El hincha de Crucero más austral del mundo

El hombre es sargento primero del Ejército Argentino. Casado, tiene dos hijos y su hogar está en Garupá, pero desde el 8 de marzo vive en la Antártida. “No era un objetivo de siempre, pero mi vida militar me llevó a conocer muchos antárticos quienes me transmitieron sus experiencias. Por suerte ahora estoy yo aquí y transmitiré las mías. Estamos realizando la Campaña Antártica de Invierno, que dura un año”, contó.
Salvador Quiroga nació en Posadas, terminó la primaria en la Polivalente 8, que antes era nocturna y la secundaria en la Normal 10.
Desde los 11 a los 18, vendió diarios en Villa Cabello. A los 19 ingresó a la Escuela de Suboficiales Sargento Cabral del Ejército argentino, y luego de tres años de estudio egresó como cabo primero en la especialidad de conductores motoristas. Luego de una década, pasó a prestar servicios en la Sección Aviación Ejército 12.
“Soy de Crucero del Norte desde que ascendió al Nacional B, pero también y como misionero, hago fuerza por Guarní Antonio Franco para que ambos mantengan la categoría”, contó. Es el hincha del “Colectivero”, más austral del mundo.

Al continente blanco
El 4 de marzo comenzó el viaje de Quiroga, desde el continente y con destino antártico. “Salimos de El Palomar, en Buenos Aires, con un avión Hércules C-130 de la Fuerza Aérea Argentina, hasta Río Gallegos. En un segundo vuelo con la misma aeronave, aterrizamos en la Base Antártica Frei, que es chilena. Allí realizamos un trasbordo al buque de la Armada Argentina “Canal de Beagle” y navegamos durante una hora hasta nuestra Base Antártica Científica Carlini”, contó.
El hombre es conductor motorista y tiene la función de dar apoyo a los mecánicos en el mantenimiento y reparación de los vehículos a oruga, a rueda, motos de nieve y generadores eléctricos. “La rutina diaria se inicia con el desayuno de la dotación al completo y luego nos dirigimos a los puestos de trabajo. Mi grupo es de cuatro personas y nos dividimos las actividades diarias. Dos hacemos mantenimiento de vehículos y dos mantenimiento en la usina. Asimismo realizamos también tareas relacionadas con el combustible”, relató Salvador, que está casado con Olga y tienen dos hijos, Esteban de 5 años y Exequiel, de 3.
La Base Antártica Científica Carlini está ubicada en la península Potter, en el sudoeste de la isla 25 de Mayo, en el archipiélago de las Shetland del Sur, Antártida Argentina.
Fue inaugurada el 12 de febrero de 1982 con el nombre de Estación Científica Teniente Jubany, sobre la base del refugio establecido el 21 de noviembre de 1953, que inicialmente se llamó Refugio Naval Caleta Potter y luego Estación Aeronaval Caleta Potter. Desde el 5 de marzo de 2012 lleva su nombre actual, en homenaje al doctor Alejandro Ricardo Carlini, científico del Instituto Antártico Argentino, y como reconocimiento general a los científicos que realizan diversas prácticas en la Antártida Argentina.
Quiroga contó que las actividades se realizan en conjunto y se trata de la provisión de víveres, traslado de combustible y de tubas de gas, recolección y clasificación de residuos y el apoyo logístico a la ciencia. Allí comparte la vida con otras 25 personas.
“En Campaña Invernal somos 26 los que integramos la dotación. Del Ejército 18; dos de la Fuerza Aérea Argentina; dos la Prefectura Naval Argentina y además una médica, una ingeniera electrónica, un técnico informático y un biólogo. En la Campaña de verano se agregan más biólogos, geólogos, e investigadores, para realizar sus estudios”.
No es el único misionero que está allí, ya que viven otras tres personas nacidas en la provincia, pero solo Quiroga es el que sigue viviendo en Misiones.

“Todas nuestras actividades dependen fundamentalmente de la meteorología. Cuando los vientos superan los 110 kilómetros por hora, no queda otra que hacer las que se realizan en lugares cerrados”, dijo.
Lo cotidiano: provisiones, esparcimiento y contacto familiar. Durante el año de la Campaña Invernal, los habitantes de las distintas bases de la Antártida además de trabajar, deben adaptarse a una vida con circunstancias adversas, generadas por las duras condiciones meteorológicas y por las distancias.
“Las provisiones para todas las invernadas se preparan en el continente unos meses antes de comenzar la Campaña Antártica. Estos abastecimientos se realizan por medio de barcos de la Armada Argentina o contratados y con aviones de la Fuerza Aérea”, contó Quiroga.
Como ocurre en el continente, no solo se trata de trabajar. Aunque las alternativas de esparcimiento son limitadas, “en los días de franco aprovechamos nuestro microcine para proyectar películas, además ese lugar lo utilizamos para hacer karaoke y escuchar música. También contamos con un pequeño gimnasio”, describió.
Las nuevas tecnologías digitales también les aportaron elementos para hacer más fácil la comunicación de estos hombres antárticos con sus familias. “Antes la comunicación era solo radial, pero ahora la base tiene Internet y una línea fija de teléfono. Por suerte hay más contacto con la familia, y se hace más llevadera la invernada”.

Negativo y positivo
El misionero Salvador Quiroga puso en la balanza, los extremos de sensaciones que le generan estar de campaña en la Antártida. “Lo negativo es estar todo un año lejos de la familia con el esfuerzo que eso requiere, como no estar con ellos en las fechas importantes, porque sabemos que nos perderemos cumpleaños, Día del Padre, del niño, aniversarios, y las fiestas de fin de año, por ejemplo. Lo positivo es la experiencia de vivir en primera persona las diversas actividades que realizamos a diario, la convivencia y lo importante es que uno aprende a valorar las cosas comunes que uno tiene en el continente. Y lo más trascendente es la importancia de hacer soberanía brindando apoyo logístico a la ciencia”, dijo.
El último párrafo se lo reservó para agradecer a su familia “por apoyarme en esta nueva experiencia y al Ejército Argentino por haberme seleccionado para llegar a la Antártida, ya que es algo que muchos anhelan y no todos lograr”.
En ocho meses regresará a la rutina y costumbres de vivir en el continente. Volverá al afecto de su esposa e hijos. Es Salvador Quiroga, un misionero en la Antártida y el hincha de Crucero, más austral del mundo.

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