Derribando mitos y mostrando certezas. Daniel Schávelzon encabeza la misión científica que investiga los vestigios encontrados en el Teyú Cuaré y que, según la leyenda, sirvieron de refugio de Martin Bormann, el más fiel servidor de Adolfo Hitler. Pero el antropólogo derrumba cualquier especulación. Bormann no vivió allí y sus restos se encuentran en Alemania.
Sin embargo, reconoce que en sus muchos años de trayectoria, el trabajo en Misiones es el que más lo ha impactado, por el misterio que rodea a las construcciones en medio de la selva y por el valor histórico que tienen los restos hallados, como monedas, billetes y hasta fotos de Hitler y de un desconocido soldado nazi que presuntamente haya vivido allí.
“El Teyú Cuaré es un parque hermoso, una reserva natural extraordinaria, porque fue un sitio que quedó marginado, olvidado, cerrado. Eso mantuvo el secreto de una serie de construcciones, que todos pensaban que eran jesuíticas. Lo que hicimos fue una investigación científica. Evidentemente es un asentamiento. Es un complejo bastante grande, construido para refugiar gente a finales de la Segunda Guerra Mundial. Nazis que necesitaban un sitio donde vivir tranquilos, o no buscados por lo menos», explica Schávelzon en una entrevista con Misiones On Line.
¿Con qué se han encontrado en el lugar?
El sitio es fascinante, con una arquitectura en piedra descomunal. Hay tres construcciones muy grandes. Después hay un complejo alrededor, con tajamar, casetas más chicas. Pero tres son muy grandes. Solo una es una casa, donde uno vive, que tiene baño y cocina. El resto parece ser para una caseta de vigilancia, y el otro no se sabe, por el grado de destrucción. Se trata de un alojamiento chico, para una familia o cuatro adultos, porque tiene dos habitaciones.
¿Se descarta la presencia de Bormann?
El sitio fue ocupado por población alemana y probablemente nazi, seguro. Que allí haya vivido Bormann es una leyenda sin fundamento histórico. En 1999 hicieron el ADN del cadáver y esa discusión está terminada en el mundo. Es una leyenda total. Es, como toda leyenda, muy linda, pero no pasa de leyenda.
¿Pudo haber sido construida para otro jerarca nazi?
Bormann no fue el único, claro. Pero tampoco es un lugar para un jerarca. Esos señores fueron dueños de Europa, con castillos, palacios, servidumbre, estaban dominando el mundo. En sus habitaciones no colgaban un cuadro, colgaban un Miguel Angel. Esa gente no era gente que se iba a meter en una choza en la selva. De haberse escapado realmente, vivirían en otras condiciones.
¿Con qué se encontraron en la investigación?
Todas las construcciones son de la época. Con arquitectura del siglo XX con técnicas tradicionales, piedras y forma de trabajar de la región, seguramente mano de obra local que hizo lo que sabía hacer siguiendo un plano que venía de afuera. Lo resolvieron como podían, con los materiales que tenían. Pero es una arquitectura que uno puede leer, que es moderna. El baño tiene una bañadera de dos colores de azulejos y pisos combinados con tres colores. Cosas que muestran que dentro de la modestia, tenían un sentido estético, que no era un rancho. En una zona en la que a lo máximo que se podía aspirar era una casa de madera, que un señor se construya una enorme casa con bloques de piedra y la decore, indica que no es local ni es cualquiera. El proyecto debe haber llegado de afuera.
¿Descartado Bormann, tienen indicios de quien puede ser?
Puede ser cualquiera, no me preocupa quien. Creo en lo que encuentro. Pasaron 70 años. Los que nos cuentan cosas son los hijos de los hijos de los hijos. No puede haber testigos directos y si los hay, no quieren contar. Todo está muy mediatizado.
¿Además de la construcción, que hallaron?
Encontramos muchas cosas. Más de cinco mil objetos. El pozo de basura… en arqueología uno de los secretos es encontrar la basura. Todo lo que no quisiste que se sepa o descartar, va a la basura. Y sigue existiendo. Encontrando el pozo podemos reconstruir qué comían, sus enfermedades, la edad. Nos lo cuenta la basura. Nos ayuda a entender la vida cotidiana. En el lugar hay preeminencia de objetos alemanes.
En toda la zona se sabe de la presencia de simpatizantes nazis e incluso ex soldados…
Hicimos un hallazgo muy lindo. Encontramos dentro de una pared de piedra, muy burda, con paredes dobles y un espacio en el interior, una lata de dulce de membrillo que tenía la fecha grabada de 1940 y adentro, una foto de Adolf Hitler y Benito Mussolini, impresa en Chile, en Valparaíso por un famoso nazi chileno. Junto a la lata, había una foto de un soldado de las SA – sección de asalto-, que fue la primera fuerza que armó Hitler en Austria. Era un chico joven, de 16, 17 años, con el uniforme. Suponemos que vivía en esa casa y guardó el recuerdo de la juventud. También hallamos monedas de cada uno de los países invadidos entre 1939 y 1940. Pero son monedas de un centavo, no el lingote. Por eso, debía ser un soldadito, no el que se llevó el tesoro. Un tipo modesto que guardó sus ahorros, junto a billetes de las décadas del 50 al 60, pero de un peso, de cinco pesos. Evidentemente vino después de la guerra, quizás a custodiar el lugar y le pagarían un sueldito y lo guardaba, escondía sus recuerdos. Eso nos dice quien es. Aunque no sea el nombre y apellido, sabemos de quien se trata. Entre las monedas hay alemanas, argentinas, paraguayas. , debajo de una de las paredes, las pusieron como piedra fundacional. Son monedas con el escudo nazi. No puso otra cosa, eligió esas. Y están debajo de la pared.
Todo indica que fue un refugio nazi ¿y ahora que se hará con el lugar?
Nuestro trabajo es de investigación, que se hace gracias a la Provincia y también la gran colaboración del municipio de San Ignacio. Misiones tiene los equipos técnicos y el personal más que adecuados y formados para hacerse cargo de esto. Lo que decimos es “está esto, lo identificamos, seguimos haciendo el estudio arqueológico”. Ahora la tarea será asumida por la Provincia a través de sus organismos competentes. Hay que abrirlo, limpiarlo, restaurarlo, explicarle a la gente. Hay un problema en esto. No hay que banalizar la historia. “La casa de Bormann. ¿Vos irías a la casa de Videla? Eso va en contra del turismo. El que puso los carteles, lo hizo pensando que el turista iba a venir. Y es al contrario, hay una historia del horror detrás. Es lo mismo que ir a ver la casa de Videla y además tenés que pagar. Ni loco. Esos errores se pagan muy caro y por eso hay que desmitificar.
¿Por qué cree que está tan arraigado el mito de que Hitler terminó viviendo en Argentina?
Creo que hay dos cosas. La primera es que el negocio es grande y si vende… vende una novela turca y vende Hitler en Bariloche. En segundo lugar, en 1966 a Simon Wiesenthal, el cazador de nazis, le preguntaron por Bormann y dijo: “Nos mintieron, nos hicieron caer en la trampa”. Como no se encontró el cadáver hasta 1972, lo necesitaban vivo para mantener la leyenda. Para rearmar el Reich en algún lugar del mundo, hacia futuro, les convenía que uno de sus grandes personajes estuviera vivo. El propio nazismo creó el mito de Bormann vivo, especialmente donde hay una gran población germana. Lo que no pensaron es que gran parte de esa población era democrática, que vino antes o escapada del horror, que no le interesaba. Llegaron a un país donde había gobiernos pronazis o fascistas, con dictaduras, a los que les convenía todo esto. Salvo con Frondizi que permite el secuestro de Adolf Eichmann, después viene otra dictadura. Convenía, servía que Hitler estuviera vivo. Era funcional a alguien. Simon decía “que caímos en la trampa de ellos”. Las nuevas generaciones, ya pasaron tres generaciones, deben tomar conciencia de que ya basta. Descubrimos un refugio nazi, si. Es parte de nuestra memoria, pero del horror, de lo peor que pasó. Más de 49 millones de seres humanos muertos. Idealizar esa locura es horroroso. Los 30 mil desaparecidos equivalen a dos horas de esa guerra. Y estamos transformando en héroe a un tipo así, diciendo que “vengan a visitar la casa”. Lo veo de esa manera, son mitos que tenemos que empezar a borrar y asumir la historia, fea, desagradable, pero nuestra. Tuvimos muchos nazis argentinos, no eran solo alemanes. Uno de los ministros de Hitler era argentino. Les dimos refugio. Es una historia argentina, de la que muchos no quieren hablar. Pero ya está…pasaron 70 años. Investiguemos lo que tenemos, hay que crecer como país y que se aprenda.
¿Con qué otras cosas está trabajando?
Hay muchas cosas, en Buenos Aires, hago arqueología histórica, no de cinco mil años, sino de los últimos cien o 200 años. Acá en Misiones también trabajamos antes. Ahora esto en Misiones nos lleva todo el esfuerzo, con gente de todo el país. Especialistas de Tucumán, de La Plata. Trajimos un experto mundial en monedas, que es un alemán, que vive en Búfalo, Estados Unidos. Ahora se deben formar nuevos cuadros en Misiones. Que vengan de cualquier lado.
¿Qué es lo más lo ha conmovido en sus trabajos?
Creo que esto. Vinimos por otro tema. Vinimos al Teyú Cuaré por edificios que sabíamos que algo había. Que todo el mundo decía que era jesuítico, pero cuando se lo miraba despacito, no cerraba. La ventana está entera y con manijita de plástico. No cerraba. En vez de clavos forjados, hay industriales. Vinimos a estudiar algo, pero jamás supusimos que nos íbamos a encontrar con objetos de la guerra, toda esta cosa nazi que nunca se había estudiado. Nunca hubo una cosa en serio. Y todo encerrado en el tiempo, escondido. El misterio de todo eso. Eso me parece muy interesante.
Nos pasó anécdota divertida. En las paredes, con revoque, hicieron esvástica, spiderman, estrellas de David. Se publicó en varios diarios imágenes de las esvásticas y la gente empezó a decir que todo era una mentira porque esta al revés. Pero en la fotografía estaba recordada la fecha, de 1986. Los turistas lo transformaron en un sitio de peregrinación neonazi. Lo que no es muy agradable para Misiones. Es horrible si uno lo piensa. Todas esas inscripciones hay que salir a explicarlas, entonces hay que impedir que la gente siga entrando, robando, porque todo el mundo se lleva una piedrita.