Rufina, la historia de la beba que trajo goles bajo el brazo que le dieron vida a Guaraní

Hace casi tres meses, el 29 de abril pasado, las cosas no estaban bien en Guaraní A. Franco. El equipo, venía de una mala campaña en el Torneo de Transición 2014, donde no pudo pelear uno de los 10 ascensos a la «A» y tampoco hacía pie en la nueva temporada 2015 de la B Nacional.

La dirigencia, cansada de bancar a «Chaucha» Bianco, había despedido al artífice del ascenso a la segunda división. El panorama era sombrío. Con una formación alternativa, el equipo viajó a Formosa a las órdenes de Telmo Gómez, para jugar por los 32avos de la Copa Argentina ante Arsenal de Sarandí, equipo consolidado en Primera. No estaba en cancha el as de espadas, Cristian Barinaga, lesionado.

En su reemplazo viajaba Miguel Alba, un delantero proveniente de Santamarina de Tandil, que hasta entonces no había tenido las chances de mostrar mucho en la Franja desde que llegó a principios de la temporada. De buena técnica, gran pegada y algo temperamental, Alba nunca pudo ganarse la confianza del «Chaucha», quien en un partido llegó a ponerlo en reemplazo de un compañero y al rato, desconforme con su rendimiento, lo volvió a sacar.

Pero esa fría noche formoseña, algo había cambiado en la vida de este marplatense de 26 años. Hacía unas semanas había sido papá de una beba -Rufina, su nombre-. Cumpliendo el viejo dicho que reza que los bebes vienen «con un pan bajo el brazo», la llegada de su hija iba a coincidir, con el protagonismo y la importancia que no habían tenido hasta entonces en el equipo misionero.

En ese partido ante Arsenal, el delantero metió un golazo de tiro libre para marcar el 2 a 1 y «limpiar» al equipo de Sarandí de la Copa Argentina. Hoy, la Franja espera al duelo del miércoles entre Boca Juniors  y Banfield, para ver quién es su rival en ese certamen. Y todo comenzó con ese golazo de Alba y el triunfazo posterior de sus compañeros el jueves pasado en Temperley, que eliminaron a Argentinos. Alba no viajó a ese partido porque los Zuccarelli decidieron preservarlo para el partido ante Boca Unidos.

Es que desde aquella noche, Alba se ganó la titularidad, que respaldó con goles, siempre importantes. Le metió un golazo a Chacarita para empatar  2 a 2 en Villa Sarita. Le metió el gol a Douglas Haig que le valió la victoria 1 a 0 como visitante en Pergamino. El otro día cuando el Clemente Argentino era una caldera a punto de estallar por la impaciencia de la gente, metió el gol que apagó el incendio para ganarle a Unión de Mar del Plata a ocho minutos del final.

Y ayer volvió a ser protagonista. A pesar de estar en cancha el «Chino» Benítez, de gran pegada, Alba se hizo cargo del penal a los 4 minutos. El Gato Sessa se lo atajó, pero goleador en racha al fin- Alba tomó el tiro y la mandó a guardar al otro palo con seguridad. Fue el gol de la victoria, decorado al final del partido por Pablo Ostrowski.

«Dicen que vienen con un pan bajo el brazo, ja, ja. Creo que el bebé me ayudó, uno se relaja y son un montón de cosas que salen bien, volví a convertir, me la atajan y me queda el rebote, no estamos muertos», dice Alba, quien además de meter goles, cambió su actitud. Habla todo el tiempo del equipo, de los compañeros y no le guarda rencor al anterior DT, con quien no se había llevado en los mejores términos.

«Cuando llegué no había tenido la oportunidad de arrancar jugando, se fue el técnico (por Bianco), por ahí no era nada personal conmigo sino que había otros jugadores que estaban bien», explica, maduro.

«Creo que el grupo se merece un montón de cosas, de local no podemos dejar más puntos hay que seguir, se ganó solamente un partido, estoy contento voy a festejar con la familia pero mañana ya a pensar en lo que viene», continúa, mesurado, ya bañado y relajado, charlando sobre el césped de un Clemente Argentino que se vació completamente tras la gran victoria ante el equipo correntino.

El cambio de Alba se nota también en su solidaridad para jugar. Además de generar peligro, no tiene problemas en meter un pique de 50 metros para perseguir a un lateral si la pierde o incluso si no la pierde. Una solidaridad que antes no se veía y se nota en sus comentarios, donde se refiere siempre al grupo y a los compañeros. «Nadie es titular y creo que el otro día en la Copa Argentina pudieron jugar chicos que no tenían tantos minutos y lo hacen bien, necesitamos de todos», explica.

También ayuda, sin dudas, la confianza que le dan los DTs de la Franja. Consultado al respecto, Martín Zuccarelli explicó que «conocemos a Miguel de Chacarita, es un jugador de otro nivel y creemos que puede dar mucho más».

Ayer, cuando metió el rebote y derrotó al ex arquero de equipos como Vélez, Racing o River, Alba salió disparado para el alambrado. Del otro lado (junto al banco de suplentes visitante) estaba su mujer con una bebita en brazos. Era Rufina, con la camisetita de Guaraní, que habrá pensado: «Ahí viene papá corriendo y está contento otra vez…»

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