Sigue varada la ballena en Puerto Madero. La explicación de su llegada

Los rescatistas sólo lograron desplazarla hasta la dársena norte; los especialistas dicen que tiene bajo peso y su estado de salud es muy delicado.

El  ejemplar joven de ballena jorobada que apareció anteayer en el dique 4 de Puerto Madero todavía no logró abandonar la zona portuaria y los especialistas sostienen que corre serio peligro de muerte porque su estado de salud es delicado.

El operativo iniciado anteayer tras la aparición del cetáceo para conducirlo hasta aguas abiertas no logró su objetivo. El animal continuaba anoche en el límite entre la dársena norte y el río. Se trata de un ejemplar de jorobada o yubarta de tan sólo 2 años, según los expertos.

Cerca de las 11 de ayer, el espécimen logró abandonar el dique, pero no alcanzó aguas abiertas. Los especialistas consultados aseguraron que está perdido o desorientado, y corre peligro de muerte dado su estado de salud.

Carolina Cassani es miembro de la Fundación Cethus, una ONG que se dedica al estudio y la preservación de los mamíferos cetáceos; junto a Prefectura Naval Argentina, llevan adelante el operativo de liberación. «El animal está por debajo de su peso, su estructura ósea no es buena y tiene la piel lacerada. Esto último puede ser por múltiples motivos: golpes, lastimaduras o infecciones», explicó.

Fuentes de la Prefectura consultadas indicaron que el operativo consistió en «guiar durante todo el día a la ballena para que nadara en sentido al mar, sin tocarla ni arriarla». Sin embargo, aún no se logró el objetivo de que el ejemplar retome su recorrido migratorio.

Mariano Coscarella, especialista en cetáceos del Laboratorio de Mamíferos Marinos del Centro Nacional Patagónico, explicó cómo se desarrolla este ciclo migratorio.

La jorobada es una especie que durante los meses de verano transita su etapa de alimentación en áreas subantárticas, en la zona de las islas Georgias del Sur y las islas Sandwich del Sur.

En el otoño y el invierno, migran hacia el Norte por las aguas del océano Atlántico y terminan su recorrido en el archipiélago de Abrolhos, del estado de Bahía, en Brasil. Allí comienza su etapa de reproducción, en aguas más cálidas, y hacia octubre o noviembre vuelven a descender a la zona subantártica, para un nuevo comienzo de ciclo.

Según explicó Cassani, esta ballena de apenas dos años se dirigía hacia Brasil, probablemente junto a otros ejemplares de la misma especie, aunque no lo hacía para reproducirse (dada su corta edad), sino para «socializar» con su especie. El ingreso en zona de agua dulce puede deberse a múltiples razones, aunque, según los especialistas, se trata de un animal desorientado.

«Nunca es aconsejable remolcar ni arriar una ballena, y menos a una en mal estado de salud. El animal no entiende, tiende a reaccionar en el sentido opuesto a lo que uno espera. Lo mejor es que las embarcaciones le cierren el camino y funcionen como guía», agregó Cassani.

El operativo para la liberación total del animal, si se lograra, tendrá un período de seguimiento posterior, mediante la observación directa y la de terceros.

Respecto de la posibilidad de un «monitoreo satelital», quienes realizan el operativo aseguran que no es aconsejable, porque es invasivo y porque podría deteriorar aún más al animal.

La gran incógnita que tiene hoy el equipo de la Fundación Cethus es si este ejemplar de jorobada había dejado o no el período de lactancia; por la edad estimada, estaría en un momento visagra en este sentido. Si aún fuera lactante, el riesgo de morir en la liberación en aguas abiertas es aún mayor, porque está desencontrado de la madre.

Mariano Sironi, director científico del Instituto de Conservación de Ballenas, agregó: «Es un caso que llamó mucho la atención porque apareció en Puerto Madero. El problema es que el agua dulce no es el hábitat natural de la ballena, por lo que no es conveniente que esté mucho tiempo fuera de alta mar. Lo ideal es que se produzca una salida natural y retome su recorrido migratorio hacia el norte».

Respecto de la posibilidad de retener al pequeño cetáceo en la costa para recuperarlo y devolverlo al mar en mejor estado de salud, Cassani desestimó la alternativa. «Sencillamente no tenemos los medios para hacerlo. Necesitaríamos un estuario para tenerla y, además, son animales salvajes que no están acostumbrados a alimentarse de manera doméstica. Realmente no es viable esta opción».

La ballena yubarta o jorobada habita los mares de todo el mundo. Si bien no hay certeza sobre la cantidad de ejemplares existentes, fue declarada en peligro de extinción. Su caza está prohibida desde 1982.

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