“Sangre que se nos va”…

Vara es licenciada en Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y doctora en Estudios Hispánicos por la Universidad de California. También investigadora del Centro de Estudios de Historia de la Ciencia y la Técnica “José Babini” (CEJB) de la Escuela de Humanidades de la Universidad Nacional de San Martín (UNSaM).-

 

Además es autora del libro “Sangre que se nos va” – Naturaleza, literatura y protesta social en América Latina – publicado en la colección Universos Americanos de la Editorial del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España.

 

Sobre este trabajo, publicado en 2014, conversamos con la autora.

 

– El título de este libro remite a “Las venas abiertas de América Latina”, ¿tiene algo que ver?

 

– Por supuesto, está inspirado en “Las venas abiertas…”, el origen del libro es una observación que yo hice del caso papeleras. Encontraba una manera de describir el caso que me hacía recordar al libro de Eduardo Galeano. Cuando los activistas de Gualeguaychú decían  “vienen por el agua”, “Tabaré títere” refiriéndose al presidente de Uruguay como si estuviese controlado por fuerzas extranjeras; o algunos folletos que expresaban “nos venden espejitos de colores” como si fueran indios colonizados, todavía…

Entonces me dediqué primero a caracterizar esos discursos que informaban esos slogans, frases que aparecían en la folletería, en las consignas de la Asamblea Ciudadana Ambiental de Gualeguaychú. Lo describí y encontré efectivamente que la matriz narrativa del relato que estructura  “Las venas abiertas de América Latina”  era similar, entonces me propuse poder responder a la pregunta de si esa manera de hablar de la historia de América Latina había sido creada por el libro de Galeano o si la obra había recreado dándole riqueza y expandido. Lo que comprobé fue que esta segunda hipótesis es la cierta. A partir de esto busqué los orígenes de este lenguaje, ya que a esta altura, el discurso de “Las venas abiertas…” ya resulta muy inmaduro como una historia de sucesivos despojos llevado adelante por actores extranjeros, que pueden hacerlo porque hay una complicidad de elites locales.

 

– Es la historia de los doscientos años del país…

 

Exactamente o los quinientos años de la conquista de América Latina… y lo que encontré fue que esa manera de contar la historia de América Latina había sido creada por intelectuales y escritores latinoamericanos a comienzos del siglo XX cuando comienza a ser visible el imperialismo norteamericano. Luego de la independencia América Latina pasó a integrar, de manera inconsciente sin haber tomado cabal reconocimiento, el Imperio Británico. En la historia se lo llama Imperio Invisible. Cuando hablamos de imperialismo estamos hablando de complementariedad de economías dónde hay un área que entrega materias primas o primarias y otra que aporta los capitales y los productos industrializados, y donde entonces el área dependiente o colonizada de manera informal no puede desarrollarse plenamente de acuerdo a sus necesidades.

El Imperialismo Británico de algún modo había pasado desapercibido para nuestros intelectuales, pero cuando comenzaron a verse las apetencias norteamericanas sobre la región, ya teníamos una generación de intelectuales diferente con otra mirada, que inmediatamente advirtió estas apetencias sobre la región, y entonces fue desarrollando en distintos textos, periodísticos y literarios, una manera de hablar del imperialismo que quizás puede pensarse que es una manera un poco simplificada, pero que toma aspectos fundamentales del imperialismo como denuncia y como modo de visibilizar y concientizar a los ciudadanos sobre esta situación.

Eso puede verse en la literatura. Yo en mi libro empiezo con un intelectual español que llegó a América Latina y se unió al anarquismo, Rafael Barret, algunos lo consideran un desprendimiento temprano de la generación del 98 que ocurrió en España también cuando la península tomó conciencia que perdió su última colonia, Cuba, a manos de los Estados Unidos. Se dio cuenta de que era un imperio derrotado frente a otro imperio. Entonces los intelectuales críticos como fueron los de la generación del 98 de Unamuno, Azorin hicieron una gran autocrítica del lugar de España y de su debilidad y el poder tremendo de los imperialismos. Y Rafael Barret puede considerarse un representante temprano que viene a América Latina en 1903 y fallece en 1910, pero que en apenas siete años pudo construir una obra básicamente de artículos periodísticos, de piezas breves, de cuentos. Publicó en Asunción pero también publicó en Buenos Aires y Montevideo, por ejemplo en  la revista Caras y Caretas, donde hay en particular dos folletos, uno muy interesante que habla de lo que son los yerbales paraguayos donde denuncia la explotación de dos imperios locales: Brasil y la Argentina en relación con los yerbales del Paraguay. Lo que marca es esta matriz de actores extranjeros que vienen a la región depredan los recursos naturales, depredan la población local vinculada con la explotación de este recurso y él a su vez lo vincula con un caso que en ese momento para la opinión pública internacional estaba muy presente que era la depredación del Congo donde el rey de Bélgica estaba explotando esta región para llevarse el marfil y el caucho. Entonces Barret asemeja esta situación con la de los yerbales en este folleto, y después por supuesto una serie de ampliaciones sobre el tema.

 

– Entonces ¿Barret es uno de los autores que tomaste para analizar y fundamentar el discurso en tu libro?

 

– Exactamente, otro de los autores que analicé fue Horacio Quiroga, un conjunto de sus cuentos en los que se hace evidente que leyó a Rafael Barret, la historia de los mensú; otro cuento que se llama “La Bofetada” habla justamente de la explotación, no de la yerba mate sino de la madera. Y la historia que cuenta y el modo en que lo hace está claramente inspirada en Rafael Barret. En el libro trabajo con otros autores, uno muy interesante es César Vallejo, que es conocido como poeta, pero que tiene obra narrativa y obra teatral y en su novela “Tungsteno” lo que hace es denunciar la apetencia de capitales norteamericanos por las minas del Perú en particular, en relación con el esfuerzo bélico de la Primera Guerra, pero precisamente como caso de la apetencia norteamericana sobre la región.

Aquí es interesante señalar que estos escritores estaban informados y comprometidos políticamente, Rafael Barret estaba vinculado al anarquismo y César Vallejo era un militante comunista afincado entre París y Madrid, publica la novela en España en una colección de novelas proletarias en una editorial dedicada a este tipo de literatura, la editorial Cenit en el año 193. Es decir que eran intelectuales que conocían algo de teoría y  a su vez estaban comprometidos con una acción política.

 

– De todos estos relatos y autores que has señalado aparece lo que vos llamas contra-discurso neo-colonial, ¿a qué te referís con eso?

 

Lo llamo contra-discurso porque es un discurso anti-hegemónico que se oponía al discurso dominante. Pensemos que en ese momento del siglo XX los discursos dominantes eran los discursos del progreso, los discursos del primer centenario, del desarrollo, de la soberanía nacional como si actores extranjeros no tuvieran injerencia en nuestras políticas, entonces estos autores se contraponen a este discurso para demostrar las debilidades y que la soberanía estaba todavía por conquistarse.

Y neo-colonial por que se basa en una similitud y dice básicamente estamos ahora de alguna manera  sometidos a las mismas fuerzas de la época colonial.

 

– ¿Este libro puede ser considerado un material de historia?

 

Si, es un cruce entre las humanidades y las ciencias sociales. Tiene algo de historia, tiene bastante de literatura, porque para poder demostrar que este discurso fue creado en textos literarios uno tiene que usar herramientas del análisis literario. Sobre todo en cuanto a cómo hace un autor para dejar presente su opinión cuando la obra es de ficción. Cuando la obra es periodística, lo que está firmado se le puede atribuir al autor, pero cuando la obra es literaria, es una ficción, es otra historia. Cómo podemos mostrar la voluntad del escritor por decir algo  a través de su obra cuando la obra es de ficción  y ahí tenemos que usar herramientas de análisis literario, por ejemplo, el uso de un lenguaje muy emotivo. Uno puede decir que hay una carga excesiva del lenguaje del lenguaje de las emociones y podemos encontrar allí dónde está el corazoncito del escritor más allá del personaje que construye que es el narrador que nos cuenta la historia.

Y después hay mucho de las ciencias sociales por que cuando analizo el caso papeleras y encuentro esta manera de contar la historia de América Latina uso categorías de la sociología y en particular del estudio de los movimientos sociales cuando se habla de los marcos de acción colectiva, que son de alguna manera los modos que están disponibles en la cultura para interpretar fenómenos ante los cuales nos encontramos como sujetos que participamos en esa cultura.

Los hechos que ocurren para poder ser entendidos y conceptual izados tienen que ser de alguna manera esquematizados en eses marcos, sino no podemos entenderlos; porque había una manera de entender el conflicto que fue muy pública y muy dominante que fue verlo como un conflicto binacional: Argentina contra Uruguay, Uruguay contra Argentina.

Pero el hecho de que este discurso estuviera disponible en la cultura, que es un discurso de origen latinoamericano y de orientación latinoamericanistas, permitió que activistas uruguayos y argentinos siguieran colaborando en su protesta contra las papeleras, como fue originalmente, porque fueron activistas uruguayos los que alertaron a los argentinos de la amenaza que representaban estas grandes instalaciones, siguieran colaborando aún en los momentos de mayor enfrentamiento binacional, porque lograban pensar el fenómeno no como un conflicto entre dos países latinoamericanos sino como una situación en la que estos dos países debían enfrentar mancomunadamente una amenaza que venía de fuera de la región.

 

Es muy interesante notar que en estos argumentos se apoyó el discurso que pronunció Néstor Kirchner  en 2006 durante la XVI Cumbre Iberoamericana (frente a presidentes europeos y de países de la región) cuando tuvo que referirse frente al propio Tabaré Vazques y el presidente español,  más las autoridades de Finlandia  -para hablar del caso papeleras del cual no podía apartarse ya que si no lo hubiera mencionado también su silencio se hubiera leído-.

Cuando Kirchner se refiere a este conflicto dice que se trata de una disputa que afecta a dos países latinoamericanos por las apetencias de actores extranjeros y él dice: el inmenso capital ambiental que tenemos los latinoamericanos por no habernos desarrollado puede ser el precio que tengamos que pagar para que traigan sus inversiones. Y esto es claro, el recurso natural es el inmenso capital ambiental de no estar contaminados, el precio que tenemos que pagar es ese bien que se quieren llevar y los extranjeros, son en este caso las empresas europeas.

 

¿Cuál es la conclusión? ¿Y para qué disciplinas de estudio recomendás el trabajo?

 

Bueno, por supuesto para literatura, historia… ya que para hacer este trabajo tuve que recurrir mucho a la literatura, de una etapa pre-boom, que fue menospreciada por considerarse muy simple.

Yo lo analizo puntualmente cuando hablo de Cesar Vallejo.

La recomiendo en los estudios literarios sobre todo para reivindicar esta etapa de las décadas de 1920 y 1930 en América Latina vinculada con estas denuncias, y por supuesto la historia vinculada con los movimientos sociales en términos de los aspectos culturales que ofician de facilitadores de la comprensión por parte de quienes tienen una demanda porque se sienten amenazados puedan apoyarse en constitucionalizaciones que están presentes en la cultura para comprender ese fenómeno ante el que se encuentran.

 

Entrevista: Claudia Sapa

Periodista

Universidad Nacional de Misiones

 

 

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