Se trata de un perro a orillas de un acantilado, que durante una soleada tarde de verano, no se resistió más al calor e imitando al resto de los turistas, decidió saltar a pesar de la altura vertiginosa. Lo que nadie se imaginó, es que el pequeño y genial perrito de blanco y negro sería extremadamente valiente para su tamaño, y menos, del impecable clavado que lograría realizar y que le conseguiría el título del mejor clavadista de Australia (perruno por supuesto).