo opuesto, ensalzando sus virtudes, elevan al candidato al súper Yo, el personalismo. “Me votan a mi y todo se va a solucionar”. Por arte de magia. Pero no hay magia en la política.
No hay soluciones asépticas ni neutralidad. La política decide o deja que otros poderes lo hagan. Miente quien dice tener la receta para alimentar al excluido y garantizar las ganancias del millonario patrón de la soja. La política debe poner equilibrio en la balanza y para ello, toma decisiones, discrimina, quita un poco a unos para dar a otros. El problema es cuando la balanza se inclina únicamente hacia el lado del peso específico de los poderosos en contra de los millones que están debajo en la escala.
En la batalla política que se libra desde la comunicación, ¿Cómo llega el mensaje en tiempos de campaña? ¿Cómo se transmite? ¿Realmente genera efectos o es parte necesaria del sistema?
En la Argentina conviven sistemas arcaicos de publicidad, como afiches y altoparlantes con una saturación audiovisual inédita. Ninguno de los dos métodos garantiza éxito. Y el exceso no provoca interés, sino rechazo.
¿A la gente le interesa el mensaje? ¿O ya tiene preconcebido su voto? Es difícil de precisar, pero el bombardeo mediático no supone una expectativa mayor. O tal vez los mensajes no sean lo suficientemente potentes como para despertar entusiasmo en una sociedad más inteligente e informada.
Ver en la televisión a un bebé llorando, una mujer golpeada o una condescendencia con el trabajo infantil, no son imágenes atractivas ni que inviten a la reflexión. Provocan rechazo.
Lo mismo que las reiteradas promesas de provocar «revoluciones» productivas, salariazos y el fin de la inseguridad en el mundo. Frases de miss mundo.
Sin necesidad de tanta publicidad, el debate pasa por otro lado. Por primera vez en la historia se ponen en juego dos modelos bien diferenciados que no necesitan promoción. Nunca antes pudo compararse resultados de gobiernos completos en un espacio temporal de una década, con la evolución y desarrollo de ideas políticas. Son diez años desde 1989 a 1999 y doce años desde 2003. En esos períodos se desarrollaron conceptos políticos diametralmente opuestos que ahora se pueden poner en la balanza con sus enunciados y, especialmente, con sus resultados.
Más allá del resultado de hoy, también comenzó a correr el tiempo definitivo de las elecciones de octubre en Misiones.
Se presentaron ocho frentes provinciales. El Frente Renovador de la Concordia es la coalición con mayor cantidad de integrantes y una fórmula desde hace tiempo definida, con Hugo Passalacqua y Oscar Herrera Ahuad como candidatos a gobernador y vice.
El gobernador Maurice Closs, en tanto, enfrentará hoy en soledad las PASO, ya que se postula a diputado nacional, postulación que se revalida en octubre.
La Renovación es el único espacio que tiene clara la oferta electoral desde hace tiempo. La profundización del modelo, sin ambages y con claridad. Nadie desconoce cuál es la propuesta del oficialismo y, guste o no, los resultados están a la vista. Están “para ver”, como dice el gobernador Maurice Closs.
En la oposición el tiempo se diluyó en eternas conversaciones que pusieron el foco en los protagonistas, pero no en lo que tenían para ofrecer. Hasta ahora no se conoce un programa más allá de opiniones puntuales. O algunos «gestos» como sumarse al reclamo piquetero de un grupo de docentes que mediante la extorsión de una huelga de hambre que solo se respetó a la luz del día, pretende imponer condiciones por fuera de la mesa formal de negociaciones con los sindicatos reconocidos. Es el mismo grupo sindical que desprecia las negociaciones y que prefiere bloquear las rutas antes que atender a los alumnos, quienes deberían estar siempre en el centro de cualquier política educativa.
Nadie puede dudar que la prioridad en los últimos años ha sido la educación. Los números lo demuestran en cientos de escuelas inauguradas, miles de chicos incluidos en el sistema, el crecimiento exponencial de las escuelas técnicas y la casi universalización de las salas de cuatro años.
Para el año que viene, se vuelve a poner a la Educación como protagonista con la mayor parte del presupuesto con 8.228,4 millones de pesos (26,9 por ciento). El texto girado por Closs a la Legislatura será analizado después de las elecciones, pero permite anticipar las prioridades. Las áreas sociales (Educación, Salud y Desarrollo Social) representan el 55 por ciento del Presupuesto total, manteniendo los guarismos similares a los años precedentes, lo que significa una marca destacada de la gestión de la Renovación durante los últimos doce años.
Sin embargo, el grupo de sindicalistas piqueteros, desconoce todos los avances alcanzados y prioriza sus reclamos salariales con mecanismos de extorsión liderados por dirigentes que lejos están de cobrar mal. Rubén Ortiz, por caso, el líder cortarutas, gana más de 20 mil pesos, según él mismo reconoció. Arrastra consigo a decenas de docentes que se exponen a descuentos y sanciones de las que él está exento por su inmunidad sindical.
La política debe escuchar a todos, sin dudas. Pero mientras algunos sectores privilegian el diálogo como mecanismo de negociación y mantienen las escuelas abiertas, este grupo recibe un extraño tratamiento privilegiado a fuerza de la constante amenaza, el paro y los piquetes, mientras goza de los beneficios alcanzados por los gremios que desde hace tiempo están en la mesa de negociaciones.
¿Qué sucedería si ante cada reclamo sectorial o individual se vulneraran siempre las mínimas normas de convivencia y de diálogo?
De cara a octubre, el radicalismo, mayor fuerza opositora, volvió a sus aliados de siempre después de dos años de coquetear con el PRO y cerró un acuerdo con el partido Socialista, el GEN, Libres del Sur y la Coalición Cívica, para sostener la candidatura de Gustavo González y el diputado nacional Luis Pastori.
La alianza con el PRO, a la que apostaban los principales dirigentes, fracasó después de negociaciones interminables y un inentendible manoseo a la candidatura de González, que perdió un tiempo valioso de campaña y de posicionamiento. El propio González tuvo que batallar internamente para que el radicalismo no entregue sus banderas y su propia cabeza en las negociaciones. Si al partido le va mal este domingo y especialmente en octubre, es probable que los más jóvenes reclamen un paso al costado de la conducción y de los veteranos dirigentes que tejieron las alianzas fracasadas en lugar de potenciar al partido. El partido ya sufrió una fractura por diputados que dieron el portazo en rechazo a las negociaciones con el PRO.
Los dirigentes radicales saben que están en una situación peligrosa. Si Sanz pierde ante Macri, no tendrán candidato presidencial propio en octubre y se verán obligados a ir como «colectora» del PRO sin ninguna ganancia en retribución.
También admiten que el efecto Macri puede hacer crecer a los candidatos locales del PRO, a los que «mano a mano» no dudan en poder derrotar.
El PRO dio por cerradas las negociaciones con el radicalismo y apostó por Alex Ziegler, un ex renovador y hasta hace un par de semanas, sciolista convencido.
En la lectura de los hermanos Alfredo y Humberto Schiavoni, que conducen en Misiones el partido de Macri, es mayor ganancia jugar con el converso porque exige menos en la negociación: Ziegler solo buscaba un partido que le permita ser candidato a gobernador. El resto de los cargos quedan para el PRO y en caso de una derrota, el reparto de bancas en la Legislatura provincial podría hacer crecer al partido amarillo, objetivo primordial, según reveló durante su paso por Posadas Gabriela Michetti, candidata a vice de Macri.
El radicalismo pedía más, desde la candidatura de González hasta las principales bancas legislativas. La ecuación cierra mejor con Ziegler que vino únicamente en busca de su propia candidatura.
En tercer lugar aparece el peronismo disidente, con Ramón Puerta y el camionero Adolfo Velázquez como conductores. La suerte de este espacio dependerá mucho de la que corra Massa en las Primarias, ya que la apuesta es a que traccione a favor de los aspirantes locales.
Los demás partidos buscan sostenerse en la palestra. Les sirve estar, aunque sus aspiraciones no alcanzan para gobernar. Algunos compiten para los cargos nacionales y deberán obtener lo suficiente hoy para poder seguir en carrera. Se concentran en octubre, pero ese será un nuevo capítulo, cuyo guión comenzará a escribirse hoy desde las urnas. Ya no queda tiempo para más. Las urnas darán el veredicto y ordenarán el escenario de los próximos meses. Ya habrá un nuevo tiempo para concentrarse en la propuesta de cada uno para Misiones, la pequeña aldea que requiere y aporta soluciones locales, independientemente de quien conduzca los destinos globales de la Argentina.

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