Pozo Azul o la utopía del municipio

Algunos vecinos de Pozo Azul, en el departamento San Pedro, quieren que ese paraje sea elevado al rango de municipio.
En ese sentido, se sabe que existe un proyecto en el ámbito oficial listo para ser enviado a la Legislatura a fin de que se analice la viabilidad de la iniciativa.
Se trataría de convertir en ley una legítima aspiración de los habitantes de Pozo Azul, que avizoran en esa alternativa una posibilidad de salir de su histórico aislamiento y alcanzar el tan ansiado despegue.
La realidad, sin embargo, indica que el cambio de status que pretenden puede agotarse en la simple expresión de deseo.
Actualmente en ese enclave, ubicado en la zona de convergencia de las rutas provinciales 17 y 20 y a unos 40 kilómetros de la planta urbana de San Pedro, viven alrededor de 7 mil personas que integran la población total de más de 31 mil habitantes que ocupan parte de los 3.504 kilómetros cuadrados que mide el más extenso de los siete departamentos que tiene la provincia de Misiones.
El único, además, que tiene un solo municipio que es la cabecera departamental. El mapa provincial se divide en 75 jurisdicciones municipales y no es la primera vez que se intenta aumentar esa cifra: la misma inquietud tuvieron hace algunos años habitantes de los barrios posadeños que integra la zona de Villa Cabello –al Oeste de la capital- un conglomerado de entre 40 y 50 mil personas.
La idea terminó en eso: una idea.
También se procuró reducir la cantidad de comunas: fue a fines de la década del 80 durante la última dictadura militar cuando era interventor el capitán de navío Rubén Norberto Paccagnini, cuyo ministro político, el también capitán de navío Pérez Echeverría dispuso “manu militari” fusionar algunos municipios chicos con el aparente propósito de achicar el gasto público.
La iniciativa del marino encontró una férrea resistencia por parte de las comunidades afectadas y finalmente fue desechada.
Hay quienes se preguntan si se justifica el anhelo de los vecinos de Pozo Azul de querer que su terruño alcance un rango superior en la división política del mapa provincial, como vienen proponiendo. La respuesta casi unánime es favorable. Pero también están las voces que advierten que la reconversión no es un trámite fácil y que, por el contrario, la creación de un nuevo municipio requiere de innumerables medidas administrativas e instancias jurídicas que además deben sortear la maraña burocrática que invariablemente enfrentan las decisiones políticas antes de tomar la forma imaginada por quien las adopta.
Por otra parte, se debe tener en cuenta el aspecto financiero. La infraestructura municipal requiere recursos económicos para cumplir su cometido en forma adecuada. Porque independientemente de los sueldos del intendente, concejales, funcionarios, técnicos y empleados, debe contar con edificio, mobiliario, vehículos, telefonía y un sistema básico de informática.
También camiones y maquinaria vial para prestar los servicios públicos indispensables a la comunidad como lo son la recolección y disposición de residuos domiciliarios y el arreglo y mantenimiento de calles, sin contar la asistencia social, uno de los requerimientos más comunes.
Sin números a la vista, es aventurado hacer un cálculo del gasto mensual de un municipio como el que se pretende crear en Pozo Azul. Lo que sí se sabe es que con la coparticipación provincial, no alcanza. Es insuficiente y es allí donde comienza la tarea más ardua del municipio: recaudar dinero en concepto del pago de tasas o cobrar algunos impuestos provinciales o nacionales a cambio de un porcentaje que recibe por realizar el trámite.
Lo malo es que no siempre esta alternativa funciona en sintonía con las necesidades de la comuna.
Por supuesto que no es todo.
Esta ligera enumeración refleja a grandes rasgos la inversión y el gasto que demanda montar y mantener en funcionamiento una infraestructura municipal sin demasiadas pretensiones, pero con las condiciones mínimas como para cumplir con su cometido en una superficie territorial de aproximadamente 50 mil hectáreas como la que tendría la eventual jurisdicción que se le asignaría a Pozo Azul.
En ese marco, el loable aunque por ahora utópico proyecto de los vecinos de Pozo Azul puede frustrarse, enredado en las complejidades que aparecerán en el camino hacia su concreción.
De todos modos, cabe preguntarse finalmente si quienes desde el ámbito político alientan esta alternativa han advertido a los habitantes del paraje acerca de las dificultades que encierra el cambio que pretenden.
No hacerlo, implica generar falsas expectativas sobre un proyecto nacido de una iniciativa de vecinos que, de buena fe, quieren mejorar sus condiciones de vida.

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